Sin piedad

“A mi hija le apuntaron al pecho, le tiraron a matar”

Guadalupe Stinermann, mamá de María Rafaela, la pasajera de 14 años baleada anoche en barrio Barranquitas durante el asalto a un colectivo, contó lo ocurrido. La pequeña, con un tiro en su muslo derecho y otro en el tórax, se recupera en el Hospital de Niños.

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“A mi chiquita casi la asesinan porque no quiso que le robaran el bolso”, manifestó Guadalupe esta mañana, en la puerta del hospital de niños Dr. Orlando Alassia. Foto: Mauricio Garín

 

Joaquín Fidalgo

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“Todavía no puedo creer lo que nos pasó. Ayer, leía estas cosas en el diario y ahora nos tocó a nosotros. Es terrible decirlo, pero no hay gobierno, porque nos gobiernan los delincuentes. A mi hija la trataron de asesinar para robarle un bolso, le tiraron a matar, porque el delincuente siempre le apuntó al pecho. Parece increíble hablar de suerte con todo lo que pasó, pero realmente es así, porque ella lo puede contar”, relató esta mañana Guadalupe Stinermann, entre sollozos, en la puerta del hospital de niños Dr. Orlando Alassia.

La mujer aguardaba novedades sobre el estado de salud de su pequeña María Rafaela Lalli, de 14 años, quien anoche terminó internada en ese centro de salud luego de ser víctima de un violento asalto, cuando volvía a su hogar a bordo de un colectivo de la empresa Kieffer.

La adolescente, que ayer por la tarde había disfrutado de un paseo con amigas en la zona céntrica de nuestra ciudad, abordó el micro cerca de las 20, en la esquina de 4 de Enero y Junín, para dirigirse al barrio santotomesino de La Tatenguita. “Prácticamente se trata de un ‘colectivo familiar’, porque siempre somos los mismos quienes lo usamos. Las caras son todas conocidas. Nos saludamos. Somos vecinos de El Paso, El Pinar; o chicos que hacen deportes en Colón, Unión o CRAI. Pensamos que era seguro, hasta anoche”, contó Guadalupe.

“Esto es un asalto”

Ya en barrio Barranquitas, a la altura de Iturraspe y López y Planes, ascendieron al ómnibus un hombre, dos jóvenes y un niño. Estas cuatro personas estaban juntas y al llegar a calle La Paz comenzaron a saquear a los pasajeros, mientras el mayor apuntaba a las víctimas con un arma de fuego.

María Rafaela escuchaba música de su celular con auriculares y no se había percatado de la situación, cuando de repente sintió un fuerte golpe en uno de sus hombros. Era el delincuente que tenía un revólver y le pedía el celular y el bolso de cuero que llevaba. La joven, fiel a su “fuerte” carácter, primero se burló del ladrón: “No me jodas, es de juguete”, y luego se resistió a entregar sus pertenencias.

Entonces comenzaron los disparos. “El asaltante siempre le apuntó al pecho, pero erró los tiros porque mi hija forcejeó con él. El primer proyectil le impactó en el muslo derecho, a milímetros de la arteria femoral. María Rafaela, indignada, se levantó y forcejeó con el atacante. Estaba ‘contenta’, porque aunque sea le pudo pegar. Entonces le tiró por segunda vez. Esa bala le rozó el tórax, en el costado, y le provocó un corte profundo, pero no entró”, relató la mamá.

Los asaltantes huyeron corriendo con la cartera y la dejaron tirada -sin la billetera- unas cuadras después, en la esquina de calle Córdoba y Pasaje Laguna. El colectivero avanzó entonces hasta la flamante comisaría ubicada a pocos metros, en el ingreso a la autopista, y pidió ayuda.

“Muy injusto”

“La ambulancia llegó en cinco minutos -agregó la mujer-. La atención en el hospital es excelente. No tengo más que palabras de agradecimiento a todos. Mi hija es deportista, juega al fútbol y ahora tiene un tiro en la pierna. Es la primera vez que debe recibir asistencia médica y es por este motivo. A ella le volví a decir hoy que en situaciones así tenía que darle todo al ladrón, pero ella me contestó: ‘Mamá, era muy injusto. Me apuntó siempre al pecho’. Después se largó a llorar. Con 14 años conoció la injusticia, de la peor manera, y de la mejor a la vez, porque no la mataron”.

María Rafaela es la menor de cinco hermanos. Este mediodía, los médicos le practicaban estudios para tratar de determinar si el proyectil, que quedó alojado en su pierna, estaba comprometiendo alguna vena o arteria. En base a estos resultados, se iba a decidir si se le practicaba una intervención quirúrgica para extraerle el plomo.

“No sé cómo sigue esto. Tengo miedo de todo, aunque sé que la vida debe continuar. Los chicos tienen que seguir yendo al colegio, a deportes”, puntualizó Guadalupe Stinermann.

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"La ambulancia llegó en cinco minutos y la atención en el hospital es espectacular", aseguró la madre de la víctima. Foto: Mauricio Garín

Problemas en el acceso por la autopista

  • “Es una verdadera pena. Conocemos a la nena porque viaja con nosotros desde hace tiempo”, expresó César Ariel Kiefer, de la empresa Kiefer Tour a la que pertenece el vehículo asaltado anoche.

La firma conecta la ciudad de Santa Fe con la zona de countries de la autopista Santa Fe-Rosario desde 1998, y, según su titular, “nunca tuvimos un problema así, tan extremo”. En los 12 viajes traslados que realiza la empresa “viaja una mayoría de chicos que van y vienen a la escuela, y a diferentes actividades”; por esta razón “los conocemos a todos. Es una pena lo que pasó con esta nena, gracias a Dios no pasó a mayores”.

César Ariel Kiefer contó que los 7 choferes que realizan el recorrido de ida y vuelta (un total de 35 km) tienen especial cuidado “al tomar el tramo de López y Planes, calle Iturraspe y avenida J. D. Perón, aunque nunca pasó algo como esto”. Si bien Kiefer confirmó que “éste es el primer asalto que sufrimos en el año”, agregó que “son habituales los piedrazos en el acceso de Iturraspe y Perón”.

En este acceso a la ciudad se inauguró el 20 de marzo de este año la nueva Comisaría Nº 28 y, del otro lado de la ruta, cuatro meses más tarde abrió sus puertas el Jardín Municipal Barranquitas. Tras habilitar estas instituciones los vecinos de la zona de countries coincidieron en que los piedrazos disminuyeron, pero todavía existen y exigen tomar recaudos. A esta postura se suma la de Ramón Narvaez, presidente de vecinal Barranquitas Sur, para quien “hay menos piedrazos; pero sí, hay”. El problema, a sus ojos, es que “por más presencia policial que haya, lo que falta es empleo y más respeto por la policía”.

Por su parte, el presidente de la vecinal Barranquitas Oeste, Eugenio Acosta, sostuvo que “la nueva comisaría no cambió nada, ni para quienes llegan a la ciudad ni para el barrio. No hay prevención: no vemos patrulleros en la calle ni policías en la zona”. En las cercanía a la avenida Perón, “por la mañana asaltan a los chicos que van a la escuela y a quienes van a trabajar, y lo mismo pasa a la noche”.