Desentrañando el pasado

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La antropóloga, doctora en arqueología e investigadora descubrió -en Santo Tomé y Coronda- los primeros indicios de ocupación humana en el período precolombino en esta región. Luego de diez años de intenso trabajo, fue nombrada directora del flamante Museo Arqueológico de Santo Tomé, donde se exhiben muchos de los restos recuperados. Nos invita a un viaje apasionante en el túnel del tiempo, para interpretar la cultura de quienes pisaron estas tierras hace más de 2.000 años.

Rosario Feuillet

TEXTOS. AGUSTINA MAI ([email protected]). FOTO. rosario feuillet.

HACER ARQUEOLOGÍA EN SANTA FE. “En 2002 me recibí de licenciada en Antropología con orientación en Arqueología y obtuve una beca doctoral de Conicet para investigar ‘El registro arqueológico del uso del espacio en la cuenca del río Salado y Coronda’. ¿Por qué elegí esta zona? Porque la mayoría de las investigaciones arqueológicas se habían concentrado en el río Paraná y nadie había trabajado de manera sistemática y ordenada en el río Salado. Era una inquietud que tenía: ¿cómo puede ser que aquí nadie haya hecho arqueología? Además la gente te comenta que vio o que encontró algo. Entonces decidí que era tiempo de que alguien se ocupara de esto. Lo bueno es que no había demasiadas cosas hechas y lo malo era justamente lo mismo, así que empecé de cero y eso fue un gran esfuerzo”.

VALOR PATRIMONIAL. “Mucho del trabajo se hizo ad honorem, con el aporte de algunas instituciones, como la Fundación Arqueológica del Litoral y los municipios de Santo Tomé y Coronda. Éramos cinco amigos que nos ayudábamos entre todos. Nuestra intención es analizar las sociedades aborígenes prehispánicas y evaluar el uso de estos espacios en un pasado que no está escrito en ningún lugar. Como no tenemos registro escrito, lo hacemos a través de lo que encontramos: objetos, que a veces son sólo pedacitos. Los objetos viejos nos interesan en tanto sean portadores de información y reflejen el modo de vida de personas que habitaron hace 1000 ó 3000 años y que pisaron el mismo suelo que hoy pisamos. Por eso tienen valor patrimonial”.

¿POR DÓNDE EMPEZAR? “Empecé a trabajar con cartas topográficas e imágenes satelitales para ver dónde podrían haberse ubicado las sociedades aborígenes prehispánicas en el pasado. Tratamos de localizar puntos elevados y salir a caminar, a ver qué cuenta el paisaje, qué pistas da de lo que hacía la gente. Fue así que localizamos sitios arqueológicos, muchos con ayuda de pescadores que nos llevaron a las islas. Los baqueanos nos llevaron por la zona donde -en 1940- Agustín Zapata Gollán había relevado una serie de sitios en el río Coronda y el Salado. Salimos a buscarlos y los encontramos. Trabajamos en Las Tejas sobre el arroyo Canelones, el ombú de Basualdo -que es emblemático en Coronda-, la isleta del árbol viejo cerca de la cortada de los suspiros. Desde 2003, ya llevamos localizados 15 sitios que nos hablan del quehacer y de la cotidianeidad de la gente que vivió en esta zona: algunos sitios bastante antiguos datan del 360 antes de Cristo; otros más jóvenes, como en Coronda, son aproximadamente del 1540 d. C. en adelante”.

EL PRIMER DESCUBRIMIENTO. “La primera excavación dentro de este proyecto fue en 2003, en el barrio Adelina Este de Santo Tomé porque era uno de los puntos más altos de esa ciudad. Habíamos hecho un relevamiento y habían aparecido unos pequeños fragmentos en superficie. Además, algunos vecinos habían encontrado vasijas completas y distintos objetos en los patios de sus casas. Hicimos la primera excavación y encontramos unos cuantos fragmentos cerámicos y restos de animales consumidos, que nos empezaban a hablar de la gente que había vivido allí. En 2007, luego de una gran lluvia, cuando el agua empieza a escurrir sobre la calle Roverano, quedan descubiertos lo que los vecinos pensaban que eran vasijas, pero se trataban de cráneos expuestos, entonces empezamos las tareas de rescate”.

UN CEMENTERIO. “Una de las características de Adelina Este es que se trata de un área de cementerio. Toda esta zona es un gran yacimiento arqueológico: tenemos evidencia de ocupación desde el 360 antes de Cristo hasta el 1.000 dC. Aquí se han enterrado personas por generaciones: hombres, mujeres y algunos niños, algunos con 300 años de diferencia entre un resto y otro. Todos tienen una disposición ordenada: mirando hacia donde sale el sol. También encontramos huesos de yaguareté, un animal vinculado a los rituales y la esfera simbólica. Recuperamos más de 30 entierros, que pueden tener una o más personas. Pero sólo recuperamos lo que encontramos en superficie porque corrían riesgo inmediato de ser destruidos”.

EL ANÁLISIS DE LAS PIEZAS. “El trabajo de excavación es muy metódico. No sólo el objeto es importante, sino también el contexto en el que se encuentra: por eso se fotografía, se toman medidas, se dibujan y se hacen planos. Una vez retirados, los materiales pasan al laboratorio. El análisis que se les realiza depende del tipo de pieza. Las de cerámica se limpian, se relevan sus atributos (decoración, pintura, tipo de pasta, componentes, grosor, medidas) y se le hacen análisis químicos para aproximarnos al contenido de los recipientes. Si encontramos instrumentos de roca, primero determinamos el tipo de materia prima utilizada para inferir de dónde la sacaron, porque la provincia no tiene afloramientos rocosos, con lo cual todo instrumento de roca viene de otro lugar (puede ser de la costa del río Uruguay o de Córdoba). Encontramos una especie de cuchillo, una punta de proyectil en hueso de ave para armas arrojadizas (punta de flecha, arpones o lanzas). Con los restos humanos o de fauna, también se realizan análisis químicos en laboratorios de Buenos Aires. Otras muestras las mandamos a Arizona y a Georgia, donde hacen las dataciones de carbono 14, que nos permiten saber la antigüedad del resto y conocer el tipo de dieta (carnívora, vegetariana). Finalmente, interpretamos esos datos”.

QUIÉN ES

Nació el 20 de abril de 1977 en la ciudad de Santa Fe. Es licenciada en antropología y doctora en Humanidades y Artes con mención en Antropología, de la Universidad Nacional de Rosario.

Está casada con José y tiene una hija de 3 años: Lucina. Actualmente vive en Rosario, pero viaja frecuentemente a Santa Fe, ya que es la directora del flamante Museo Arqueológico de Santo Tomé.

Obtuvo dos becas Conicet: una doctoral y otra posdoctoral, gracias a la cual amplió su área de investigación: desde donde comienza la autopista Rosario-Santa Fe hasta casi Barrancas.

MUSEO MUNICIPAL

“Dada la alta cantidad de material que se encontró, el Museo Arqueológico de Santo Tomé se inauguró el 25 de mayo de este año en el barrio Adelina Este. Crear un museo en el mismo lugar del descubrimiento es una mirada importante desde el gobierno municipal porque apostó a la preservación en el mismo sitio. El museo tiene tres principios: la difusión, la investigación y la comunicación a través de distintas actividades. Su creación es importantísima a nivel regional porque es la primera vez que se construye uno de estas características, exclusivamente destinado a salvaguardar un patrimonio arqueológico prehispánico, del que conocemos muy poquito. A pesar de que hace diez años que estamos trabajando, las investigaciones arqueológicas aquí recién empiezan, estamos en la punta del ovillo. El museo es un lugar convocante de otros investigadores de la zona y al contar con un laboratorio, estamos generando un lugar de trabajo y un centro de interpretación local”.

así soy yo