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Las fotografías del tipo selfie y las posibles secuelas mentales

  • La cuestión, como en tantas otras cosas, es el abuso. Advierten que arrogarle una gran importancia a las fotos del tipo selfie puede generar problemas mentales a quienes esperan cientos de “me gusta”.
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El presidente Barak Obama, el primer ministro británico David Cameron y la primer ministro de Holanda Helle Thorning-Schmidt obtienen una selfie. Nadie está exento.

Foto: Foto obtenida en Internet

 

Noel Caballero

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EFE

La moda de autorretratarse con el móvil (selfie) y colgar el resultado en la red puede acarrear problemas mentales, como depresiones o paranoia, si no se obtiene el reconocimiento del público, advierte una doctora tailandesa.

“Prestar demasiada atención a las fotografías publicadas, controlando quién las mira o a quién le agrada o quién comenta, con la esperanza de lograr la mayor cantidad posible de ‘me gusta' es un síntoma de que las selfies están causando un problema”, declara la especialista Panpimol Wipulakorn, del departamento tailandés para salud mental.

La experta señala que tales comportamientos podrían derivar en problemas cerebrales en un futuro, especialmente aquellos relacionados con la falta de confianza hacia uno mismo.

“Las selfie causan un impacto en la vida de cada individuo. Publicar fotos para buscar la aprobación de los colegas está en la naturaleza del hombre. Si la gente hace una cosa y logra una pequeña recompensa, volverá a repetir el acto”, explica la doctora.

Sin embargo, esta recompensa que es lograr la aceptación social tiene diferentes efectos dependiendo de la persona: algunos se contentan obteniendo unos pocos “me gusta”, mientras otros “necesitan” lograr todos los que puedan y se vuelven “adictos” a este reconocimiento social, desgrana Panpimol.

Aquellas personas que no logran la cantidad de apoyos esperados optarán por publicar una nueva instantánea, pero si la respuesta continúa siendo negativa podría dañar la confianza de la persona o crear pensamientos negativos hacia uno mismo.

Autoestima

La seguridad y la autoestima son cruciales en el desarrollo de las personas para alcanzar la felicidad y la satisfacción personal, apunta la doctora.

Su carencia, no obstante, causa nervios, dudas y la infelicidad del individuo, que podrían desembocar en problemas mayores como la paranoia, depresión, comportamientos celosos y personalidad susceptible.

“No creo que vaya a tener ningún problema en el futuro por compartir mis fotos con mis amigos. Siempre hace ilusión ver que a muchas personas les gusta lo que compartes en Facebook o Instagram, pero a mí no me obsesiona”, declara a EFE Sirirat Suakaewnoy, estudiante de comunicación en Bangkok.

El centro comercial Siam Paragon, que a diario acoge a miles de locales y turista en Bangkok, se alzó este año con el galardón al lugar más popular entre los seguidores de la red social Instagram, aplicación donde se cuelgan cada día más de 55 millones de fotos, por delante de Times Square, Disneylandia o la Torre Eiffel.

“Me parece divertido publicar fotos sobre cosas que me gustan, lugares que visito, mis almuerzos o el humor con el que me levanto por las mañanas”, indica Nink Manadamrongthan, quien asegura que sube entre una o dos fotos a diario a las redes sociales.

La palabra selfie, que designa a la foto que nos hacemos y que habitualmente colgamos en las redes sociales, fue elegida como palabra del año 2013 por los diccionarios Oxford de lengua inglesa, tras extenderse significativamente su uso.

Ya son célebres las selfies que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, junto a sus homólogos del Reino Unido, David Cameron, y Dinamarca, Helle Thorning, se tomaron durante el funeral del ex presidente sudafricano y Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela.

Otras personalidades de distintos ámbitos, como el cantante canadiense Justin Bieber, el futbolista brasileño Neimar o el actor estadounidense Tom Hanks, han posado y publicado numerosas fotos en sus perfiles de las redes sociales.

La experta tailandesa sostiene que, además de daños personales, las selfies también pueden influir negativamente en el crecimiento de los países en desarrollo, porque la falta de confianza de los jóvenes puede crear una generación “sin liderazgo”, de personas “simples” sin “capacidad creativa e innovadora”.

Hábitos como atender a las personas u observar las cosas que nos rodean a diario, así como practicar deporte y actividades con familiares y amigos, como ir al cine o viajar, son algunas de las ideas aportadas por la doctora para combatir la adicción a las selfies.

El dato

Mirame

  • Primero, hay que recordar aunque parezca lejano, fue el fotoblog. Resultó un hito dentro del desarrollo de lo que después se conocieron y conocen como “redes sociales”. Pero aquel modo único de presentarse -donde abundaban las fotos selfie- mutó tras el crecimiento del 2.0 y la aparición de Facebook. Todo sufrió un enorme cambio puesto que la interacción era enorme. El dedo hacia arriba, además, se convirtió en un indicador de popularidad que hasta fue usado por los publicistas para sus productos y para campañas políticas. Una de las últimas aplicaciones que han ganado popularidad es Instagram (además un gran homenaje a las viejas Polaroid) que permite intercambiar fotos además de retocarlas para que tengan un tono propio. La imagen sigue siendo de capital importancia dentro de la red.