Fin de año

Lenguaje vivo, lectura, color y pensamiento

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Llega la época en que tendremos tiempo para leer. En la ilustración: obra de Cecilia Varela. Foto: EFE

 

María del Carmen Villaverde de Nessier (*)

“No es insensato aquel que quiere juntar las sombras de las nubes que pasan sobre las olas del mar... pensando, soñando...” (Lanza del Vasto)

Ha llegado el tiempo largo de “tener más tiempo”. Claro es que estamos iniciando este tiempo sin horarios diarios y muchas veces superpuestos, tiempo sin minutos que se derraman unos sobre otros determinando la hora exacta de partir a cada actividad ya programada.

Ahora sí habrá tiempos libres para pensar y pasear desde la eternidad de las palabras que seguramente envuelven todos nuestros pensamientos, proyectando, comunicando, leyendo. Seguro que es el momento de revisar la memoria, en tanto recuperar o rememorar lo que aconteció y lo que deseamos realizar con otros y en nosotros cada vez que sentimos y pensamos en todo lo que pasa y gira en este vasto mundo de la vida como una contagiosa ilusión muchas veces inexplicable. Es una gloriosa ilusión que se nos devela a quienes, a través -por ejemplo- de la lectura personal nos dejamos envolver en los asombros de las palabras diciendo, narrando, historiando, poetizando la vida.

Así dijo Vladimir Nobokof al opinar sobre la lectura cotidiana: “El lector es aquel que tiene imaginación, memoria, un diccionario cerebral abundante y buen sentido artístico al decir. Este buen lector será un buen escritor”.

Es que acercándonos contentos a los libros, a la lectura, volarán y hablarán al oído las palabras que irán acuñando en la memoria paisajes, personajes y misterios con recuerdos viejos y realizaciones nuevas para imitar, discutir, desarrollar, recrear. Entonces ¡leer en vacaciones!, leer preservando y domesticando la palabra entera, porque ella forma parte de todo el proceso de crecimiento propio y socializado...

Lectura viva

Dice George Steiner: “Hablamos más que nunca y sin embargo decimos mucho menos. La gente hoy usa cada vez menos palabras y algunas son muy frívolas y se siente, sin embargo al respecto, una indiferencia generalizada”.

Leamos para ser mayores personas dentro de una sociedad verdaderamente pensante. Tengamos en cuenta primero qué es lo que más nos interesaría leer, para que la lectura sea viva y nos haga sentir bien. Busquemos también comentar con otros lo que estamos leyendo, intercambiando lecturas y opiniones.

Algunas propuestas lectoras entonces: El pájaro Federico, de Ayax Barnes (varias editoriales); Queridos adolescentes, crezcan felices, de René Trocero (Bonum); Los remedios de la abuela, de Valeria Edelsztein (varias editoriales); La maravillosa historia de Carapuntada, de Ramón Suarez-Cecilila Révora; Factoría Top Secret, de Ángeles Navarro (Edelvives); De domingo a lunes, de Francisco Hinojosa (Fondo de C. Económica); El país bajo mi piel, de Gioconda Beli (varias editoriales); El candor del Padre Brown, de Chesterton (varias editoriales); El viejo y el mar, de Heminway; Conflictos y diálogos en familias, de Carlos J. Durán (Paulinas); Las Pelucas, de Angélica Gorodischer (Sudamericana) y obras de autores como Adolfo Bioy Casares, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Italo Calvino, y más y más...

(*) Presidenta de la ASL