DIVAGACIONES A PROPÓSITO DE UNA FRASE

“Esto también pasará”

1_828096-01-08.jpg

Un ejemplar de La Biblia de Gutenberg. Foto: ARCHIVO

 

Estanislao Giménez Corte

[email protected]

http://blogs.ellitoral.com/ociotrabajado/

I

Desde hace por lo menos dos décadas, la crónica del periodismo deportivo refleja, en sus descripciones del presidente de la AFA, la existencia ciertamente enigmática, perturbadora de un anillo que el hombre porta y exhibe. Ese anillo lleva la leyenda “Todo pasa”. Ese anillo, no se dice taxativamente pero se sugiere, explicaría -funcionando al modo de un talismán- la insólita permanencia del sujeto en cuestión en su cargo, en el que lleva más de treinta años. No deja de ser curioso que los periodistas se hayan limitado a señalar su existencia, a hacer alguna conjetura sobre cierto poder o embrujo que éste tendría, sin intentar rastrear el origen de esta frase (hasta donde sabemos, al menos). “Todo pasa” es ya una frase del habla coloquial. Indica, a priori, una cierta levedad atribuida a los hechos, una interpretación y un juicio algo distantes de los accidentes de la coyuntura. Se desprende de ella una suerte de máxima que sería la de seguir, contra todo, frente a todo, como si fuésemos inmunes a la fortuna de los episodios. Pero todo esto, como veremos, se ha dicho muchísimo antes, y mejor.

II

Como el lector no ignorará, la frase nos lleva inmediatamente a un verso de Antonio Machado popularizado hace algunas décadas por Serrat: “Todo pasa/y todo queda/pero lo nuestro es pasar”. Sin embargo el verso de Machado, bello pese a la insoportable popularidad y difusión, tampoco señala su origen sino su uso “cultural”. Todo viene, aparentemente, de mucho más atrás. Hallamos una pista en el voluminoso libro de Adolfo Bioy Casares sobre su archifamoso amigo. En ese extraordinario diario de una amistad, se anota la siguiente entrada, de 1958: “El rey David llamó a un joyero y le pidió que le hiciera un anillo, un anillo que le recordara, en los momentos de júbilo, que no debía ensoberbecerse y, en los momentos de tristeza, que no debía abatirse [...]. El joyero salió a la calle. Un joven le preguntó:

—Anciano, ¿qué te atormenta?

—El rey me ha encargado un anillo -respondió y le explicó todo.

—Eso es fácil -declaró el joven-. Fabrica un anillo de oro con la inscripción ‘esto también pasará'.

Así lo hizo el joyero y llevó el anillo al rey, quien le preguntó cómo se le había ocurrido eso.

—No se me ha ocurrido a mí sino a un joven así y así -contestó el joyero. —¡Ah! -exclamó el rey-, ese joven era mi hijo Salomón.”

Ahora, esta síntesis oral que Borges profiere ¿de dónde viene, a su vez? Su origen se hunde, de acuerdo a diversas fuentes, en la tradición judeocristiana (en un episodio relatado en la Biblia, aunque no de forma textual) y/o en una narración milenaria budista.

III

Vale detenerse en la primera posibilidad: cientos de frases que usamos permanentemente encuentran su origen en la Biblia y su lectura, aún de un modo no religioso, involucra al lector atento en deslumbramientos varios. Vaya una pequeña muestra (“Ganarás el pan/con el sudor de tu frente/hasta que vuelvas a la tierra/de donde fuiste sacado/¡Porque eres polvo y al polvo volverás!” (Génesis 4.5.19); “Mira el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas” (Génesis 14.18.5); “Los hirieron con una luz enceguecedora” (Génesis 19.1.11); “Dios proveerá [el cordero para el holocausto]” (Génesis 20.23.8); “Pero yo endureceré el corazón del Faraón” (Éxodo, 7.22.3)). El relato que en apariencia origina la frase con la que comenzamos este breve texto, a su vez, sería una desviación o reversión no literal de lo que hallamos en la segunda carta a los Corintios (4.17). Allí Pablo dice: “Nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna que supera toda medida”. Pero otras ediciones dan estas versiones, más cercanas a nuestra tesis: “Esta leve tribulación momentánea [...] pasará”; o “los tiempos de prueba pasarán”. Aunque suene excesivo, podemos pensar por un segundo que, así como todos los caminos conducen a la ciudad “más maravillosa jamás vista”, todas las expresiones nos llevan a la Biblia; o, más bien, que todas las expresiones se desprenden de ella y vienen lentamente hacia nosotros.