editorial

Uocra, violencia y un Estado impotente

  • Nuevos enfrentamientos se produjeron en el marco de las internas de la Uocra. Hace meses que la región se convirtió en un campo de batalla.

Era sólo cuestión de tiempo. Cuando el jueves al mediodía centenares de integrantes de un sector interno de la Uocra local abandonaron la toma de la Central Térmica Brigadier López de Sauce Viejo, se sabía que más temprano que tarde un nuevo enfrentamiento se produciría en el marco de un conflicto sindical que se ha caracterizado por la violencia y la impunidad.

Ayer por la mañana, cerca de veinte personas debieron recibir asistencia médica luego de que integrantes de facciones enfrentadas del gremio se trenzaran en una batalla campal. Los hechos comenzaron a las 8.20, en la obra de ampliación de la central termoeléctrica, cuando un grupo de trabajadores que ingresaba al predio en dos colectivos fue atacado por otros activistas.

La semana previa a este enfrentamiento estuvo caracterizada, una vez más, por la tensión y el conflicto. Durante seis días, el sector interno liderado por Emanuel Araya mantuvo tomada la planta, en reclamo por 60 despidos producidos por las firmas contratistas de la obra.

Pero esto no fue todo. Además, previamente y por orden de la Justicia, la Policía debió desalojar las sedes sindicales de calles Ituzaingó 2043 y Junín 2731, que permanecían copadas por el mismo sector interno del gremio desde principios de año. Para lograr este objetivo, fue necesaria la presencia de 130 efectivos policiales, pues no se descartaba que se intentara impedir la recuperación de los locales con el uso de armas de fuego.

Durante los últimos meses, la ciudad y su zona de influencia se han convertido en una suerte de campo de batalla en el que la Uocra dirime sus conflictos internos.

Antes de la central térmica de Sauce Viejo, el enfrentamiento se reflejó en pleno microcentro de la ciudad, con disparos de armas de fuego y dos motos incendiadas. El problema también se planteó frente a las obras del Cemafe y hasta en domicilios particulares de allegados a dirigentes gremiales.

Por un lado, la facción interna que responde a Emanuel Araya y que reclama elecciones en la sede local del sindicato. Por el otro, la intervención encabezada por Horacio Lemos, dispuesta por la Uocra nacional que conduce el dirigente Gerardo Martínez.

Mientras tanto, los distintos estamentos del Estado no parecen estar a la altura de las circunstancias, pues se muestran incapaces de resolver esta situación o, al menos, de evitar que nuevos hechos de violencia continúen poniendo en riesgo a quienes nada tienen que ver con el conflicto.

Resulta evidente que lo que está en juego va mucho más allá de la mera conducción de un sindicato. Desde la Justicia reconocen que se está dirimiendo una importante cuota de poder y recursos económicos.

Mientras tanto, no resulta sencillo comprender cómo es posible que un dirigente que supuestamente ha perdido la posibilidad de controlar el aparato sindical esté en condiciones de movilizar -y desmovilizar- a centenares de personas con tanta facilidad y eficacia.

Hasta el momento y por fortuna, no hubo que lamentar situaciones irreparables en esta lucha desenfrenada. Sin embargo, mientras el Estado continúe actuando tras los hechos consumados, el agravamiento de la situación sólo parece ser cuestión de tiempo.

Mientras el Estado continúe actuando tras los hechos consumados, el agravamiento de la situación sólo parece ser cuestión de tiempo.