Tribuna de opinión

El triángulo virtuoso (T-T-T)

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Dr. Mariano A.T. Candioti

Cuando pensamos en los perfiles que debería reunir un dirigente de los colectivos social, gremial, institucional, político u otros, regularmente construimos un listado de requisitos, tipo check-list, que por cierto, resulta difícil de lograrlos sintetizados en una persona.

Por esta razón, proponemos recurrir a un ejercicio ético basado en la contundencia de una figura geométrica, un triángulo.

El trabajo consiste en imaginar la concurrencia de sólo tres aspectos-valores a considerar y verificar -eventualmente- en un dirigente de cualquier referencia sectorial. Creemos que este ejercicio puede ser de utilidad diaria, de aplicación a cualquier aspirante a representarnos.

Así entonces vamos a ensayar la teoría de un triángulo virtuoso, de un formato geométrico isósceles, en el cual cada virtud tenga la capacidad de ser igual a la otra y a su vez de ser fungible de lado, y que a su vez, cada lado pueda por sí, representar un sinfín de principios, conductas, gestos, todo lo cual transformará a este triángulo en una fuerza centrípeta de valores éticos, valores ciudadanos.

Un lado del triángulo, llamémoslo lado “A”, va a comenzar con el Talento.

Ubicamos en este lado a la capacidad, la formación, el estudio, la profesionalización de un estándar laboral, la rigurosidad científica en la busca de las respuestas, la elaboración sistémica y fundada de propuestas, la seriedad de una trayectoria en cualquier ámbito de actuación: científico, académico, artístico, laboral primario o sofisticado, cualquiera sea, el Talento es seriedad en la formación y compromiso con la construcción de una sociedad justa e inclusiva. Experticia. Tal vez el constituyente primero pensó de un modo similar al incluir el texto del artículo 16 CN:

“La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad”. Propongo pensar a esta idoneidad constitucional, que no es sinónimo de enciclopedismo, como Talento.

Por su parte, al lado “B” de nuestro formato isósceles, lo identificamos con la Transparencia; en el obrar, en el decir, en el pensar, en el compromiso con el Estado democrático de derecho y la defensa de los derechos humanos.

Tal vez pueda parecer un exceso principista, pero entendemos que para sostener la Transparencia que pretendemos, no basta para nuestro dirigente con apegarse al principio constitucional de la inocencia (Art. 18 CN) así como tampoco le es factible argumentar el principio constitucional de reserva (Art. 19 CN).

Pretendemos una Transparencia activa, una actitud de apertura para el conocimiento público de sus bienes, de sus principios, de sus ideas y su acción y, por supuesto, a su permanente disposición al control externo. No hay ranking de honorabilidad que suponga eludir la mirada externa o una rendición de cuentas. Accontability.

Caminar por cualquier calle de ciudades y pueblos, sin ser interpelados, sólo lo pueden hacer los hombres y las mujeres dirigentes que sean honorables y comprometidos con la democracia constitucional. Eso es Transparencia.

En el cierre imaginario de nuestro triángulo, ubicamos al lado “C”, el tercero, al que identificamos como Trabajo.

Aquí pensamos en la cultura del Trabajo honrado, en la dignidad de un Hombre del Trabajo, en el compromiso diario, constante y permanente de nuestros dirigentes, sin distinción y en igualdad de género, comprometidos con sus representados.

Este lado del triángulo refiere al representante en movimiento y pretende que sea la acreditación diaria del esfuerzo y la contracción por aquellos a quienes se representa.

Sin esfuerzo, sin sacrificio, no hay frutos y nuestro triángulo exige el Trabajo.

Ahora bien, hechas estas breves referencias a los tres lados de nuestro triángulo isósceles: Talento, Transparencia, Trabajo, queda formular algunas aclaraciones:

1- No están ordenados ni analizados por valoración o jerarquía. Todos los lados valen igual y su ética ciudadana es idéntica.

2- Su ubicación en la figura geométrica es fungible. Todos los lados pueden ser la base y todos conforman la matriz.

3- Todos los lados deben ser de trazo grueso. Fuertes. No es posible que haya lados débiles, todos deben ser consistentes. No son posibles lados débiles, claudicantes.

4- El ejercicio del análisis del representante se puede comenzar por cualquiera de los lados del triángulo, con la convicción y certeza de que no puede estar ausente ninguno, pues de otro modo, no resultaría un triángulo, no ya isósceles, sino una “no figura geométrica”.

5- El cierre indica que todos los lados tienen idéntica fortaleza ética, todos ellos son fungibles entre sí, todos deben ser fuertes, orgullosos de sí mismos, y todos deben siempre estar reunidos formando el triángulo virtuoso.

Colofón: No he pretendido elaborar un teorema, pero ojalá lo fuera: el teorema del triángulo virtuoso, cuyo enunciado se presentaría más o menos de este modo:

“Ciudadano: antes de dar su representación a un tercero, imagínelo dentro del triángulo virtuoso y vea si en la base de su candidato está la Transparencia, tranquila, sin quejas de su acción o dichos; si a un lado aparece el Talento, asentado en una reconocida y pública trayectoria y formación y si del otro lado lo saluda el Trabajo, comprometido y sin ambages; entonces si, actúe como considere, discierna su voluntad libre y responsablemente‘.

Uno, más uno, más otro y otros ciudadanos pondrán en marcha la fuerza centrípeta del triángulo virtuoso, con sólo tres T, multiplicando conceptos, valores, fortaleciendo y construyendo ciudadanía y democracia constitucional.

Uno, más uno, más otro y otros ciudadanos pondrán en marcha la fuerza centrípeta del triángulo virtuoso, con sólo tres T, multiplicando conceptos, valores, fortaleciendo y construyendo ciudadanía y democracia constitucional.