Se inicia mañana

Adviento

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El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe. La opción por el pobre -decía el Santo Padre- es una página de la Cristología, sostiene el arzobispo. Foto: Archivo El Litoral

 

Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Este domingo iniciamos el Tiempo de Adviento. Tiempo de gracia que debemos aprovechar para profundizar y crecer en nuestra vida cristiana. Ella tiene su centro en la persona de Jesucristo. La actitud para iniciar este tiempo debe ser, por lo mismo, de apertura hacia un encuentro siempre nuevo con Jesucristo. Recordemos aquella luminosa enseñanza de Benedicto XVI, cuando decía: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Ap. 243).

Podríamos decir que ya lo conocemos, que ya nos hemos encontrado con Él. Esta actitud, sin embargo, nos puede encerrar en aparentes seguridades. El encuentro con Jesucristo siempre es nuevo, siempre es actual. El pasado nos ayuda como memoria de un camino. Quedarnos en el recuerdo de lo vivido nos puede alejar de una actitud de apertura a Cristo, que hoy se acerca a mí. Aparecida, cuando habla del Itinerario Formativo de los Discípulos Misioneros, nos señala cuáles son los: “Lugares de encuentro con Jesucristo” (246-257).

Como primer lugar de encuentro con Jesucristo nos habla de la Palabra de Dios. Esto parte de la fe en un Dios que habló; su palabra se convierte en fuente de vida. La fe cristiana no se confunde con un sentimiento subjetivo, sino que es respuesta a la Palabra de Dios que ha tomado la iniciativa: “Ahora, en este tiempo final, nos dice la carta a los Hebreos, Dios nos habló por medio de su Hijo” (Heb. 1, 2). ¡Qué importante es en este tiempo descubrir el valor de la lectio divina, como lectura orante de la Palabra de Dios! Esta lectura favorece el encuentro personal con Jesucristo.

Luego nos habla de la participación en la Sagrada Liturgia, de modo especial nos dice en la Eucaristía, que es: “El lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este sacramento, Jesús nos atrae hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo” (251). También, agrega, en: “La oración personal y comunitaria, donde el discípulo, alimentado por la Palabra y la Eucaristía, cultiva una relación de profunda amistad con Jesucristo y procura asumir la voluntad del Padre” (255).

Además, continúa, diciéndonos que: “Jesús está presente en medio de una comunidad viva en la fe y el amor fraterno” (256). Nos deberíamos preguntar cómo es mi presencia en la comunidad donde participo de la eucaristía. ¡Cuánta necesidad hay en nuestras parroquias y capillas, de una participación más activa y comprometida de quienes concurren a ellas! Finalmente concluye, diciendo, que lo encontramos a Jesús: “De un modo especial en los pobres, afligidos y enfermos” (cfr. Mt. 25, 37-40).

El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe. La opción por el pobre -decía el Santo Padre- es una página de la Cristología. No se trata de una ideología sino de un lugar de encuentro querido por Jesucristo. Tratemos de valorar en este tiempo de Adviento estos lugares donde el Señor nos espera. Sepamos disponer nuestro espíritu y de nuestro tiempo para este encuentro siempre nuevo con Jesucristo.

Reciban de su obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.