Homenaje a Jorge Ibáñez

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Reconocido y muy querido en el ambiente del espectáculo, Jorge Ibáñez dejó su impronta en el diseño argentino.

Desde el primer vestido que probó Mirtha Legrand en uno de sus programas hasta la última colección que presentó en Buenos Aires, el diseñador recorrió un camino signado por el talento y la calidad. Aquí, un repaso de su carrera, a casi un mes de su inesperada muerte.

 

TEXTO. GEORGINA LACUBE.

Amigo, generoso, carismático, optimista y talentoso fueron algunos de los adjetivos más pronunciados entre familiares, amigos y allegados del irrepetible Jorge Ibáñez, el gran diseñador argentino que falleció en la mañana del pasado 14 de marzo en su departamento del barrio porteño de Retiro, a causa de una cardiopatía. Tenía tan sólo 44 años.

Como era de esperar, la noticia sacudió al ambiente de la moda local y a la sociedad en general, ésa que lo vio en la tele bailando y cantando sin pruritos, y también como uno de los “jueces de estilo” en el programa de cable “La jaula de la moda”, que conducía Horacio Cabak (canal Magazine).

Como diseñador, la especialidad de este oriundo de Lomas de Zamora, con casi 20 años en el oficio, era vestir la alfombra roja, un status que reivindicó a golpe de siluetas llevables, capaces de favorecer a toda celebrity (o diosa) que se precie.

Susana Giménez, Mirtha Legrand, Florencia de la V, Mariana Fabiani y Nacha Guevara eran devotas de sus creaciones, mayormente vestidos de noche que exaltaban el cuerpo de la mujer a fuerza de color y brillos que proyectaba en lamé, paillettes, metales, pedrería o hilos de oro. Un estilo ultra chic que elegía mostrar cada temporada en lujosos hoteles y locaciones de Buenos Aires, erigiendo a la modelo misionera Ingrid Grudke como musa eterna.

TRAYECTORIA IMPECABLE

Desde pequeño tuvo inclinación por la moda pero, acorralado por mandatos familiares, se anotó en la carrera de Medicina antes de dedicarse de lleno al diseño de indumentaria. En los inicios sus primeras modelos fueron su abuela y su mamá Mabel, a quien llegó a vestir para un casamiento familiar. Hasta que un día, y luego de mucho insistir, logró que Mirtha Legrand usara uno de sus vestidos para su programa. A partir de ahí, el éxito. Abrió un atelier en el paquetísimo barrio de Recoleta y se hizo un nombre entre el jet set vernáculo.

Memorable y ovacionada, Mysterious Garden fue la última colección que presentó en vida en el salón Libertador del Sheraton Hotel. Allí, sobre una pasarela de 30 metros de largo, montó un Jardín del Edén para mostrar su verano 2014. Entre sonido de hojas y pájaros, cincuenta y tres modelos oficiaron de ninfas luciendo atuendos en seda natural, muselina, organza, tul, gasa, encaje y raso con apliques de cristales y cuencas teñidas en blanco y negro, corales, amarillos, celestes, verde aguamarina y gris con plata. Como frutilla del postre, delicados acordes de Chopin cerraron la última pasada de la novia. Todo esto le valió nada menos que el prestigioso premio Tijeras de Oro 2013 que entrega todos los años la Cámara Argentina de la Moda (CAM).

Previamente, en el marco del elegante Hotel Plaza, presentó su invierno 2013 bajo el nombre de Golden Secret, una colección majestuosa compuesta por noventa vestidos que fueron lucidos, de manera impecable, por 45 modelos de alta costura cuyo andar fue acompañado por una sonata a dos pianos de Mozart. Puro glamour en un show de tules, encajes, sedas, gasas, crepes, muselinas, jersey de seda natural y una cascada de bordados hechos a mano (su marca registrada) totalmente recamados en cristales y piedras así como paillettes, perlas y oro. ¿El gran protagonista de la noche? El dorado total, que hizo honor al nombre de la colección.

Inolvidables, también, fueron la colección Evita del año 2010, que mostró en el Palacio Paz del Círculo Militar, y 40 Kilates, de 2011 y presentada en la Tribuna Oficial del Hipódromo de Palermo. Ibáñez, sin duda, fue un estandarte argentino de evocación y minuciosidad.

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Con la modelo Ingrid Grudke, su eterna musa.