Señal de ajuste

K y anti K, combustible para una hoguera

K y anti K, combustible para una hoguera
 

Roberto Maurer

A principios del verano pasado aparecía “Intratables” en el canal América, y fue observado como “otro programa de archivos”, donde la tele se devora a sí misma o fija la atención en su propio ombligo. Pero nuestra pequeña pantalla lechosa es un producto inestable, cambiante, o el río donde Heráclito nunca se bañaba dos veces.

“Intratables” se fue transformando, siempre de la mano de Santiago del Moro, una de las mentes más rápidas de la tele, y se politizó. No abandonó del todo a la farándula, pero comenzó a introducir temas de “la vida social”, como la violencia en el fútbol o los precios, desde los cuales se podía llegar inmediatamente a posiciones políticas. Con astucia, el giro siempre desembocaba en la antinomia que respira el país: el factor K vs. el factor anti K. La idea es de alto rendimiento, ya que se constituye sobre una colisión constante envuelta en emociones fuertes que llegan al odio, o sean algo deseable para el mundo del espectáculo. Tal como lo dijo el propio conductor, “‘éste es un programa muy pasional”, dirigiéndose al ministro y loser Agustín Rossi, en un momento raro de una entrevista en el cual pareció revelarse que se trataba de un reportaje a medida.

UNA ESPECIE DE CORRAL

En el programa están los imprescindibles “informes”, como en la tele llaman al popurrí de archivos, que en este caso suelen ser confusos y caóticos, pero útiles para encender la gran hoguera. Siempre hay invitados, y a veces son muchos, al punto que no se los distingue de los panelistas. La sensación es la de un corral.

Santiago del Moro lidia con un número indeterminado de panelistas. No pareciera existir una cantidad fija, y conviven diferentes etnias. Algunos rozan lo bizarro, otros son sencillamente brutos, los hay amanerados y también quienes utilizan el sentido común. De tanta fusión brotan discusiones fogosas en las cuales a veces se amenazan con trompadas.

Un hito fue la noche en que hicieron llorar a la divina María Julia Oliván. Se discutía acerca de dichos de la presidente en una cadena nacional -si falta tema, lo más productivo es buscarlo en una cadena nacional-, y el debate había derivado hacia el precio de unos zapatos. Ya estaban gritando cuando Fernando Cerolini la trató de “señora gorda” y asomaron lágrimas en los ojos de su compañera. En nombre del rango intelectual de Cerolini, se debe consignar que es el director de Pronto, un semanario más cercano a una alcantarilla que a la vieja revista Sur.

La dama herida remontó sus pucheros y, cerrando el debate sobre la economía argentina, le contestó a Cerolini:

—Me chupa un huevo que me digas señora gorda.

Cuando Alfredo Casero se estrelló contra el gobierno, visitó el programa y el problema fue tratado por el panel. Cerolini -otra vez Cerolini- amenazó al cara de bueno de Pablo Vilouta con trompearlo.

—Andá a hacer el programa de fútbol y pelearte en el programa de fútbol-, le había dicho Cerolini al periodista deportivo, refiriéndose a su participación en “El show del fútbol”.

—Y vos andá a hacer la revista Pronto. Mirá qué pelotudo lo que me dice- fue la respuesta que enojó a Cerolini.

EL PLUS DE ANNALISA

No hay que suponer que siempre se habla de temas serios y de actualidad, ya que el elemento picante continúa presente. Sino para qué van a invitar a Annalisa Santi, la revelación más explosiva de las últimas semanas. El diálogo se mantuvo en este nivel.

—¿Con juguetitos, con disfraz o al natural?-, pregunta Santiago del Moro.

—Con juguetitos. Da un plus-, responde la estudiante hot.

“Es una muestra de lo que pasa en el país”, fue alguna vez el argumento de José Núñez, el productor de “Intratables”. Apeló a un difundido lugar común: “Es un reflejo de la sociedad”, solemos escuchar a cada rato, o “es un reflejo del país”. Es una explicación abstracta que se aplica a cualquier fenómeno. Un mecanicismo vulgar y una forma de no explicar nada.