“EL MISTERIO DE LA FELICIDAD”

Atreverse a ser feliz

Atreverse a ser feliz

El siempre eficaz y convocante Guillermo Francella forma una interesante pareja con Inés Estévez, aunque la relación que se forja entre ambos en la película se podría haber aprovechado mucho más. Foto: Gentileza producción

 

Juan Ignacio Novak

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Con casi quince años de trayectoria, al cineasta argentino Daniel Burman le sobran pergaminos para acreditar su talento cinematográfico, más ligado a los buenos guiones y la adecuada dirección de actores que al trabajo visual en sí mismo. Alcanzan como muestras sus entrañables realizaciones con el actor uruguayo Daniel Hendler con “Esperando al Mesías” (2000), “El abrazo partido” (2003) y “Derecho de familia” (2006). Y las interesantes “El nido vacío” (2008) y “Dos hermanos” (2010), donde asume con éxito la responsabilidad de conducir a actores de la talla de Oscar Martínez y Cecilia Roth, en la primera, y a Antonio Gasalla y Graciela Borges en la segunda. Sin embargo, las huellas de ese vasto universo cinematográfico apenas se perciben en “El misterio de la felicidad”.

Guillermo Francella protagoniza esta edulcorada comedia dramática y comparte los créditos con Inés Estévez en su regreso a la actuación y el menos conocido, pero versátil, Fabián Arenillas. Está centrada en dos historias que corren en forma paralela: la de una amistad de treinta años que queda trunca y la de un amor improbable entre dos seres que comienzan a descubrirse mutuamente desde el lugar menos pensado. Santiago (Francella) y Eugenio (Arenillas) sostienen juntos una casa de electrodomésticos desde hace muchísimos años. Su sociedad se basa en una amistad que, en apariencia, los complementa. Pero un día, de manera impredecible, Eugenio desaparece y Santiago queda desolado. Junto con Laura, (Estévez) la exasperada mujer de Eugenio, inician una búsqueda que tendrá derivaciones impensadas.

Guión previsible

La película tiene un excelente prólogo, donde con mucho encanto pero sin demasiados matices, se expone la gran afinidad que une las (rutinarias) vidas de Santiago y Eugenio. No sólo conducen con acierto el destino del floreciente comercio que construyeron juntos, también se llevan de maravillas para jugar al paddle y hasta apostar en el hipódromo. Pero mientras uno se siente perfectamente cómodo en esa existencia sin sobresaltos, el otro muestra ciertos pequeños signos de desazón que hacen pensar que no se siente tan satisfecho. Y es lo que en definitiva marca el arranque de la historia cuando con el único aviso de esos síntomas subrepticios, se va.

Tras este prometedor arranque, se abren líneas narrativas con potencial a partir de la desesperación de Santiago, quien no logra enfocarse a la nueva situación y sobre todo con la aparición de Laura, la mujer de Eugenio, quien con sus obsesiones e inseguridades a cuestas lo hará experimentar sentimientos inesperados. Pero poco a poco naufragan debido a unos personajes que carecen de la profundidad psicológica necesaria para despertar un interés genuino. Y principalmente producto de un guión previsible, al que le falta imaginación y no logra exponer con acierto la evolución dramática de sus criaturas, que toman decisiones significativas sin que se alcancen a comprender bien los motivos.

Interpretaciones de calidad

Los protagonistas dan muestras de su capacidad. Francella se mueve a sus anchas en el papel de un hombre de mediana edad en apariencia satisfecho, enfrentado a situaciones nuevas que lo harán modificar el “lugar en el mundo” que creía cómodo y definitivo. Inés Estévez también logra sin esfuerzo interpretar en forma convincente a una mujer insatisfecha, que quiere encontrarle un nuevo sentido a su existencia, aunque desconoce el camino. Y Fabián Arenillas propone una sólida actuación como el personaje que vivió siempre atado a los deseos y sueños de los demás y que cae en la cuenta -atención a su mirada perdida y media sonrisa en los labios- que llegó la hora de dar un giro.

Pero es Alejandro Awada, en sus breves pero suculentas participaciones como el detective privado Oudokián, quien con su demoledora franqueza y sentido del humor, insta a los protagonistas a reflexionar sobre la vida, los sueños y, en definitiva, sobre el enigma de la búsqueda de la felicidad. Son pocos los minutos en los que el actor entra en escena -todas ellas en el exótico marco de un restaurante armenio- pero alcanzan para generar los mejores tramos de la película.

En muchos aspectos, “El misterio de la felicidad” es una película agradable, con ciertos momentos simpáticos a cargo del siempre jovial Francella. Pero se echan en falta la frescura y la calidez de los personajes de otras películas de Burman.

buena

“El misterio de la felicidad”

(Argentina-Brasil, 2014). Dirección: Daniel Burman. Guión: Daniel Burman y Sergio Dubcovsky. Fotografía: Daniel Ortega. Música: Nico Cota. Edición: Luis Barros. Diseño de producción: Margarita Tamborino.

Elenco: Guillermo Francella, Inés Estévez, Fabián Arenillas, María Fiorentino, Alejandro Awada, Sergio Boris y Silvina Escudero. Apta para todo público con reservas. Se exhibe en Cinemark.