“El sida nos ayudó a salir del laboratorio”

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Alfredo Miroli

Este médico inmunólogo tucumano está especializado en sexualidad y prevención de adicciones. Trabajó con César Milstein y Luc Montagnier cuando recién comenzaba a hablarse del VIH. Llegó una vez más a nuestra ciudad para ofrecer sus charlas a jóvenes, padres y educadores.

 

TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTO. FLAVIO RAINA.

DE TUCUMÁN AL MUNDO. “Nací en Tucumán hace 62 años y vivo en Tucumán. Me gradué de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán, a los 22 años, en 1974. Me enamoré de la Medicina desde que era un estudiante de la primaria. Y de la Inmunología, una ciencia de lauchólogos y ratonólogos, desde el principio de mi carrera, tanto en el microscopio como en el paciente. Cuando me recibí me puse a trabajar en la Inmunología y a capacitarme: fui a Córdoba a aprender inmunidad celular con gente que había llegado de Estados Unidos (como el Dr. Giraudo), al Hospital Alemán de Buenos Aires a aprender inmunidad en hígado. Cuando tenía 25 años se creó la cátedra de Inmunología en la Facultad de Medicina de Tucumán y gané el concurso de profesor. Pero me quería ir al extranjero y gané un concurso para trabajar en Biología Molecular en la Universidad de Cambridge, con César Milstein”.

UN VIRUS DESCONOCIDO. “En 1981 había estallado una destrucción del sistema inmune, que nos tenía azorados porque no conocíamos la causa. Era parecida a la que le producíamos a un paciente que estaba esperando un transplante cuando nos pasábamos en la dosis de inmunodepresor. Eran los mismos signos y síntomas pero no teníamos ningún remedio. Esa enfermedad se llamó luego Sida. Cuando se descubre el virus en 1983 en París, se lo aisla, y en 1984 estaba trabajando en Inglaterra y empezamos a tratar de caracterizar ese virus. A César (Milstein) le dan el Premio Nobel y pasé a manejar un equipo que investigábamos al virus y a las inmunodeficencias, en Londres y no en Cambridge”.

SEXUALIDAD Y DROGAS. “Una de las autopistas que llevaba el virus (VIH) era la sexualidad pero de este tema no entendía nada como ciencia, sí lo que todos hablan. Empecé a estudiar sexualidad dos años porque dañaba mi sistema inmune, que lo quería intacto. No podía parar este virus si no entendía sexualidad. La otra autopista eran las drogas y tampoco entendía nada. Hice una intensa capacitación entre 1984 y 1987 en Inglaterra, Francia y Estados Unidos, en este último país estuve trabajando en el Instituto Pasteur con Luc Montagnier. Empezamos a decir que no podremos parar esta destrucción del sistema inmune hasta que no haya una vacuna si no somos capaces de generar una respuesta adecuada desde la sexualidad ni de parar esta pandemia que empieza a aparecer muy explosiva, que es la de drogadicción. La pandemia de drogadicción como fueron el hippismo de los ‘60 y la psicodelia de los ‘70 estuvo muy inspirada por quienes más razonaban: músicos, cantantes, artistas, etc.. Generó un gran consumo de drogas en las clases más intelectuales, más pudientes. Nosotros veíamos sus víctimas: algunos enfermos de sida habían llegado por sexo y otros por drogas”.

NUEVA EPIDEMIA. “Entonces dijimos que estaba habiendo una nueva epidemia de drogadicción, que cada vez crecía más. No eran drogas de cultivo sino sintéticas. Empezamos así a trabajar el tema drogas: yo viéndolo desde qué me rompe mi sistema inmune. Salimos a hablar de prevención de las drogas y de sexualidad para cuidar nuestra inmunidad, pero siempre con una capacitación científica. El sida nos sacó a los inmunólogos de nuestros laboratorios azulejados con nuestros ratones y nos llevó a los prostíbulos, a las calles, a las cárceles, a hablar con la gente pobre afectada por distintas patologías sociales que los transformaba en especialmente vulnerables. Y nos llevó a limarnos y lijarnos el orgullo de estar en grandes laboratorios sintiendo que estábamos en una cúpula. Hubo que salir y nos ayudó mucho”.

QUIERO MI VIDA. “Lo que tenemos que enseñar no es a combatir la oferta de drogas (porque es una tarea de policía, jueces y los gobiernos) sino a reducir la demanda; que cuando te digan ‘¿Querés?’’, cada persona ojalá pudiera contestar ‘Sí, quiero mi vida, mi alegría, mi sonrisa, pasarla bomba no bombeado’. Esto reduciría sensiblemente la epidemia. Les enseñaremos que las drogas no son camino de alegría sino de tristezas. Por eso, el mensaje que dejo a los chicos en las charlas es: cuando te ofrezcan en la calle o en el baño del colegio podés seguir sin aceptar, seguir tu vida, tu alegría, tu sonrisa. Tenés que decir ‘¡sí, quiero!, no la sustancia sino me quiero yo’”.

ENFERMO Y NO VÍCTIMA SOCIAL. “La charla con los padres apunta a ver el rol que tienen en la prevención y en el manejo de un hijo enfermo. Nada de estar buscando un centro de internación, ver cómo me sacan a mi hijo de al lado. Tienen que empezar a buscar su integración. Empezar a decir que asumen su compromiso, que si en algo fallaron o no en prevenir no van a fallar en asistir. No creo que haya que abrir centros de internación sino verdaderos programas de integración a toda la sociedad manejados por los ministerios de Salud y no ir a un grupo de pares en una comunidad terapéutica. Sólo hace falta una desintoxicación de drogas dos o tres meses y afuera. Esta persona tiene una enfermedad crónica con recaídas y no es un vicioso ni una víctima social; los ministerios de Desarrollo o Acción Social no deben manejar los centros de tratamiento. Todos los servicios médicos (privados, estatales y paraestatales) tendrían que tener un servicio que atienda a estos enfermos, como tienen Pediatría y otros. Deben estar dirigidos por médicos porque son humanos enfermos, en los que pueden colaborar ex pacientes, psicólogos, sacerdotes, como complemento”.

AMORES Y PASIONES

El Dr. Alfredo Miroli tiene cuatro hijos (“ninguno es médico; para ellos, Medicina es sinónimo de papá no está”) y once nietos (“entre ellos, Santi, down, maravilloso, de dos añitos, que es un petardo”). Además, es hincha de San Lorenzo de Almagro, “como mi papá, el mejor club del mundo, que hasta tenemos a Dios con nosotros (con el Papa Francisco)”, bromeó. Asegura que “si volviera a nacer me vuelvo a casar con la misma mujer (con la que llevo 40 años), tengo los mismos hijos si Dios me bendice, estudio Medicina y me dedico a la Inmunología, sin dudas”.

CONCIENCIA SOCIAL

“Papá era médico pediatra, destacado. La sala de Clínica Médica del Hospital de Niños de Tucumán lleva su nombre: Miguel Ángel Miroli, y hay un busto. Además, hay muchos dispensarios en el interior de Tucumán que lo recuerdan. Papá hacía una medicina muy social. Iba a las zonas más humildes, instalaba un consultorio y lo atendía gratuitamente, aunque volvía con pollos, huevos, entre otras cosas. Empezaba a atender el consultorio a las dos de la tarde, que venía del hospital, y terminaba 11 ó 12 de la noche y se iba a ver los domicilios. Si le pagaban el 15 ó 20% era mucho pero jamás dejó de atender. Papá murió atendiendo en el consultorio: a las 4 de la tarde había sentido un dolor en el pecho pero tenía 40 chicos afuera. Cuando a las 9 de la noche terminó, se fue a internar y el infarto ya era masivo. Esa noche murió por ser médico y por ejercer la Medicina hasta, sinceramente, darle la vida. Tenía 60 y tantos años”.

AMOR AL PRÓJIMO

“Mamá era cordobesa. Papá se fue a estudiar Medicina a Córdoba, ya que en aquellos años no había Facultad de Medicina en Tucumán. Mamá pertenecía a un grupo de aristócratas, hija de jueces federales, pero ejercía la docencia rural gratuita por plena vocación. Se iba a las zonas pobres del norte de Córdoba, en los autos de la familia, para enseñar en las escuelas más marginales. Papá la conoció en Córdoba y se enamoró profundamente. Cuando se recibió de médico volvió a Tucumán, ejerció enseguida, le fue brillante, volvió a Córdoba y se casó con mamá. Volvieron a Tucumán y vivieron ahí. Somos cuatro hermanos, yo soy el tercero”.

INVITACIÓN

El Dr. Alfredo Miroli visitó nuestra ciudad invitado por el diputado nacional del PRO, Miguel Torres del Sel. Brindó charlas y conferencias gratuitas sobre prevención y asistencia de las adicciones en la sala de Luz y Fuerza, destinadas a alumnos de escuelas secundarias y padres y educadores.

así soy yo