Dos pioneros de San Jerónimo Norte fueron guardias suizos

La Guardia Suiza se ocupa de la seguridad y protección del papa dentro y fuera del Vaticano. Fue creada en 1506 a instancias de Julio II. Dos antiguos inmigrantes que vivieron en San Jerónimo Norte integraron esta formación. Aquí, su historia.

TEXTOS ENRIQUE BUTTI. FOTOS. HIGINIA RODRÍGUEZ Y COLECCIÓN JOSÉ LUIS EGGEL.

 

El 22 de enero de 1506, un grupo de 150 mercenarios helvéticos entraron por primera vez en el Vaticano para cumplir con el llamado del papa Julio II. Aunque Suiza era neutral, sus soldados, contratados como mercenarios, eran los mejores y más preparados de aquellos tiempos, y varios países se disputaban sus servicios.

Comenzó entonces una tradición que aún persiste. En los primeros tiempos estos guardias suizos no fueron simplemente un cuerpo de guardaespaldas del Papa, sino que participaron en numerosas batallas, entre las que se destaca la que tuvo lugar el 6 de mayo de 1527, durante el saqueo de Roma por parte del ejército de Carlos V. En esa oportunidad se llegó a combatir en el interior de la Capilla Sixtina y ante la Basílica de San Pedro. Los soldados suizos lograron, merced a su coraje y sacrificio, que el papa Clemente VII pudiese escapar por pasadizos secretos, salvándose los pocos guardias que acompañaron al papa en esa fuga hacia el Castel Sant’Angelo.

EN LA ACTUALIDAD

Actualmente la Guardia Suiza pontificia se ocupa de la vigilancia, seguridad y protección del papa dentro del Vaticano y durante sus viajes, aparte de funciones ceremoniales y servicios de honor. Está compuesta actualmente por poco más de cien soldados. Cada 6 de mayo se produce su juramento de lealtad, conmemorando aquel día en que demostraron su fidelidad y valentía en el saqueo de las tropas alemanas.

Para enrolarse en la guardia suiza papal se requiere: pertenecer al sexo masculino; ser suizo; católico, apostólico y romano; haberse incorporado al ejército suizo y obtenido certificado de buena conducta; tener entre 19 y 30 años y una altura no inferior a 174 centímetros; ser soltero (aunque podrán casarse en servicio y el matrimonio previo les está permitido a los oficiales superiores) y contar con un certificado de capacidad profesional o estudios secundarios. La duración mínima del servicio en la Guardia Suiza es de 25 meses. El entrenamiento es permanente con armas.

DOS GUARDIAS DEL PAPa EN LA PAMPA GRINGA

Es en el contexto de la rica historia de estos guardias, del actual papa argentino y ante el anuncio de que una importante muestra referida a este ejército y el Santo Padre podrá visitarse del 5 al 25 de noviembre en nuestra ciudad, que cobra interés la noticia de que dos antiguos inmigrantes que vivieron y fallecieron en San Jerónimo Norte fueron en su juventud guardias del papa.

Quien nos cuenta de estos dos pioneros de la colonia santafesina que fueron, antes de partir hacia nuestras tierras, guardias suizos, es el coleccionista de fotos antiguas e investigador histórico José Eggel.

Con su conocimiento y una singular simpatía, José Eggel, rodeado de sus amigos Higinia Rodríguez, María del Carmen Caputto y Julio del Barco, nos recibió en San Jerónimo Norte para llevarnos al cementerio y guiarnos hasta las tumbas de estos dos inmigrantes suizos y para ofrecernos fotos y datos de José Haas, y Pablo Jossen.

AL SERVICIO DE LEÓN XIII Y DE PÍO IX

José Haas, nacido en Suiza en 1862, llegó soltero a San Jerónimo, donde se casó con la viuda María Kuchen, de muy buena posición económica. El matrimonio de José y María no tuvo hijos, pero se ocupó de la crianza de varios niños parientes.

José Haas participó en la Guardia Suiza al servicio del papa León XIII, cuyo pontificado se extendió entre 1878 y 1903.

Con respecto a Pablo Jossen, vale acotar en principio que el apellido, cuyos ancestros se rastrean en el cantón de Valais desde el siglo XIII, fue anotado por los funcionarios argentinos indistintamente como Jossen, Yossen o Iossen.

Pablo Jossen, nacido en Birsgisch, el cantón de Valais, Suiza, el 3 de mayo de 1835 llegó a San Jerónimo Norte en 1861. Formaba parte del segundo contingente de inmigrantes que arribó a esta colonia santafesina fundada en 1858. Era soltero y aquí se casa con María Josefa Schmidt, suiza también, que había llegado en 1863 con su esposo, Pablo Albrecht, quien fallece poco después. El matrimonio de Pablo y María tuvo una descendencia numerosa que llega hasta nuestros días.

Pablo Jossen ejerció su servicio en el Vaticano durante el pontificado del Papa Pío IX, que se prolongó durante 31 años y medio, el más largo de la historia de la Iglesia Romana, entre 1848 y 1878.

A diferencia de José Haas, Pablo Jossen tuvo en San Jerónimo Norte una activa vida civil. Fue incorporado al Consejo Parroquial que se abocó a la construcción de una escuela, de iglesias y del cementerio, y llegó a ser durante tres años presidente comunal de San Jerónimo (1872-1875).

La nota

José Luis Eggel, coleccionista de fotos e investigador histórico, junto a la tumba de uno de los guardias suizos que vivieron y fallecieron en San Jerónimo Norte.

José Eggel nos recibió en San Jerónimo Norte para llevarnos al cementerio y guiarnos hasta las tumbas de estos dos inmigrantes suizos y para ofrecernos fotos y datos de José Haas y Pablo Jossen.

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Vivienda rural de María Kuchen y José Haas, en el balcón, junto a Marían Kuchen, Vicente Kuchen y Crecencia Invinkelried.

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José Haas junto a su esposa, María Kuchen. La niña es una sobrina, Ana Kuchen Invinkelried.

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Pablo Jossen, quien estuviera como guardia suizo al servicio del papa Pío IX.

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El guardia suizo José Haas, sentado primero a la izquierda, en tiempos de León XIII.

LA EXPOSICIÓN QUE PODREMOS VER EN NOVIEMBRE

Según anunció a El Litoral el padre rector del Colegio Inmaculada Concepción, Leonardo Nardín S.J., de 5 al 25 de noviembre, los santafesinos podremos recorrer la muestra “La Guardia Suiza y el Santo Padre”, que llegará tras exhibirse en el Palacio San Martín y en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.

La muestra comprende paneles, gigantografías, fotos, vitrinas con objetos y maniquíes con los tradicionales trajes coloridos y la clásica alabarda del ejército pontificio, Los paneles cuentan la apasionante historia de estos custodios del papa.