crónicas de barrio

Recorrida por el sector de Unión, Progreso y Libertad

Barranquitas, un barrio que añora la tranquilidad

  • En la jurisdicción donde se lanzó la Policía Comunitaria, las opiniones son dispares. Muchos vecinos aseguran que mejoró la seguridad pero para el sector comercial, sobre todo, es un paliativo que no resuelve el problema de fondo. Los orígenes del barrio se remontan al año 1910.
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Casi tres meses. El 17 de enero se puso en marcha en este sector de Barranquitas la Policía Comunitaria, en el marco de un Programa de Seguridad para prevenir el delito.

 

Barranquitas es uno de los barrios más tradicionales de la ciudad. También uno de los más grandes, por eso varias décadas atrás se dividió en cinco asociaciones vecinales. Unión, Progreso y Libertad es una de ellas; y también es el sector donde se puso en marcha hace casi tres meses la Policía Comunitaria.

La iniciativa es disparador en el barrio de distintas opiniones. Para las personas mayores, que salen de sus casas para hacer mandados o algún que otro trámite, la medida es buena y sienten que están más protegidos. Para quienes tienen un comercio, en cambio, no es más que un paliativo a un problema que se fue de las manos y lejos está de ser solucionado con efectivos caminando por las calles: la inseguridad.

Pese a la diversidad de opiniones sobre el funcionamiento de la Policía Comunitaria, todas las personas coinciden en que este sector de Barranquitas es muy diferente de día y de noche, cuando las calles se vuelven “tierra de nadie”.

Describir el barrio no es sencillo. Es que al mismo tiempo que se ve a una abuela ser acompañada por un policía comunitario hasta su domicilio, para garantizarle seguridad, se ve a un herrero reforzando el ingreso a una farmacia o a un policía de civil custodiando la puerta de comercios, porque quienes atienden no se sienten tranquilos.

Los efectivos de la fuerza que conforman la Policía Comunitaria se diferencian de los demás por llevar una charretera anaranjada en el hombro. Son alrededor de 20 y en su mayoría jóvenes. Varios cuentan con experiencia y otros son recién egresados. Cada policía tiene tres cuadras lineales a cargo, donde debe estar permanentemente caminando y atento a todo. En la recorrida de Crónicas de Barrio, que duró tres horas, sólo se vieron dos policías comunitarios a pie y algunos patrullajes en auto.

Red de vecinos

La mayoría de los vecinos del barrio lleva consigo o guarda en algún lugar visible de su casa la tarjeta del policía al que debe llamar en caso de observar algo raro o resulte víctima de un hecho de inseguridad. Pero también tiene agendado el número de su vecino, para llamarlo por cualquier cosa que considere necesario avisarle.

“El barrio, sobre todo a la noche, es tierra de nadie. Anoche, recibí un mensaje de mi vecino que me avisaba que me quedara tranquila, que eran policías los que estaban caminando por el techo y no delincuentes. Y así vivimos”, resumió una joven. Y, resignada, aclaró: “Así vivimos en Santa Fe, ya que todos los barrios están complicados en materia de seguridad y nada de lo que se hace parece ser suficiente”.

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Caso Laracca. En la esquina de Fray Cayetano Rodríguez y López y Planes se erige la herrajería de Mario Laracca, el hombre que fue asesinado en 2007 a metros de su local comercial. Fue en un hecho que le era completamente ajeno y sucedía en una carnicería de la esquina. Hoy, debido a la inseguridad, su esposa no descarta cerrar el negocio que levantó su marido.

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A puertas cerradas. El ingreso a un kiosco ubicado sobre Fray Cayetano Rodríguez es restringido. Sólo se les abre a clientes conocidos y vecinos del barrio. Su dueño asegura que las ventas no son las mismas, ya que a la gente le gusta ingresar y ver. Pero al mismo tiempo reconoce que es la única manera de trabajar sintiéndose seguro.

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Herreros con más trabajo. En la esquina de Bolivia y López y Planes hay una farmacia. Sus dueños decidieron reforzar la reja de ingreso por razones de seguridad. Como muchos vecinos, remarcaron que Barranquitas es una cosa de día y otra cosa de noche, cuando “las calles quedan a la buena de Dios”.

OPINIÓN

De 24 horas

Guillermo Dozo

En casi tres meses de implementación, la Policía Comunitaria demostró ser una de las iniciativas que reclaman los vecinos y comerciantes para mejorar la seguridad en los barrios. Sin embargo, una objeción generalizada -que debería ser tenida en cuenta por las autoridades a la hora de la evaluación- es el horario en que los agentes patrullan las calles, dejando a la noche sin cobertura. Como la problemática de la seguridad es de 24 horas, debería analizarse la posibilidad de profundizar la experiencia, para dar una respuesta más acabada a los ciudadanos.

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