En Familia

El desenfreno

Rubén Panotto (*)

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La estructura de la palabra ya nos ubica en un comportamiento o conducta “sin frenos”, descontrol impulsivo fuera de orden y de toda medida. En realidad, el desenfreno puede producirse en una variedad de conductas, que serán las que delaten nuestra personal debilidad de carácter. Entre otras, mencionamos la corrupción, adicciones, deshonestidad, desbordamiento, incontinencia verbal, soberbia, etc., todas las cuales acarrean como resultado la violencia y la muerte. En distintas épocas, hemos sido conmovidos por algunos casos a los cuales podemos atribuirles el título de “Consecuencias del desenfreno”: el caso Cabello, en que un joven mató a una mujer y a su pequeña hija, al atropellarlas mientras corría una picada de autos por las calles de Bs. As., en 1999. El caso de Tapalqué, en que un sujeto, conocido como líder religioso, esclavizó y abusó laboral y sexualmente de una niña de 13 años, durante más de 5 años. Luego, fue atrapado en su propia vivienda que usaba como cárcel, en el momento que daba rienda suelta a su desenfreno de depravación, mientras miraba películas pornográficas por televisión. En nuestra propia ciudad y sus alrededores, en los últimos días, dos adolescentes de 15 años sin relación alguna entre ellos, protagonizaron sendos desbordes con armas de fuego, terminando uno con la vida de una niña de 14 años, y el otro agonizando en un hospital con un disparo en la cabeza. Por otra parte y por estas horas, el cerebro del robo del siglo, Mario Vitette Sellanes, confesó que es un profesional del delito, dando muestras de su desenfreno en la deshonestidad, la rapiña y soberbia personal, preanunciando que es posible que siga cometiendo delitos en su país natal, Uruguay. El bullying escolar y laboral, la intolerancia de los conductores en la calle, la corrupción de muchos funcionarios, empresarios y gente simple, el enriquecimiento ilícito, el descontrol en el consumo de alcohol, drogas y sexo libre, son el signo de nuestra época, provocado sin dudas por la falta de contención y referentes creíbles en la familia y la sociedad.

Presas fáciles

Los jóvenes y adolescentes son las presas del desenfreno. Toda propuesta marginal y destructora apunta a nuestros jóvenes y adolescentes. A partir del día jueves de cada semana, vemos las caravanas comandadas por ellos, dispuestos a disfrutar del desenfreno que no llena, del exceso que no sacia, del sexo que no da placer. Esta práctica ha pasado a ser habitual, ante el nulo interés de padres, familias y referentes sociales. Es habitual también ver cómo los jóvenes insatisfechos y desengañados del placer no encontrado, dirimen diferencias en verdaderas guerras callejeras que llegan a límites de discapacidad y muerte. La falta de tiempo de sus progenitores hace que muchas veces ni se enteren de la realidad de sus hijos. Muchos padres a quienes aprecio, hablan de tener tiempo de “calidad” no tanto de “cantidad”, pero las estadísticas muestran que en nuestro país los padres varones dedican en promedio no más de 7 minutos por día y por hijo. En un tiempo tan reducido, es imposible establecer una relación de calidad. No nos engañemos los padres, docentes y líderes sociales creyendo que hacen falta más leyes para que el Estado empodere su paternidad sobre las personas. El deber de cuidar a niños y púberes es de los padres. Reaccionemos ante el acecho de las drogas y el alcohol en las puertas de nuestras casas, instituciones educativas y centros de diversión bajo el diseño de confiterías bailables.

¿Le parece aceptable que bajo el pretexto de que los tiempos han cambiado, los padres abandonemos el control y la orientación responsable de nuestros hijos? Seguir mirando para otro lado y quitarse responsabilidades nos conducirá a una sociedad miserable que da la espalda a los valores y a Dios. El diálogo de la enseñanza y de los pactos ha desaparecido y debemos recuperarlo como sea, antes de que sigan avanzando propuestas desatinadas que están reduciendo a los pueblos y familias a una virtual desaparición.

Una recomendación de sabiduría para los jóvenes declara: “Fíate de Dios de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión. Reverencia a Dios y apártate del mal”.

(*) Orientador Familiar

¿Es aceptable que bajo el pretexto de que los tiempos han cambiado, los padres abandonemos el control y la orientación responsable de nuestros hijos?