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La verdad de la “química”

Ni feromonas, ni primavera, ni lo que comúnmente denominamos “química”, investigadores médicos israelíes aseguran que el origen de la atracción sexual que sentimos por otra persona responde en realidad a una impronta genética presente en los dos miembros de la pareja.

A esa conclusión han llegado tras un estudio desarrollado en el Laboratorio de Análisis Genético del Hospital Beilinson, en la localidad de Petaj Tikva.

La muestra analizada está compuesta por 1.310 parejas de hombres y mujeres entre los 18 y 80 años, la mayor parte de las cuales, fueron referidas al centro médico por orden judicial a fin de determinar la paternidad de un progenitor. Otro grupo está integrado por 308 parejas casadas con problemas de infertilidad, y un tercero de control por cónyuges ficticios.

La estadística demostró que las parejas que en algún momento sintieron atracción física compartían genes en común.

“Se trata de la primera vez que se muestra una correlación genética entre parejas para explicar la atracción sexual”, explica la doctora Klein, autora del estudio.

“Asumimos que hubo algún tipo de atracción sexual entre las parejas que comparten un hijo en común o ha habido reclamos de paternidad tras una relación sexual”, apunta la investigadora.

Los resultados mostraron que en estos casos, ambos miembros de la pareja compartían marcadores genéticos que en relación a los otros dos grupos eran mucho menores o no existían.

Los investigadores reconocen que una de las limitaciones que puede tener el estudio es que no se puede descartar la posibilidad de que los resultados estén influidos por las características únicas de la población israelí.