Colón perdió con Sarmiento esta mañana
Un centro desviado fue la diferencia entre los dos
Osella plantó un 4-4-2 definido, probando con Landa de “3”, cuatro volantes en abanico y dos puntas arriba con el binomio Curuchet-Alario.
Siempre Curuchet: como en los partidos oficiales, la velocidad del punterito Facundo Curuchet fue de los más rescatable de mitad de cancha para adelante. Foto: Guillermo Di Salvatore
Alberto Sánchez
Ese 1-0 a favor de Sarmiento de Junín de esta mañana en el predio sabalero se explica en ese centro de Nicolás Sánchez que se desvió apenas en la cabeza del uruguayo Gerardo Alcoba. Después, en el resto de los dos tiempos de 35 minutos, fue todo muy equilibrado. Eso sí, después del gol, Sarmiento se refugió en su zona y Colón buscó pero no pudo entrar por ningún lado.
En realidad, más allá del gol, la otra diferencia que se vio, es que mientras Sarmiento de Junín —equipo de la segunda categoría profesional de la Argentina— ya está en ritmo de amitosos (venía de jugar con Patronato), se notó claramente que para Colón era el primer ensayo oficial de la mano de Osella y Toresani.
La idea táctica fue parar un 4-4-2 bien definido, con las líneas intentando achicar los espacios para recuperar la pelota. Se notó una intención de tratar bien el balón, aunque faltó profundidad.
La “sorpresa”, por llamarla de alguna manera, fue la posición de Lucas Landa en la última línea: dejó la zaga al lado de Alcoba y se paró de “3”, en un puesto que conoce y donde no tiene ningún problema por su perfil zurdo. El ex Gimnasia y San Juan fue uno de los mejores.
A esa defensa zonal la ordenó, desde los gritos y desde lo posicional, el uruguayo Gerardo Alcoba: se perfila el charrúa como voz de mando y —quizás— hasta un posible capitán (con cinta o sin cinta, pero siendo el gran referente del bloque defensivo).
En el medio, toda la “pibada” sabalera junto a Mansilla. Como siempre, Graciani por derecha y Meli por el medio. A esa línea se sumó el zurdo Marcos Fernández, uno de los jugadores que más soprendió por juego y actitud al cuerpo técnico de Osella-Toresani.
Arriba, las corridas de siempre de Facundo Curuchet contra todos y el “Pipa” Lucas Alario, otro elemento de las divisiones inferiores en las cuales están depositadas las ilusiones de los nuevos conductores sabaleros.
Como se sabe, de los tres posibles refuerzos, el único que firmó contrato en medio del reclamo de Agremiados —pide que Colón pague la deuda de los libres por falta de pago porque sino será imposible inscribir los refuerzos— es el uruguayo Julián Lalinde, que viene del Deportivo Pasto de Colombia.
La no inclusión de Lalinde fue una mezcla de cuestiones. Por un lado, el comentado tema administrativo (hoy, según Agremiados, el contrato no sería posible), por el cual el presidente Eduardo Vega y el vice Víctor Francisco Godano viajarán el martes para reunirse con Marchi. Por el otro, como Lalinde quedó desafectado antes que termine el campeonato colombiano por problemas económicos en el Deportivo Pasto llegó con muy poco fútbol en los últimos meses, por lo que la idea del cuerpo técnico es llevarlo de a poco a la hora de tocar la pelotita.
Mientras Colón —el cuerpo técnico y los dirigentes— espera por la confirmación de sus otros refuerzos (Olivera atrás y Videla en el medio), la primera seña de Osella fue clara, más allá del resultado: 4-4-2 bien definido como dibujo táctico.
Su anterior equipo, Patronato, hacía un culto del cerrojo defensivo, era combativo en el medio y medianamente eficaz arriba. La misma receta se vino para Colón: bajar el goleo en el arco de Montoya, pelear cada pelota como si fuera la última y pegar con gol en el momento justo.
La idea está. Falta rodaje en Colón. Y falta sumarle a un grupo “desbandado” por las cuestiones públicamente conocidas las tres caras —Lalinde, Olivera y Videla— que eligió el cuerpo técnico “para ir a la guerra” como lo dijeron el día que asumieron la conducción de un barco averiado en el medio de la tormenta.
