editorial

Reconocimiento a los jardines municipales

  • El Cippec distinguió a Santa Fe por el sistema de jardines que funciona en los barrios más pobres.

Se sabe que la marginalidad y la inseguridad van de la mano. Que millones de argentinos viven por fuera del sistema y de las posibilidades que brindan la educación y el trabajo. Por lo general, quienes nacen y crecen en ese contexto adverso, carecen de las herramientas indispensables como para revertir esa realidad a lo largo de sus vidas.

La cantidad de adolescentes y jóvenes que no estudian, ni trabajan, es abrumadora. Y no se trata sólo de un fenómeno argentino: según los últimos relevamientos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), uno de cada 5 jóvenes latinoamericanos se encuentra en esta situación.

Desde la Comisión Episcopal de la Pastoral Social se alertó recientemente que los jóvenes que no estudian ni trabajan son fácilmente tentados como mano de obra para bandas de narcotráfico, o trabajos de “baja calidad”. El gobierno nacional lanzó como respuesta el Plan Progresar, que apunta a insertar a estos adolescentes en las escuelas.

En este contexto, la política encarada por la actual gestión municipal de Santa Fe, que apunta a la construcción de jardines para la primera edad en los barrios marginales de la ciudad, merece todo el apoyo. De hecho, para miles de niños -y sus respectivas familias- representan la única posibilidad de insertarse en un sistema educativo y de contención que va mucho más allá de meros contenidos curriculares. Estas instituciones son, en realidad, escuelas de vida.

Allí, los chicos aprenden nociones elementales de comportamiento. Y en este proceso, son acompañados por sus madres, quienes también reciben la instrucción adecuada para la crianza y desarrollo de sus hijos.

El sistema de jardines municipales santafesino acaba de ser reconocido a nivel nacional, pues la ciudad recibió una distinción del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).

Se trata de un reconocimiento importante. No sólo porque la decisión estuvo en manos de expertos sumamente respetados, sino también porque el Cippec recibió un total de 49 postulaciones de diferentes organismos y dependencias gubernamentales de todo el país, vinculados con la gestión pública nacional, provincial o municipal.

Actualmente, cerca de mil niños de los barrios más vulnerables de la ciudad asisten a estos jardines, que se encuentran distribuidos en Pro Mejoras Barranquitas, Villa Hipódromo, San Agustín, El Abasto, Varadero Sarsotti, Roca, Facundo Zuviría, La Guardia, San Lorenzo y el emblemático edificio de Barranquitas Sur. La idea del municipio es poner en funcionamiento un nuevo jardín en poco tiempo, trabajando junto al Movimiento Los Sin Techo.

La marginalidad no es un fenómeno exclusivo de la ciudad de Santa Fe. Según un relevamiento realizado por el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA), uno de cada cuatro menores de 18 años vive en hogares en los que existen necesidades básicas insatisfechas en las principales ciudades del país.

El trabajo realizado a través de esta red de jardines municipales debe convertirse en una política de Estado, que se prolongue a lo largo del tiempo más allá del signo político de los gobiernos por venir.

Sólo así es posible pensar en una tarea que enfrente los problemas desde sus verdaderas raíces, y que no termine diluyéndose en meras cuestiones políticas y coyunturales.

Para miles de niños -y sus respectivas familias- representan la única posibilidad de insertarse en un sistema educativo y de contención.