Derecho a la privacidad y confianza internacional en discusión

EE.UU. propone una “revisión total” del espionaje

  • La Casa Blanca sopesa un cambio sustancial en su política de espionaje después de que las filtraciones de Edward Snowden hayan puesto en peligro la confianza de sus aliados. Sin embargo, existen indicios de que estas políticas no serían nuevas ni exclusivas de EE.UU.

Redacción de El Litoral

Agencias EFE/DPA

El Director Nacional de Inteligencia de EEUU, James Clapper, hizo públicos varios documentos anteriormente clasificados sobre programas de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que datan en su mayoría de 2009, cuando la Casa Blanca presionó al Congreso para aprobar secciones de la Ley Patriótica, aprobada tras los atentados del 11S.

Entre los documentos desclasificados se detalla cómo el Departamento de Justicia autorizó la captura de datos de teléfonos móviles desde las torres de transmisión desde 2010.

Otros documentos confirman que la NSA, el FBI y el Departamento de Justicia notificaron al Congreso de sus intenciones de fortalecer su recopilación de los llamados “metadatos” telefónicos, que incluye información de números de teléfono u hora de las llamadas, aunque no su contenido.

Desde que en junio Edward Snowden, ex analista de la NSA, comenzara a filtrar datos de los programas de espionaje de la agencia, el Gobierno de Barack Obama se ha comprometido a desclasificar detalles de dichos programas en aras de la transparencia.

Con esta nueva publicación de información Clapper intenta aclarar a los estadounidenses que el espionaje no vulneró su derecho a la privacidad.

Pese a la desclasificación de documentos, la administración de Obama se enfrenta a una gran presión, sobre todo después de que Snowden revelara que EE.UU. espió a mandatarios de países europeos y latinoamericanos, algo que pone en peligro la relación de confianza con naciones aliadas.

Hoy el diario Wall Street Journal y el Washington Post aseguraron que Obama desconocía que se espiaban las comunicaciones de líderes de países aliados hasta este mismo verano, cuando ordenó suspender alguno de ellos.

Según las fuentes gubernamentales consultadas por el Post, Obama fue informado de un programa bajo el título “recopilación de datos de jefes de Estado, que incluía el espionaje a la canciller alemana Angela Merkel desde 2002.

Obama se mostró sorprendido de que no sólo se espiara a líderes de países adversarios, sino también de naciones amigas, aunque no transmitió ningún enfado.

“Un gran problema

Por su parte, la presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, la demócrata Dianne Feinstein, pidió una “revisión total” de los programas de espionaje electrónico para conocer en profundidad cómo operan los servicios de inteligencia.

Feinstein, quien ha sido una de las defensoras de la labor de la NSA, reconoció tras la revelación de que la agencia espía a líderes extranjeros que hay detalles del ciberespionaje que no conocen.

“Está claro que ciertas actividades de vigilancia se han llevado a cabo durante más de una década y que el Comité de Inteligencia del Senado no ha sido informado satisfactoriamente”, indicó Feinstein.

“El Congreso deber saber exactamente qué hace nuestra comunidad de inteligencia. Con este fin, el Comité va a iniciar una gran revisión de nuestros programas para recabar inteligencia”, aseguró. “Con respecto a la recopilación de inteligencia de líderes de países aliados de Estados Unidos como Francia, España, México o Alemania, déjenme ser clara: me opongo totalmente”, señaló el comunicado.

“No creo que Estados Unidos debiera recopilar llamadas y correos electrónicos de presidentes y primeros ministros amigos. El presidente debería aprobar este tipo de operaciones”, afirmó Feinstein.

La senadora dijo que hasta donde ella es consciente el presidente Barack Obama no estaba al corriente de que las comunicaciones de la canciller Angela Merkel se espiaban desde 2002 y eso “es un gran problema”.

Asimismo, aseguro que la Casa Blanca le ha informado que el espionaje de las comunicaciones de aliados “no continuará”. La revisión prometida por Obama debería estar lista para finales de este año.

La CIDH reclama una regulación

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos juzgó hoy necesario aumentar la regulación externa de las agencias de inteligencia de EE.UU. para proteger los derechos de estadounidenses y extranjeros.

Las recientes revelaciones sobre el espionaje masivo y la situación en la base naval de Guantánamo abrieron el 149 periodo de sesiones de la CIDH, organismo dedicado a la defensa de los derechos humanos en las Américas.

Ante una silenciosa representación del Gobierno de EE.UU., los comisionados examinaron por primera vez las prácticas de la NSA, y se mostraron preocupados por su impacto en dos derechos: el de la privacidad y el de la libertad de expresión.

El comisionado Felipe González, uno de los siete miembros de la CIDH, aseguró que hay “una ausencia” de mecanismos de control de las actividades de inteligencia “que funcionen adecuadamente”.

“El problema es que con un programa de esta envergadura y alcance es evidente que cualquier forma de control se vuelve ilusoria, cuando son decenas de millones de comunicaciones las vigiladas”, alertó González.

Destacó el papel que deben desempeñar los organismos internacionales y la sociedad civil para reclamar una mayor regulación, algo que también pidió su compañero Rodrigo Escobar Gil.

Entre quienes solicitaron la audiencia se contaba el relator especial de la ONU para la Libertad de Opinión y de Expresión, Frank La Rue, para quien lo más grave es “que quienes trabajan en agencias de inteligencia decidan por sí mismos hasta qué punto van a violar la privacidad”.

“Las comunicaciones pueden ser intervenidas, pero con debido proceso. Tiene que haber una orden judicial, tiene que haber una vigilancia del sistema judicial y un monitoreo desde el Congreso”, señaló La Rue en declaraciones a periodistas.

“Si se empiezan a perder los controles democráticos, esto se vuelve masivo. Y al ser masivo y sin control, se vuelve intimidatorio, se vuelve una forma de censura”, agregó.

Alex Abdo, experto legal de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU), señaló por su parte que la NSA ha pasado de “un modo de inteligencia selectiva a recolectar todo tipo de datos y después seleccionar” algunos, algo que “tendrá consecuencias para la privacidad, particularmente si lo adoptan otros países”.

La relatora para la Libertad de Expresión de la CIDH, Catalina Botero, que en junio envió una carta a Estados Unidos junto a La Rue para mostrar su preocupación por los programas de espionaje, hizo hincapié en la distinción que el Gobierno estadounidense hace entre vigilancia a estadounidenses y a extranjeros.

Cualquier regulación de los programas, consideró Botero, debe garantizar que se proteja “la libertad de expresión no sólo de nacionales, sino de extranjeros”.

EE.UU. propone una “revisión total” del espionaje

Partidarios de una organización llamada “Stop Watching Us” (“Dejen de espiarnos”), portestó contra la NSA en Washington DC. Foto:Agencia EFE

análisis

Por Florencia Martín

Agencia DPA

Espiar no es nuevo: la NSA y la Colina del Diablo

  • Fue una de las principales centrales europeas de espionaje en épocas de la Guerra Fría. Hoy, las cuatro cúpulas blancas se alzan en un horizonte gris y desierto por encima de los techos de Berlín. El sitio está destartalado. Nadie pensaría que desde esas instalaciones, EE.UU interceptó durante décadas comunicaciones del bloque del este.

El predio, ubicado sobre la mayor elevación berlinesa, se llama nada menos que Colina del Diablo (en alemán: Teufelsberg).

El curioso nombre hace referencia a un lago cercano. No remite ni a las actividades de espionaje que se realizaban allí, ni a la peculiar historia del lugar, donde en plena década de los 40 el régimen nazi tenía pensado erigir un campus de estudios que formaría parte de la “capital mundial Germania”, a cargo de Albert Speer.

Pocos años después, al ser Alemania vencida en la Segunda Guerra Mundial, los planes cambiaron radicalmente: los estadounidenses sepultaron las ambiciones del Reich y comenzaron a operar, en 1957, desde esa misma colina. El objetivo: espiar al enemigo comunista.

En un primer momento, el lugar iba a ser utilizado únicamente para monitorear vuelos que comunicaban Berlín occidental con la República Federal de Alemania. Pero las filas estadounidenses pronto reconocieron que eran coordenadas ideales para establecer una base operativa de escuchas: el Berlín soviético estaba a un paso, y los equipos permitían monitorear el tráfico aéreo y comunicaciones de hasta 600 kilómetros detrás del Telón de Acero.

Esa no era la única central de escuchas. Formaba parte de una red de espionaje llamada Echelon, un programa operado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá.

En 1989, poco antes de la caída del muro, el semanario “Der Spiegel” contó 17 centros de vigilancia en territorio alemán. En 2000, lejos de los años en que el mundo estaba tensado por la polaridad capitalismo-comunismo, crecieron sospechas de que existían instalaciones en Baviera, conocidas por los servicios secretos alemanes bajo el nombre en clave “Hortensia III”, en las que se estaban realizando tareas de espionaje económico.

Un informe presentado un año después por el vicepresidente del Parlamento Europeo, Gerhard Schmid, enumeraba casos en que los servicios secretos habían espiado con objetivos comerciales: “El espionaje financiero no está permitido como fin. Pero todos los servicios de inteligencia tratan temas económicos como, por ejemplo, el seguimiento de los mercados financieros y de materias primas”, señalaba el informe de 2001.

La base bávara, operada por EEUU desde 1952 (y desde 1971 por la NSA), fue clausurada hace pocos años. La existencia del programa Echelon, del que formaba parte la gran Colina del Diablo de Berlín, también fue confirmada en 2001 por el Parlamento Europeo. Si bien no se precisaron informaciones sobre las labores efectuadas -debido a su carácter clasificado-, se supo que en el marco del programa se interceptaban llamadas telefónicas, faxes y datos transmitidos por Internet.

El informe parlamentario destacó que los servicios de espionaje extranjeros tenían acceso a comunicaciones intercontinentales mantenidas vía satélite o por canales submarinos. “Por eso la comunicación dentro de Europa casi no se ve afectada”, apuntó Schmid. “En cambio, la comunicación hacia los países africanos, hacia los Estados árabes o hacia Latinoamérica, sí”.

A juzgar por las develaciones de este año sobre las escuchas efectuadas por la NSA al teléfono de la canciller Angela Merkel, los servicios de inteligencia estadounidense no vieron por qué limitarse a las regiones de ultramar. Mantuvieron sus tecnologías en Alemania a la orden del día. Y operativas.

En el caso de la Colina del Diablo, las instalaciones perdieron oficialmente su razón de ser con la caída del Muro de Berlín, por lo que en 1992, poco después de la disolución de la Unión Soviética, los estadounidenses se retiraron del predio, que quedó a merced de vándalos y ladrones de cobre.

Desde entonces, el destino de la plataforma permanece en suspenso. Gran parte del terreno se vendió a una sociedad de inversión que pretendía construir un centro de conferencias y lofts de lujo, pero la propuesta quedó congelada ante las protestas de la población local y los crecientes costos del proyecto.

Hoy en día los berlineses van a la colina para pasar su tiempo libre en la naturaleza. La Colina del Diablo parece haber sido abandonada. Las actividades de espionaje estadounidense desde suelo alemán, no.