Una trama de mentiras no tan piadosas

Judi Dench, en el papel protagónico de “Philomena”, película dirigida por Stephen Frears. Foto: Gentileza The Weinstein Company

Philomena. Ídem (Gran Bretaña, 2013, hablada en inglés). Dirección: Stephen Frears. Guión: Steve Coogan y Jeff Pope, sobre el libro “The Lost Child of Philomena Lee”, de Martin Sixsmith. Fotografía: Robbie Ryan. Música: Alexandre Desplat. Edición: Valerio Bonelli. Diseño de producción: Alain McDonald. Elenco: Judi Dench, Steve Coogan, Michelle Fairley, Barbara Jefford, Anna Maxwell Martin, Mare Winningham, Sophie Kennedy Clark. Duración: 98 minutos. Calificación: apta para mayores de 13. Se exhibe en el América. Muy buena.

 

 

Laura Osti

“Philomena” está basada en un caso real que ocurrió en Irlanda, a mediados del siglo pasado. Es la historia de una mujer que durante su adolescencia quedó embarazada como producto de una relación ocasional y por ese motivo, el padre (viudo) la internó en un orfanato para niñas regenteado por monjas.

Philomena (Judi Dench) tuvo su hijo en cautiverio, al que crió hasta los tres años de edad, y luego fue dado en adopción, contrariando los deseos de su madre. Pero al parecer, ése era el destino prefijado para los hijos de madres solteras, las que iban a ocultar su vergüenza en este tipo de instituciones, y debían pagar con trabajo y reclusión la culpa de haber cedido a los placeres de la carne, el pecado de no haber sabido mantenerse castas y con ello, ofender a Dios y convertirse en el oprobio de sus familias. Ésa era la perspectiva católica que imperaba en Irlanda por esa época.

La cuestión es que la protagonista de esta historia guardó el secreto durante cincuenta años. El relato comienza cuando, siendo una mujer mayor, decide revelarle el asunto a una de sus hijas (se supone que se casó, tuvo hijos y aparentemente, ha enviudado), quien la insta a averiguar qué fue de aquel niño.

Por esas casualidades de la vida, la hija de Philomena conoce al periodista Martin Sixsmith (Steve Coogan) y le propone investigar el caso y darlo a conocer a la opinión pública. Martin ha sido despedido recientemente de su empleo en la BBC News y si bien en un principio se niega a aceptar la propuesta (su especialidad es el periodismo político internacional), finalmente asiente y con los escasos datos que le proporciona Philomena, comienza su tarea investigativa.

El primer paso es solicitar una entrevista con las actuales autoridades del convento, quienes le aseguran que toda la documentación desapareció en un incendio, y de paso le recuerdan a la mujer que en su oportunidad firmó un papel en el que decía renunciar a todo derecho de reclamo por su hijo nacido en el orfanato.

A partir de esta primera frustración, comienza una suerte de periplo en el que el periodista y la mujer atraviesan por diversas instancias, al tiempo que se van conociendo. Él es un hombre de mediana edad, que se confiesa ateo, y es cultor de un estilo bastante irónico, a veces cínico, y se muestra escéptico y desencantado. Ella es una mujer sencilla, lectora de best-sellers, consumidora de series televisivas, y evidencia una gran fortaleza para soportar el dolor y el fracaso sin por ello convertirse en una resentida llena de odio. Philomena es consciente de sus derechos, pero también sabe que el mundo en el que creció tenía sus reglas y a ella no le tocó estar en una situación favorable.

Finalmente, gracias a los contactos y las habilidades de Martin, y con un poco de ayuda del azar, descubren que el niño fue adoptado por una familia estadounidense y deciden viajar al país americano a seguir las pesquisas. Allá, logran avanzar bastante en la investigación, aun cuando deben sortear varias dificultades, hasta que consiguen desentrañar todos los vericuetos de la vida del hijo perdido.

El caso abunda en detalles interesantes y es representativo de cómo determinados factores históricos y culturales pueden llegar a marcar las vidas de las personas de manera imborrable y hasta trágica.

La sexualidad humana

El film dirigido por Stephen Frears tiene el tono del cine de denuncia social, en el cual se muestra el sufrimiento de una madre, tanto físico como moral y espiritual, por haber sido obligada a separarse de su hijo, primero, y luego, por habérsele obstaculizado el reencuentro con él. La crítica fundamental está dirigida a la rigidez de la Iglesia Católica irlandesa.

Pero el tema central, en realidad, es la siempre conflictiva temática de la sexualidad humana y sus múltiples implicancias para la vida de las personas, según las circunstancias históricas que les toquen vivir.

Philomena es conmovedora, al menos, según la versión de Frears, quien confió el papel a la gran actriz británica Judi Dench, cuya interpretación moviliza las fibras más sensibles del espectador, que no puede sino sentirse identificado con ella, sobre todo cuando debe contraponer su interés a la rígida oposición del sistema, representado por una monja que raya en la crueldad recalcitrante.

Y si bien se trata de una historia triste, el relato no resulta agobiante, transmite una calidez muy humana y se resuelve de una manera que permite una suerte de reconciliación sanadora.