De dogmas y de brujas

Una vez más, se hace indispensable que se avance en el estudio del impacto medio ambiental y en la salud humana de los agroquímicos para consolidar reglamentaciones superadoras.

Federico Aguer

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Según informa el diccionario de la Real Academia Española, un dogma es un postulado que se valora por su condición de firme y verídico y al cual se reconoce como una afirmación irrefutable frente a la cual no hay espacio para réplicas. Una proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia.

Los profesionales del periodismo, deberíamos celebrar a la crítica constructiva y bien argumentada como una herramienta sustancial del sistema republicano. Para ello, intentar despojarse de los preconceptos y asumir las propias limitaciones asoman como los primeros pasos a dar.

El tema de los fitosanitarios, agroquímicos o agrotóxicos sigue despertando pasiones bien intencionadas, aunque no siempre igualmente fundamentadas, partiendo ya desde el modo mismo de denominarlos.

La agresión a los empleados de Monsanto es un episodio que preocupa, por tratarse de una manifestación violenta en un ámbito académico, y quienes critican alguna cobertura periodística del evento, deberían razonar primeramente sobre el hecho mismo: una patoteada cobarde. La UNL debería expedirse al respecto.

El dogmatismo, según lo expresa Augusto Comte, “lejos de tratarse de una posición ideológica, es una actitud frente a los conocimientos. Una persona que vive en una actitud dogmática, prescinde de la crítica y el análisis para comprender las teorías, simplemente las asume como reales o ciertas. Para ser más exactos podría ser catalogado, como un fundamentalismo intelectual, donde la razón realiza una acción casi pasiva, una labor que no está ligada a la crítica”. Las cazas de brujas sacaron los peor de la condición humana. Por eso, el futuro se edifica en el disenso, el aporte de la ciencia y la apertura a admitir que todos podemos estar equivocados.