En medio de la prolongada ola de calor

Fenómenos extremos: una expresión del cambio climático

  • ¿Cómo se relaciona la situación de intenso calor que atraviesa buena parte del país en los últimos días con el aumento global de la temperatura? Una experta, que participó como redactora en los últimos informes del IPCC, acerca algunas respuestas y advierte que uno de los efectos del cambio climático es la mayor recurrencia de episodios extremos.
Fenómenos extremos: una  expresión del cambio climático
 

Nancy Balza

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Una sucesión de jornadas agobiantes, con temperaturas mínimas altas, máximas que superaron los 40º y sensación térmica de varios dígitos más convirtieron a buena parte del país en una verdadera caldera, antes incluso de que el almanaque marque el inicio formal del verano.

El fenómeno climático, que llevó al Servicio Meteorológico Nacional a emitir y sostener un alerta rojo a los fines de prevenir a la población sobre los efectos de estas condiciones sobre la salud, constituyó la primera ola de calor de la temporada. Y según se desprende de los estudios desarrollados por expertos, no va a ser la última. La mayor ocurrencia de fenómenos extremos es uno de los efectos del cambio climático, un concepto que engloba numerosas variables científicas y décadas de investigación pero que se traduce a la vida cotidiana en lluvias inusualmente abundantes, sequías prolongadas, inundaciones y secuencias más frecuentes de temperaturas máximas por encima de un umbral que, para la zona urbana, está calculado en los 32º.

Matilde Rusticucci es Licenciada en Ciencias Meteorológicas y Doctora en Ciencias de la Atmósfera, investigadora del Conicet y directora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Pero es también integrante del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en calidad de autora -junto a expertos de todo el mundo- de los últimos dos informes, el Nº 4 y el Nº 5, una de cuyas conclusiones fue que el planeta está sufriendo un proceso de calentamiento global originado, principalmente, por acciones antrópicas, es decir, producidas por el hombre.

En diálogo con El Litoral, Rusticucci -que estuvo en Estocolmo en septiembre para la exposición de la base física de estos cambios y participará en Copenhague de la presentación de la síntesis del quinto informe- evaluó que la ocurrencia de fenómenos extremos, como lo es una ola de calor, se va a hacer cada vez más frecuente y que la temperatura global va a seguir aumentando en la medida en que continúe en el mismo nivel la emisión de gases de efecto invernadero.

—¿Que relación existe entre los últimos estudios sobre cambio climático y este fenómeno extremo con altas temperaturas que se registra en casi todo el país?

—El cambio climático se manifiesta a través de muchos indicadores. La temperatura media de todo el planeta a nivel anual ha venido aumentando sistemáticamente en los últimos 150, 200 años. Además de aumentar la temperatura media global, aumentó el nivel del mar y el derretimiento de los cascos de hielo -cada vez hay menos cascos de hielo-, y está todo asociado. Pero otro impacto muy fuerte que tiene este cambio climático es la mayor frecuencia de fenómenos extremos. Sumado a que aumentó la temperatura, lo que se incrementó y se proyecta que va a seguir aumentando son las secuencias de temperaturas extremas: la mayor frecuencia de olas de calor. Este dato se traduce en que estamos viviendo, cada vez con más frecuencia, secuencias de temperaturas máximas por encima de un umbral alto, por ejemplo 32º, y temperaturas mínimas altas, cuyo principal impacto en la salud humana es que no nos deja descansar tranquilos. Lo que hemos visto es que hay más frecuencia de estos fenómenos extremos, en particular olas de calor pero también lluvias intensas y, en algunos lugares del mundo, sequías intensas. Es decir que se han exacerbado los fenómenos extremos, y ha aumentado su intensidad y frecuencia.

—¿Cuales son las perspectivas a futuro?

—Las perspectivas son de este estilo. La temperatura va a seguir aumentando si seguimos con los mismos niveles de emisión de gases de efecto invernadero, que es lo que provoca este cambio. Está absolutamente demostrado que el hombre, al emitir mayor cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera, principalmente por la combustión de residuos fósiles, o sea por la combustión de petróleo, es el causante de estos aumentos. Estos gases quedan en la atmósfera y tienen un ciclo de vida largo. Todas las proyecciones dan como resultado un aumento de la temperatura que se puede estabilizar antes o más tarde, de acuerdo con las acciones que el hombre tome en relación con la emisión de gases de efecto invernadero. Como decía, asociado con el aumento de temperatura media está la mayor frecuencia de fenómenos extremos: esto quiere decir que si teníamos una de estas olas de calor por verano, a mediados de siglo podemos tener entre dos y cuatro, y a fines de siglo van a ser más todavía.

—¿Es frecuente que una ola de calor de estas características se produzca ya en diciembre?

—Hay un antecedente de una ola de calor muy intensa en noviembre de 2008. Estos fenómenos se van repitiendo cada vez con más frecuencia, no sólo en los meses de verano, sino que se extienden a los meses de primavera y otoño. Claramente el verano se ha extendido y se ha achicado el período de invierno. Sin embargo, en invierno tenemos algún período de mucho frío, aunque cada vez más breve.

—Cuando hablamos de aumento de temperatura global, ¿a qué monto nos referimos?

—Depende de cómo lo miremos. Si lo medimos desde que hay series homogéneas a nivel global, que es desde 1880, primero hay un período de gran variabilidad y al final un aumento muy abrupto. En total, es de 0.8 ºC, 0.87 ºC. Si se mide desde el comienzo del siglo XX al presente se llega a 1 ºC. Es un grado en cien años; depende del momento en que se tome esa variabilidad se ve un aumento cada vez más rápido de la temperatura global.

—Para los neófitos en la materia, un grado parece poco y sin embargo tiene un efecto impresionante.

—Claro, porque ese grado es el valor que se toma en la serie de temperatura media global. Esto quiere decir que se promedia el Ecuador, el Polo, la Antártida, en verano, invierno, de día, de noche... Todo ese promedio da un valor por año. Entonces, un grado de todo eso es muchísimo y se manifiesta día a día con una mayor frecuencia de estos fenómenos extremos.

—¿El cambio climático y sus efectos es un tema instalado en las agendas de los gobiernos con la seriedad que se merece?

—Depende de qué gobiernos. Claramente hay gobiernos que se lo toman más en serio que otros; hace muchos años instalaron este tema en su agenda y todas las acciones que toman están orientadas hacia allí. Como en Europa.

—Suecia está considerado como país modelo en esta materia.

—Ellos vienen proyectando en qué plazo reducir qué cantidad de emisiones y lo vienen cumpliendo. Además, existe en la población una concientización muy alta. Todo el mundo sabe de qué está hablando y en qué puede contribuir, por ejemplo evitando el derroche de la energía. Porque la energía que usamos para calefaccionar o refrigerar implica emisiones de gases de efecto invernadero, no solamente usar el auto. Ellos (por los europeos) tienen muy claro el concepto de no malgastar energía hasta en la alimentación, con campañas que promueven la utilización de verduras de estación. Porque hasta para traer una frutilla del otro lado del mundo se emiten gases de efecto invernadero; es lo que se llama la huella de carbono.

—¿Y en Argentina?

—Se está haciendo más que hace algunos años, pero no con la velocidad que uno quisiera; creo que el tema no está todavía en la agenda como debería. Otro gran aspecto es el tema del reciclado que, si está correctamente hecho, ahorra energía. Reutilizar material también implica un ahorro de emisiones. Hay temas que están en la agenda de municipios y provincias: si estoy en un lugar donde se sabe que va a disminuir la precipitación, me va a interesar saber más sobre el cambio climático y cómo va a afectar la menor cantidad de lluvias que voy a tener en la zona de Cuyo o la Patagonia, o cómo puede impactar en la producción de vides o en la disponibilidad de agua. Se va avanzando con aspectos locales.

—A estos cambios que hoy sorprenden y resultan novedosos, usted los está viendo desde el tiempo que lleva en su actividad como investigadora.

—Claro que sí; de hecho el IPCC tiene más de 20 años. En 2007 ganó el premio Nobel de la Paz, luego del gran impacto que tuvo el 4º informe. Pero este tema, a nivel mundial, hace muchos años que se viene planteando. Se sabía que era un problema a estudiar en detalle.

Por otra parte, los procesos del IPCC son únicos. En el grupo 1, que es el que presentó el último informe en septiembre, éramos más de 300 autores internacionales. El informe estuvo dedicado a la física del cambio climático y tiene 14 capítulos; en cada uno hay 13 autores principales y 40 o 50 autores que colaboraron. Fue un proceso que duró más de dos años. Se redactó un borrador, se puso a disposición de la comunidad científica para que lo corrija, se escribió un segundo borrador, se volvió a poner a consideración con las correcciones, se escribió el borrador final y recién después se mandó a imprimir (se va a publicar en 2014; en páginas web ya está disponible). Es un proceso de mucho trabajo, no es la idea de un par de autores.

—A pesar de ser un proceso largo y con base científica, hay gente que todavía descree de estas conclusiones.

—Sí, siempre hay gente que descree pero no es balanceado el peso científico entre uno y otro. Lo que incluimos en ese informe tiene peso científico porque se referencian miles de trabajos. Los informes del IPCC no son de investigación pura, sino que se releva la investigación hecha. Esto, contra las ideas no probadas de los escépticos es un desbalance científico importante.

“La temperatura va a seguir aumentando si seguimos con los mismos niveles de emisión de gases de efecto invernadero, que es lo que provoca este cambio”.

“Hasta para traer una frutilla del otro lado del mundo se emiten gases de efecto invernadero; es lo que se llama la huella de carbono”.

foto: mauricio garín

LA AGENDA

  • Desde septiembre y a lo largo del próximo año, los distintos grupos de trabajo del Panel Intergubernamental de Cambio Climático están presentando las conclusiones de su 5º informe. En Estocolmo se expusieron los resultados a los que arribó el primer grupo; entre ellos la influencia de la acción del hombre en el proceso de calentamiento global; el aumento de la temperatura media anual del planeta estimada en 0,85ºC entre 1880 y 2012, con un incremento aún mayor en algunas regiones, y los posibles escenarios a futuro con las respectivas proyecciones según cuál de ellos se concrete. En tres de esos cuatro escenarios se estima que el calentamiento continuará más allá del año 2100.

La agenda del IPCC continuará durante 2014: en marzo, en Yokohama (Japón) se presentarán las conclusiones del grupo 2 sobre Vulnerabilidad, adaptación e impacto. En abril, en Berlín (Alemania) será el turno del grupo 3 que expondrá propuestas de mitigación de los efectos del cambio climático. Por último, en octubre se presentará un informe de síntesis, en Copenhague (Dinamarca) del que participará, tal como lo hizo en Estocolmo, la Dra. Matilde Rusticucci.

En la web

www.climatechange2013.org

www.ipcc.ch

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Dra Matilde Rusticucci. Directora Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos - Facultad de Ciencias Exactas y Naturales

“Todas las proyecciones dan como resultado un aumento de la temperatura que se puede estabilizar antes o más tarde, de acuerdo con las acciones que el hombre tome en relación con la emisión de gases de efecto invernadero”.

EN ALERTA

  • En el verano 2009-2010 el Servicio Meteorológico Nacional puso en marcha un sistema de alertas sobre olas de calor y salud para la ciudad autónoma de Buenos Aires y alrededores. Este año se implementó también para Rosario y zona de influencia, y llegó al máximo nivel de advertencia el martes 24.

No es un tema menor: Matilde Rusticucci recuerda la ola de calor que, en 2003, provocó la muerte de miles de personas sólo en París. “Es un tema en el que se pueden evitar muchas muertes si se llega a alertar a la población y a concientizar. Porque, a pesar de que se sabe que cuando hace calor hay que cuidarse, no está de más alertar a la gente para que se cuide más. Los estudios muestran que en circunstancias extremas se duplica la cantidad de muertes”.

Existen cuatro niveles de alerta: verde, sin peligro para la salud de la población; amarillo, que requiere la toma de medidas preventivas, especialmente en bebés, personas mayores de 65 años o con enfermedades crónicas; naranja, que vuelve necesario cumplir con las recomendaciones del Ministerio de Salud, y rojo, para casos excepcionales de olas de calor que pueden afectar, también, a personas saludables.

EN LA WEB

Detalles del sistema de alerta, que se actualiza cada 24 horas; recomendaciones para cada caso y el informe especial sobre temperaturas extremas de este inusual mes de diciembre se pueden consultar en: www.smn.gov.ar.