Amigos del Museo Municipal de Artes Visuales

Para llevar el museo a nuestros hogares

A precios módicos, calendarios con reproducciones de obras de arte que se exhibirán en el museo desde el 17 al 21 del corriente.

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“Mujer de la costa”, óleo de César Fernández Navarro, 1991.

 

De la redacción de El Litoral

Como ya es tradicional para estas celebraciones, la Asociación de Amigos del Museo Municipal Sor Josefa Díaz y Clucellas estará presente con la edición de los tradicionales calendarios anuales, que tienen como claro objetivo la difusión del patrimonio de los santafesinos y la obtención de recursos que se revierten en obras para el museo.

Para transitar el año 2014 se han seleccionado pinturas que tienen como sujeto la figura humana. Las mismas, que ofician como retrato o que están insertas en determinados entornos, pertenecen a los artistas santafesinos Enrique Estrada Bello y César Fernández Navarro; el rosarino Augusto Schiavoni y el bonaerense Raúl Soldi.

Todos ellos, testigos de una época relevante de la historia del arte argentino, podrán estar presentes en las oficinas, despachos, casas particulares, negocios y constituirse de esta manera en ofrenda a los artistas que enriquecieron nuestro diario vivir, además de colaborar con la obra de la Asociación.

Los mismos estarán a la venta en la Tienda de Arte de los Amigos del Museo Municipal en la semana del 17 al 21 de diciembre en horas de la mañana.

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“Entre malabaristas”, óleo de Raúl Soldi, 1947.

Fotos: Gentileza producción

Los artistas

Enrique Estrada Bello nació en Santa Fe el 11 de octubre de 1897 y murió en la misma ciudad el 13 de diciembre de 1964. Realizó estudios de dibujo en la Academia de Bellas Artes de Reinares (1915). Como pintor fue autodidacta, iniciando y cultivando la temática del litoral con sus isleros y sus paisajes suburbanos de la costa. Su pintura se orienta hacia un realismo melancólico, intuitivo y expresionista. También le interesó la expresión de lo típicamente ciudadano, testimoniando así a su pueblo. Fue fundador y presidente de la Asociación de Artistas Plásticos Santafesinos y ejerció la docencia en el Colegio Nacional de Santa Fe.

César Fernández Navarro nació en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, en 1909. Los estudios superiores de dibujo y pintura los hizo en Zaragoza, España, con el maestro Abel Buein Gras. En la ciudad de Bilbao integró el grupo de pintores de la Asociación de Artistas Vascos. Ya en la Argentina, su primera presentación fue en Amigos del Arte en la Capital Federal y luego se instala en Santa Fe en 1940. La geografía del paraje y la contribución humana del lugar, de particular significación plástica para el artista que inicia la búsqueda del enfoque que la temática del Litoral le brinda, desde luego, que lo atrae y lo cautiva.

El Litoral le ofreció las dilatadas playas, la sugestiva belleza de los arroyos, las islas matizadas de verdes, con moradores arraigados al medio, hombres, mujeres y niños en la faena cotidiana. Fernández Navarro, con clara inteligencia, le rindió el tributo del quehacer plástico en infinitas escalas tonales de su rica paleta.

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“Mujer obrera”, óleo de Enrique Estrada Bello, 1943.

Augusto Schiavoni nació en Rosario el 18 de julio de 1893. Desde muy joven sintió el influjo de la creación que tradujo en imágenes, líneas, color y ritmo. Alumno de Mateo Casella en la Academia de Doménico Morelli, asistió después a la Academia Fomento de Bellas Artes. Liberado de su formación académica, fue escasamente comprendido debido a su rebeldía, según sus biógrafos, al unir a la precisión del realismo, inquietantes aportes fantásticos, casi mágicos, que hacen de su obra una de las más personales de la pintura rosarina.

Su voluntaria reclusión en una casa del Saladillo, de persianas bajas; más el dato de que enloqueció al morir su madre (o poco después); más su legado pictórico, integrado por paisajes, naturalezas muertas y figuras, entre las que se destacan sus retratos tan geniales como bizarros, tan obsesivos como obsesionantes, contribuyen a hacer de Schiavoni un caso singular.

Raúl Soldi pertenece al pequeño ruedo de artistas privilegiados. Lo ha demostrado en múltiples ocasiones. Con gusto actual y fantasía inimitable retoma elementos figurativos comunes, a los que, como un mago, confiere formas nuevas y gracia peculiar. Soldi es además un pintor que se expresa con elegancia técnica; conoce a fondo el oficio y aún cuando no hace alarde de ello, se lo descubre analizando sus acordes cromáticos; la fusión de tonos, el uso de paisajes. Su dibujo blando, casi vaporoso, que más que verse se adivina a través de las oposiciones tonales, siempre leves, envueltas y tiernas. Sus grises, los rosas, sus blancos y amarillos desvaídos van dando a sus obras la idea del aire pintado, del que emergen imágenes de ensueño con lejano parentesco real.

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“Ocaso”, óleo de Augusto Schenone, 1939.