Los gritos del silencio

Los cambios en el gabinete nacional y la salida de Yahuar permiten ilusionarse con la llegada del diálogo al escenario. Sin grandes cambios de timón, con poco ya se marcan las diferencias.

Federico Aguer

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La estrategia política de la presidenta de la Nación adoptada luego de su cirugía demuestra haber asumido el impacto de la derrota electoral legislativa. A partir de allí, la sucesión de decisiones de arriba abajo parecen tener un impacto impredecible, aunque desnudan una tácita autocrítica hacia la falta de solución de los problemas más urgentes, como la inflación, la pérdida de reservas, la inseguridad y un estancamiento de las cadenas productivas.

El primer hecho significativo es la incorporación de una figura como Capitanich a la jefatura de Gabinete de Ministros con un “cheque en blanco” en la mano para gestionar la transición y ganarse -o perder- la continuidad del modelo.

La designación de Kicillof en Economía marca un aumento de poder para La Cámpora, aunque su cambio copernicano en temas como YPF y la salida de Guillermo Moreno del escenario político, permiten avizorar algo de sensatez que encarrile el período de transición.

Por otro lado, el nombramiento de Carlos Casamiquela en la cartera agropecuaria fue bien recibido por la producción, con la ilusión de reanudar un diálogo con las entidades del sector productivo que -aunque parezca increíble- está cortado desde 2008.

Roberto Delgado como secretario de Agricultura y Javier Rodríguez como secretario de Coordinación Política Institucional y Emergencia Agropecuaria prometen aire fresco, aunque permanece Carla Campos Bilbao al frente de la Secretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar. También se suma al equipo Héctor Espina como jefe de Gabinete, de dilatada trayectoria, y Diana Guillén se transforma en la primera presidenta mujer de SENASA, a quien le tocará encarrilar una institución que debe replantearse el camino a seguir.

Cambian los nombres, la pregunta es si también cambiarán las políticas. Por lo pronto, con poco ya se hizo mucho. Sin pegar ningún grito, convocando a todos y a todas. Veremos si lo cumplen.