Al margen de la crónica

Mi barba tiene tres pelos

George Clooney y Brad Pitt la llevan con estilo y el equipo de béisbol Red Sox de Boston la ha hecho su bandera. Pero la naturaleza no siempre otorga al hombre el don de la barba y la demanda se dispara en las clínicas de implantes de Nueva York.

“Hola, no me juzguen por preguntar esto, pero estoy empezando a desesperarme. Acabo de cumplir 22 años y sigo sin tener barba más allá de una ligera sombra de bigote”, escribe un joven en el foro Beard Board (algo así como “el club de los barbudos”) pidiendo consejo para un posible implante.

En Nueva York, la barba ha empezado a ser un toque de distinción, tanto para los ejecutivos que quieres resultar más agresivos como para los galanes que quieren ser más masculinos, y ha aumentado la clientela para el trasplante de vello capilar en la cara.

Implantarse una barba entera cuesta entre 7.000 y 8.000 dólares y, si lo que se necesita es un relleno o disimular esas zonas en las que el pelo no crece tanto, el precio puede rondar los 2.000 o 3.000 dólares.

En el consultorio de la Dra. Yael Halaas, lo más habitual era encontrarse con mujeres que se estaban cambiando de sexo y que no podían lograr una barba tupida con el tratamiento hormonal, judíos ultraortodoxos (“una comunidad en la que la barba juega un papel importante”, dice) y algunas comunidades asiáticas y latinoamericanas que genéticamente desarrollan menos vello facial, asegura esta doctora de origen cubano-argentino. Hoy, su consultorio está repleto de hombres que buscan esta solución a su problema.

El procedimiento es similar a cualquier injerto capilar: se toma el cabello de la nuca y se implanta en la cabeza, en los brazos, en las piernas o en la cara. “El pelo, aunque no es del mismo calibre, da un resultado muy natural si lo pones en la dirección correcta, es decir, paralelo a la cara”, aseguran los expertos.