El valor de las semillas

Culturalmente las semillas han ocupado un espacio de decoración de platos o como alimento adicional, y no eran consideradas como un ingrediente indispensable en la alimentación diaria. No permitamos que su pequeño tamaño nos engañe y esconda su grandeza nutricional.

TEXTO. LIC. NATALIA ROMERO MATHIEU. CENTRO DE NUTRICIÓN INTEGRAL DR. CRISTIAN J. MEYER.

 

Seguro que últimamente hemos leído, escuchado o nos han contado la importancia de incluir semillas en nuestra alimentación. Sin embargo lo que suele no quedar claro es el por qué de esta indicación o recomendación.

Resulta sorprendente pensar que en el interior de cada semilla se encuentra el potencial para permitir el crecimiento pleno de una planta. Estos nutrientes cercados en sus cáscaras ingresarán al cuerpo para lograr el equilibrio de una alimentación balanceada.

En general, lo más relevante de su incorporación es el hecho de consumirlas de forma íntegra, sin refinarlas, por lo que son uno de los pocos alimentos que conservan intactas sus propiedades nutricionales naturales, siempre que se mantengan en ambientes adecuados, protegidos de la luz y la humedad.

Depende de nosotros la forma en que decidimos incluirlas: agregadas a panes o galletitas, como ingredientes de nuestras ensaladas, purés o rellenos de preparaciones, adicionadas a yogures o incluso en nuestros postres.

BENEFICIOS PARA LA SALUD

Todas las semillas son comestibles y son múltiples los beneficios que nos aporta cada una. Sin embargo, nos detendremos en algunas de ellas y en sus aspectos más característicos:

Lino: En su composición encontramos fibras solubles (pectinas y mucílagos), que lo convierten en un aliado para el tratamiento del estreñimiento. Por otro lado resulta beneficioso para la prevención de enfermedades cardiovasculares, por su combinación de fibra soluble y ácidos grasos omega 3, los que serán mejor absorbidos si la semilla es consumida partida. Esto también lo convierte en una estrategia para controlar el colesterol.

Girasol: Normalmente forma parte de nuestras colaciones y por su agradable sabor hace difícil el manejo de la porción, aportando más de lo recomendado. Sin embargo, en su justa medida es una excelente fuente de vitamina E que aumenta la respuesta del sistema inmunológico. Además, sus ácidos grasos ayudan a disminuir el riesgo de sufrir problemas circulatorios y cardiovasculares.

Sésamo: Es una de las que más tiempo lleva en el mercado y forma parte de muchos de los panes que consumimos. Tiene propiedades antioxidantes, así como también un excelente aporte en grasas insaturadas, beneficiosas para el control del colesterol y la prevención de enfermedades cardiovasculares.

Amapola: Usualmente la encontramos decorando platos dulces sin percatarnos de sus beneficios. Se le atribuye efecto sedante del sistema nervioso, pero cabe aclarar que esta semilla no concentra los componentes opiáceos de la planta responsables de estas propiedades, no tiene efectos secundarios ni tóxicos.

Chia: Es una de las fuentes vegetales con más alta concentración de omega 3, y se encuentra acompañada por una alta proporción de antioxidantes lo que no solo previene la oxidación de estas grasas sino que también confiere a quien lo consume, protección de afecciones cardiovasculares, inflamaciones, virus y radicales libres. No posee gluten, lo que permite su uso en preparaciones para celíacos. Además contiene una buena cantidad de fibra, principalmente soluble (mucílagos), que retarda el índice de glucosa en sangre y reduce la absorción de colesterol.

Las semillas comparten aspectos nutricionales que las convierten en beneficiosas principalmente por su contenido de grasas de muy buena calidad, acompañadas de antioxidantes que no solo las protegen de su oxidación sino también cuidan nuestras células. Sus particularidades hacen a unas más recomendadas que otras en determinados casos, pero no debemos olvidar que también son una excelente fuente de minerales como el potasio, el fósforo, el magnesio, el calcio y el hierro. En cuanto a vitaminas, presentan una elevada concentración de ácido fólico, un nutriente muy importante durante la gestación y el crecimiento.

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