Fue presidente de Colón y falleció hoy a los 74 años...

César Ezcurra, un hombre de bien

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Enrique Cruz (h)

El día que César Ezcurra ganó las elecciones, Colón derrotaba 1 a 0 a Mandiyú con gol del Negro López, con el Bicho Godano de “5”, con Ricardo Trigili en el banco y alcanzando la punta del torneo de la B en compañía de Armenio y Lanús. Recuerdo aquellos tiempos duros dela economía del club, con un plantel que se instalaba todos los jueves o viernes en la oficina del doctor Ochoa y Gómez (representante de Agremiados), enfrente de Tribunales, para ver si viajaba o se presentaba a jugar. Sin embargo, ese plantel le ponía el pecho a la adversidad, con “grandes” que se bancaron con mucha dignidad la caótica situación, como Carnevali, Wermer, el “Bicho”, el “Caña” Belén, Carmona, el “Negro” López, y algunos “pibes” que empezaban a asomar como eran Javier López o “Cachito” Vera.

César Ezcurra le ganó las elecciones a René Ursella por unos 200 votos (fueron alrededor de 1.500 socios a las urnas). Lo acompañaban Manuel Alconchel, Benito Rodríguez, Miguel Galotto, Osvaldo Romeo Pérez, Carlos Marelli, Hugo Carnevale, Miguel Baldasarre, Gregorio Wolfman y Antonio Cianni, entre otros. Y esa comisión directiva reemplazó a un hombre que, a pesar de las dificultades, de aciertos y equivocaciones en la toma de decisiones, mostró una gran generosidad en su presidencia. Me refiero a don Joaquín Peirotén, un hombre que no era del “palo” del fútbol, pero que desde su llegada al club, allá por 1983, supo hacerle frente a muchísimas dificultades en lo económico e institucional. Don Joaquín puso muchísimo dinero, fue un “salvador” ocasional y se transformó en el principal acreedor de la institución. Una de las primeras decisiones que tomó aquella comisión directiva de César Ezcurra fue la de presentarse en convocatoria de acreedores y don Joaquín no tuvo ningún resguardo a la hora de levantar la mano aprobando el plan de pago.

César Ezcurra fue presidente de Colón hasta 1989. Quizás, su principal mochila fue haber perdido aquella final con Unión por el ascenso. Se había armado un gran equipo, que no tuvo el respaldo económico y atravesó por algunas dificultades que desviaron el centro de atención. Lo había armado Harguindeguy y luego continuó Orlando Medina, que en la parte final reencontró el mejor nivel y llegó bien a aquella final, aunque no lo suficiente para enfrentar al rival de todos los tiempos.

César Ezcurra tuvo, como todos, aciertos y errores. Fue presidente en un tiempo complicado, cuando la continuidad en la B generaba ilusión al principio y decepción después en la seguidora y fiel hinchada sabalera. Le faltó resto a ese equipo de Trigili de 1987; pudo lograrlo luego, cuando en 1988 y de la mano de Oscar Aguirre, produjo una levantada descomunal y terminó cayendo en las instancias finales; y luego llegó lo ya apuntado del ‘89. Aquellos fracasos en el intento del ascenso, terminaron mermando las fuerzas y sumaron problemas que, a esa altura, se convertían en repetitivos.

Eso sí, nadie podrá discutir que César Ezcurra fue un tipo honesto. Se dejó llevar por las promesas políticas y no tuvo, en ese momento, una actitud más frontal con el “Patón” Aguirre, al que bajó de la conducción técnica después de su gran campaña porque era la “condición” para que lleguen aquellos jugadores (Wolheim, Chaparro, etcétera). No sé si el tema quedó aclarado, entre ellos. Como hombres de bien, seguramente en algún momento se habrán juntado para charlarlo frente a frente. No lo dudo de ninguno de los dos.

Quizás, César Ezcurra no estuvo a la altura de otros grandes dirigentes de la historia de Colón y es posible que muchos no lo recuerden. Pudo haber “pasado al frente”, no caben dudas. Pero la pelotita se lo negó. Hoy dejó este mundo y seguramente quedará, en quienes lo conocieron, el recuerdo de un hombre honesto, capaz, trabajador y que seguramente hizo lo que hizo pensando siempre en lo mejor para Colón.