editorial

  • Es posible que existan intereses especulativos, pero el gobierno creó las condiciones necesarias como para que eso ocurriera.

El gobierno y la “tormenta perfecta”

Vaya paradoja. El principal problema de la economía argentina es la inflación, pero a esta altura de las circunstancias, nadie parece estar en condiciones de decir cuál es la verdadera variación de los precios en el país.

Hasta diciembre, las alternativas eran bastante claras: por un lado, la inflación del Indec, próxima al 11% anual; por el otro, el índice de las consultoras privadas, que calcularon un aumento de precios cercano al 28% durante 2013.

Sin embargo, en apenas un par de semanas este escenario -esquizofrénico, por cierto- se derrumbó. El gobierno aceleró la devaluación del dólar oficial hasta que, finalmente, la situación pareció tocar un punto límite cuando superó los 8,50 pesos, mientras el blue arañaba los 13 pesos. En apenas dos días la suba del dólar fue del 16,3% (22% en lo que va del año).

Entonces, en un intento desesperado por frenar esta escalada alcista, el equipo económico se vio obligado a anunciar una mínima apertura del cepo cambiario. Comprar dólares para ahorro personal dejó de ser delito en la Argentina, aunque la posibilidad de conseguir un billete norteamericano continúa siendo remota para la mayoría.

En estos momentos, nadie en el país está en condiciones de decir con certeza cuál es la verdadera inflación. Eso significa que resulta imposible realizar un diagnóstico que permita determinar con mediana claridad cuál es la gravedad del problema. La incertidumbre, es casi absoluta.

Es probable que, como asegura la presidente Cristina Fernández, existan fuertes intereses especulativos detrás de la compra de dólares. No obstante, fue el gobierno el que se encargó durante los últimos años de crear una suerte de “tormenta perfecta”, generando las condiciones necesarias como para esto sucediera.

De hecho, la Argentina lleva más de seis años con un proceso inflacionario creciente, sin que las autoridades tomaran las medidas necesarias para controlar el fenómeno. Durante el año pasado, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) emitió 940 millones de billetes de 100 pesos.

Durante los últimos días, la actividad económica sufrió una virtual paralización en numerosos rubros. Las grandes cadenas de electrodomésticos dejaron de vender y lo mismo sucedió con los materiales de la construcción. Incluso muchos pequeños comerciantes prefirieron replegarse ante tanta incertidumbre. Es que nadie sabe a ciencia cierta cuál es el valor de los productos.

Si bien el gobierno asegura que la variación en la cotización del dólar no tiene por qué trasladarse a los precios, nadie le cree. De hecho, en numerosos rubros los precios están dolarizados desde hace tiempo.

Como sucede con cualquier gobierno y en todo período histórico, durante la década de gestión kirchnerista hubo aciertos y equivocaciones. Y en estos momentos, el oficialismo -y el país, por supuesto- está sufriendo las consecuencias de sus propios errores en materia de política económica.

Negar la realidad y generar constantemente nuevas teorías conspirativas, sólo profundizará los problemas.

En estos momentos, nadie en el país está en condiciones de decir con certeza cuál es la verdadera inflación.