Elecciones germanas y euro-depresión

Nuevo curso político para la U.E.

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El resultado de las elecciones alemanas podría determinar el patrón a seguir en la UE en los próximos tiempos, según los expertos. Foto:Agencia EFE

 

Agencia DPA

La Unión Europea (UE) inicia estos días un nuevo curso político que estará marcado por dos citas con las urnas: los comicios germanos y unas elecciones a la Eurocámara que, según los augurios más pesimistas, podrían convertirse en un fracaso de participación debido a la apatía por el proyecto europeo.

“En buena medida lo que ocurra en las elecciones alemanas del próximo 22 de septiembre podría determinar el patrón a seguir en la UE en los próximos tiempos. Si la canciller Angela Merkel renueva mandato por tercera vez tal vez tengamos más de lo mismo, es decir la receta de la austeridad, aunque quizás algo más matizada”, comenta Jacques Pelkmans, experto del European Policy Studies (EPC), un influyente “think tank” de Bruselas.

Aunque no sea posible afirmar categóricamente que la Comisión Europea y el resto de instituciones comunitarias se hayan convertido en satélites o engranajes de una constelación política dirigida desde Berlín o Fráncfort, sede del Banco Central Europeo, desde el inicio de la crisis de la eurozona, la capital alemana ha ido adquiriendo gradualmente más peso.

“Berlín no gobierna Europa, pero la UE no se puede concebir sin Berlín o París (el eje franco-alemán). No somos satélites de Berlín, pero estamos bajo su potente influjo”, agrega una fuente de la Comisión Europea, que solicitó el anonimato.

Mientras Bruselas comienza a salir del letargo veraniego postvacacional, que ha dejado la ciudad casi desierta de los cerca de 40.000 funcionarios de la Comisión, su brazo ejecutivo, el duelo entre Merkel y el aspirante socialdemócrata a la cancillería, Peer Steinbrück, ya está presente entre bastidores de las instituciones, aunque no se admita oficialmente.

“Es evidente que, sin Alemania, el sueño europeo sería imposible. Sería, hoy por hoy, totalmente impensable hablar de una Unión Europea sin Alemania. Obviamente el resultado de estas elecciones podría marcar mucho la próxima hoja de ruta de todo el continente, sin olvidarnos de Francia, claro”, asegura Cristina Gallach, ex portavoz del alto representante para Política Exterior de la UE Javier Solana y según el Financial Times uno de los treinta personajes más influyentes en la UE.

Luces y sombras

El mes de agosto ha traído luces y sombras: lo más positivo es que la eurozona parece haber enfilado lentamente (y con numerosas excepciones) el túnel de salida de la recesión gracias al empuje de Alemania y Francia, con un crecimiento del producto interior bruto (PIB) del 0,7 por ciento y del 0,5 por ciento respectivamente en el segundo trimestre del año, según datos de la agencia estadística europea Eurostat.

Otro acontecimiento digno de celebración: la incorporación de Croacia a la UE (como socio 28), el pasado 1 de julio, como ejemplo de la “unidad en la diversidad” (el lema oficial del bloque) se ha visto empañado por la última disputa entre España y el Reino Unido, dos socios y aliados en la UE, por la soberanía de Gibraltar, actualmente colonia británica.

Al tiempo que la UE se esfuerza por escapar a la crisis y superar un momento de euro-depresión, con bajas cotas de apoyo a la actual dirección política, en Bruselas preocupa que en los comicios al Parlamento Europeo (22 y 25 de mayo de 2014), los 500 millones de habitantes de la UE den la espalda al proyecto de unificación iniciado hace más de seis décadas o que, en su defecto, utilicen las urnas como arma arrojadiza para castigar a su clase política nacional, desnaturalizando el sentido de unos comicios puramente ‘europeos‘.

“Nuestra maquinaria (de información electoral) está ya engrasada y calentamos motores. En estos próximos meses vamos a volcarnos para explicar a la ciudadanía los beneficios de formar parte de la Europa unida, dejando atrás posibles prejuicios. Queremos unas elecciones participativas”, comenta Jaume Duch, jefe de relaciones institucionales del Parlamento Europeo.

Su preocupación tiene fundamento: desde 1979, las primeras elecciones al Parlamento Europeo por sufragio universal directo, el porcentaje de participación ciudadana no ha dejado de bajar.

En 2009 la media de participación en las elecciones europeas (UE a 27 socios) fue del 43,55 por ciento, la más baja de la historia y más de dos puntos por debajo de las elecciones europeas de 2004, cuando alcanzó un 45,57 por ciento.