Juegan, dicen

5.jpg

“Mi hija”, foto de Miguel Grattier.

 

Por Carlos Piccioni

“... son los poetas juntos con los niños los que primero advierten las posibilidades más abiertas y secretas del lenguaje y juegan o se dejan jugar con ellas.” (Ivonne Bodelois)

Para no ser menos, la para mí amorosa escritura,

consiste en un comentario de Violeta (de nueve

para diez años), que recordó una línea de un

poema de mi libro “El confín de los sonidos”,

esa que habla de “unas carnes rojas” dijo.

Dijo que el corazón de la poesía está habitado

por la sangre ardiente de las palabras, eso dijo.

Cuando Lucio, con sus once meses, me mira y sonríe,

siento que me acerco a una cercanía, a la cercanía

de ese asunto jubiloso, qué será, qué

será, dice la canción, ese estallido de pura algarabía,

ese estallido, de esa algarabía, que para él,

que para mí, en esas fronteras inaccesibles para

el acertijo de la poesía, a esa aventura, le daremos,

el nombre de felicidad.