LAN, Piñera y los tuits de Cristina

El uso de comillas en una palabra constituye una carga irónica que sugiere el significado opuesto al que habitualmente tiene.

La señora presidenta escribió en un tuit que el presidente de Chile, Sebastián Piñera, a la hora de asumir el gobierno había “vendido” las acciones de su propiedad en la compañía de aviones LAN. En cualquier parte del mundo, y más allá de los usos diplomáticos, el uso de comillas en una palabra constituye una carga irónica que sugiere el significado opuesto al que habitualmente tiene.

Así, por lo menos, lo entendió la cancillería del país trasandino, motivo por el cual en el acto emitió un comunicado en que decía que “en Chile el presidente y los parlamentarios son democráticamente elegidos con total transparencia de su trayectoria y su patrimonio e intereses. Una vez electos, desde el presidente hasta cualquier alto funcionario público debe cumplir las normas de transparencia y declarar su patrimonio y todos sus intereses”.

Seguramente la tentación de observar, de la manera más elegante posible, que estas exigencias suelen no cumplirse en la Argentina, estuvo presente en los funcionarios chilenos, pero si así fuere, prefirieron limitarse, respetar la tradición diplomática, ser cuidadosos con las palabras y no agraviar o crear innecesarias tensiones con un país vecino con el que comparten intereses, tradiciones, afectos y miles de kilómetros de frontera.

Lamentablemente, ese criterio no parece estar presente en las actuales autoridades políticas argentinas, quienes, dicho sea de paso, se distinguen por sus exabruptos, su imprudencia política y su torpeza técnica, negativo combo que le causa severos daños al país en el campo de las relaciones internacionales.

En el caso que nos ocupa, sería deseable que la señora no olvidara con tanta facilidad su investidura. Un presidente lo es las veinticuatro horas del día, y ello incluye el momento en el que se decide a escribir un tuit, sobre todo cuando su contenido puede ser interpretado por el mandatario de un país vecino como agraviante u ofensivo.

Pero, además, la presidenta debería haber sido particularmente cuidadosa en un tema en el que su situación, y la de sus colaboradores más cercanos, no es precisamente cómoda. Digamos, en principio, que más allá de las anécdotas personales, en la Argentina la seguridad jurídica muestra fisuras que se agrandan por contraste respecto de las prácticas de Chile en esta materia. Por el contrario, asesores destacados del régimen kirchnerista han explicitado en diferentes ocasiones que conceptos tales como los de seguridad jurídica, Estado de Derecho o controles institucionales no hacen otra cosa que cristalizar los privilegios de los enemigos del pueblo, entre otras lindezas por el estilo.

Según Transparencia Internacional, Chile y Uruguay exhiben índices de corrupción mucho más bajos que la Argentina. Esto quiere decir que si por casualidad a Piñera se le ocurriera multiplicar su patrimonio personal o acudir al favor de testaferros, como sugiere el tuit de la señora, seguramente sería sometido a un juicio político. Ninguno de estos peligros acecha a las actuales autoridades argentinas, quienes por el contrario, hasta el momento no se han dignado a dar ninguna explicación satisfactoria acerca de episodios atravesados por sucesivos escándalos.

En la Argentina, la seguridad jurídica muestra fisuras que se agrandan por contraste respecto de las prácticas de Chile en esta materia.