Mano a mano con Luciano Zavagno, aquel aguerrido defensor surgido en Unión...

“Acá se discuten cosas que en Europa son obvias”

Volvió a Santa Fe después de quince años jugando y viviendo en el Viejo Continente. Habló de Unión, de la función del secretario deportivo y tiró una frase: “En la Argentina, los que opinan de fútbol en una comisión directiva son muchos y eso la transforma en poco seria”

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Luciano Zavagno disfruta ahora de su nueva función como representante en Sudamérica del Torino de Italia. “Cuando vinieron acá, se sorprendieron de cómo se vive el fútbol en la Argentina”.

Foto: Manuel Fabatía

 

Enrique Cruz (h)

Apareció jovencito en la primera de Unión, portando un apellido “pesado” por lo mucho y bueno que supo construir su padre. Es un desperdicio que el fútbol de Santa Fe no aproveche más a Hugo Zavagno, pero ése es un tema para otra ocasión. El que nos ocupa es el hijo, Luciano, que formó parte de aquella gran camada de pibes que hizo furor en Unión de la mano de Carlos Trullet, consiguiendo el histórico ascenso a Primera en 1996. “Lucho” jugó poco en Unión y en el fútbol argentino. Se “europeizó” rápidamente y se convirtió en un verdadero trotamundos, desarrollando casi toda su carrera en el Viejo Continente.

—¿Mucha diferencia entre lo que viviste durante tantos años con esto que encontraste a tu regreso, no?

—Enorme... Un poquito en la vida, en lo futbolístico, en un cambio grande para mí porque pasé de jugador a ex jugador...

—¿Y qué te queda de aquellos primeros tiempos en Unión?

—Mirá, yo pasé de La Salle a Unión, después fui a Central y volvió a Unión. A mí me hizo debutar Daniel Silguero y fue muy lindo ese proceso que nos llevó a Primera. Fue todo muy rápido, porque al poco tiempo de estar jugando en Primera me vendieron. Pero a la vez, inolvidable.

—Y en aquella oportunidad, cuando te fuiste tan joven, ¿qué fue lo que te llamó la atención del fútbol europeo?

—El trabajo físico y la manera en que se trabaja sobre la reacción, que era lo que me faltaba. En lo táctico, estuve en Francia y allí no se le da la importancia que tiene en Italia, donde estás todo el día entrenando en lo táctico. Después, en Inglaterra no existe la táctica porque van todos para adelante. Son increíbles los ingleses, pero son de lo mejor que hay en el mundo.

—¿De qué jugabas allá?

—Trullet me hacía jugar de stopper por izquierda y cuando llego a Francia, el técnico me preguntó si prefería jugar de stopper o de volante por izquierda. Ví que el stopper por izquierda era el capitán del equipo y me dije: ‘Lucho, en ese puesto no tenés chances’... Y le dije al técnico que quería jugar de volante por izquierda. En Italia jugaba de “3” pero defensivo y en Inglaterra tenía libertades totales, pero es un campeonato hermoso... En inferiores jugué de “6” y Silguero me puso de “3” en mi debut en Primera y prácticamente hice toda mi carrera en ese puesto.

—¿Cómo surge la posibilidad de trabajar para el Torino en la Argentina?

—Jugando en el Torino, ascendimos a Primera. Tenía una buena relación con el presidente y con el director deportivo, que fue mi entrenador. Eso me permitió trabajar para ellos.

—En Argentina seguimos discutiendo si es o no necesaria y útil la figura del manager. Nos cuestionamos si a los jugadores los deben elegir los técnicos o los dirigentes. ¿Qué te dejó la experiencia de 15 años en Europa?

—Para mí es un tema obvio y acá no. Bassedas, en Vélez, desempeña muy bien a la figura del director deportivo. Para mí, es muy fácil. El director deportivo es el que se encarga de la contratación de los jugadores y elige al técnico junto con los dirigentes. Esa es la mejor opción y mejoraría al fútbol argentino.

—Entonces, a los jugadores los elige el director deportivo...

Beckham y el ascenso del 96

—¿Cuál fue el delantero que más te costó marcar?

—Me tocó marcar a Beckham y realmente cuesta entender cómo hace para sacar los centros desde un lugar en el que no puede sacarlos. Marqué también a otros enormes jugadores como Kaká, Okocha y Henry. Por ahí me pongo a mirar los partidos y los estadios y me digo para mí: ‘La pucha, pensar que yo estuve ahí’. Me pasa con Europa lo que me pasó con el ascenso de Unión, lo valorás cuando ya pasó y no estás.

—¿Y el mejor jugador que tuviste enfrente?

—Quedé sorprendido con la técnica de Beckham. Es increíble. Yo había practicado toda la semana para que él no sacara los centros y le ponía el pie adelante del pie de él y la verdad es que no podía creer que igual los sacara.

—¿Y el mejor compañero, el más desequilibrante en tu equipo?

—Aunque no lo creas, el Principito Sosa en Estudiantes. Y en Europa, Fabrizio Ravanelli, que se entrenaba como un chico de 16 años cuando ya tenía 32 o 33 y había vuelto de Inglaterra.

—¿Tu mejor día en el fútbol?

—Son muchos... En el momento no valoré tanto el ascenso de Unión, porque era un chico de 18 años y pensé que iba a ganar varios títulos. Otro día muy especial fue cuando me transfirieron a Francia, y luego, cuando fui a Inglaterra, porque la Premier League es el torneo más lindo del mundo. El ascenso de Unión es el mejor, porque lo pude compartir en familia, porque fue acá, donde está mi gente. Y allá, en Europa, a los logros los disfrutaba mucho, pero casi en soledad.

 
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“Con Lautaro Trullet y ‘Patita’ Mazzoni me veo a menudo”, dijo Luciano, quien aparece con ambos en la foto, cuando formaron parte de aquel gran equipo de Trullet.

Foto: Archivo El Litoral

—Exacto. Y eso te permite, además, que el director vaya viendo jugadores con antelación a la apertura del libro de pases. Hoy por ejemplo, se estarían buscando los refuerzos para la temporada que viene. El técnico dice dónde necesita reforzarse y a los jugadores los busca el director.

—¿Y el presupuesto?

—Eso lo manejan los dirigentes. En Inglaterra, por ejemplo, el presidente le daba al director deportivo un número “x”, supongamos 10 millones. Y con eso, armaba el equipo y era el responsable absoluto. Y el presidente se convertía en un hincha más del equipo. En Italia no es así, ya que el presidente es el que está más encima de la cosa.

—¿Estamos atrasados en ese aspecto o polemizamos inútilmente sobre este tema?

—Allá, los clubes son privados, los presidentes los compran. Acá no es así. Acá se discute si cuatro años de mandato es mucho o poco y yo te digo que cuatro años, para organizar el trabajo de inferiores, por ejemplo, es muy poco tiempo, no sirve para un proyecto. Acá hay una comisión directiva que decide, es mucha gente la que opina, allá no, decide el presidente. Acá es poco serio, porque si hablás con un dirigente por un jugador te pide una plata, y si hablás con otro, te pide otra diferente. Para mí, es poco serio.

—El director deportivo, en Europa, ¿maneja también las inferiores?

—No, se dedica exclusivamente a Primera. Allá hay un coordinador, pero el director está en contacto con él y lo tiene al tanto de lo que pasa en inferiores. Eso lo ayuda al director deportivo a elegir a jugadores de abajo para reforzar el plantel, si es que se adapta a lo que pide el técnico.

—¿Estuviste cerca de trabajar en Unión?

—Apenas llegué de Europa, hablé con Luis Spahn y Emilio Lamas. Estaba Facundo Sava de técnico y fue una buena charla, pero mi trabajo con el Torino es incompatible y no me permite trabajar en otro club.

—¿Con qué fútbol te encontraste en la Argentina?

—Yo quería que el director deportivo del Torino, que estuvo acá, viniese a la Argentina para ver el grado de presión que tienen los jugadores. Fuimos a ver Racing-Boca, iba ganando Boca 2 a 1 y el jugador más habilidoso de Racing se tuvo que tirar de cabeza a trabar una pelota porque si no lo insultaban. Eso no existe en Europa. Otra diferencia es que en Italia se trabaja mucho en lo táctico, más que acá. Y veo que los jugadores argentinos no manejan conceptos que, para el fútbol italiano, son básicos, tácticamente hablando.

—¿Cómo se explica el fenómeno que se dio en Unión, de la aparición de los chicos del club como en aquel equipo que integraste, o lo que pasa hoy en Colón?

—Cuando nosotros arrancamos en el 95-96, habían llegado varios jugadores pero no había dinero y muchos de aquellos que reforzaron el plantel no anduvieron. Lo ideal sería que se lleve a cabo un proceso de a poco y con una mezcla de inferiores y experiencia. Acá no lo cuidan al jugador, al tercer partido tenés que triunfar para seguir jugando, y si andás bien, te venden. El proceso es muy rápido y la presión es tremenda, cosa que allá no es así.

—Alguien dijo alguna vez que se juega como se vive. ¿Se da en la Argentina?

—Lo que la sociedad vive, lo transmite al fútbol. Y si no, fijáte lo que ha pasado con las hinchadas... Yo digo lo que es malo, pero también hay cosas buenas. Cuando vinieron los italianos se enloquecieron y no podían creer cuando empezaba a cantar todo el estadio.

—¿Te gusta lo que estás haciendo?

—Mucho. Imagináte que me fui hace quince años y no conocía a los jugadores. Ahora estoy estudiando y viendo mucho, conociendo. Eso me encanta.

—Quince años afuera es mucho. ¿Con qué sociedad te encontraste?

—Yo viví en Torino. Y Torino es como si vivís en Suiza. Pero hay cosas que podés hacer acá y que no tienen precio, como comer un asado con amigos o tomar un café con mi viejo. Acá se me hizo difícil el tema de la inseguridad, eso de poner alarma en todos lados o de llegar a mi casa y mirar para todos lados para no encontrarme con una sorpresa desagradable.

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"Veo bien a la dirigencia de Unión, tuvieron que bancarse algo difícil como un descenso y me pareció excelente la contratación de Madelón”

Luciano Zavagno

Ex jugador

"Con Nicolás Frutos tengo una muy buena relación, nos conocimos en Unión y nos cruzamos en Europa. No tengo nada que ver con su proyecto de El Pozo. Fui a la presentación del equipo pero no trabajo allí. Estoy haciendo el curso de técnico, pero no me veo como entrenador, al menos hoy”.

“Fue duro dejar el fútbol, ya que a los 16 años, Silguero me había llevado de pretemporada. Siempre hice lo mismo y ahora me tengo que sentar frente a una computadora a trabajar, algo que nunca había hecho”.

Luciano Zavagno

Ex jugador