el invitado

Tenemos bronca y con razón

Unión General de Tamberos

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Muchas veces dijimos que los problemas estructurales de la lechería se ven amplificados en las cuestiones coyunturales. Es verdad. La falta de contratos en la comercialización, de precios de referencia y de políticas estables sigue vigentes. Pero cuando las decisiones que se toman complican al tambero, cabe preguntarse si lo que realmente se quiere es un país sin leche.

Bastante difícil es seguir con esta producción de por sí. Por la esclavitud del trabajo que significa, por la necesidad de “estar” al pie del cañón todo el día, todas las horas y todo el año, por la falta de interés que demuestran los jóvenes de hacerse cargo de este negocio conflictivo por demás, por la escasez de mano de obra calificada y deseosa de seguir con el tema, por la dependencia obligada de que otros decidan el precio y lo paguen cuando les viene bien, por las inclemencias del tiempo, por las características propias del producto que vendemos (voluminoso y perecedero) y por la falta de planes concretos de financiamiento. Si además le agregamos que quienes tienen que decidir sobre el tema priorizan otras cosas en vez de la permanencia de la actividad tenemos obligadamente que pensar que o no conocen el tema o que prefieren ignorarlo.

Tenemos bronca. Ya decir rabia es poco decir. Los tamberos en las reuniones de base nos reclaman y están furiosos. Se suceden las resoluciones de asambleas en estado de alerta y movilización. Pero claro, quienes deciden saben que a los tamberos nos cuesta, por la índole propia de nuestro trabajo, reunirnos y movernos y especulan con eso. La respuesta es simple: Los tambos cierran, desalentados.

La pregunta es ¿hasta cuando? ¿Seguirá la concentración en los más grandes que pueden aguantar? Las vacas quedan en ellos pero la gente se va, los pueblos se mueren.

¿Hasta cuando el discurso de protección a los más débiles integrará a los tamberos? ¿O es un cuento? ¿ O ineficiencias de algunos?