editorial

  • Según el Observatorio del Centro Comercial de Santa Fe, en marzo, el 55% de los comercios locales vio reducida su actividad.

Los problemas de la economía real

Luego de la devaluación del peso producida a principios de este año, parece haberse extendido la falsa sensación de que la economía argentina logró estabilizarse y que el país ingresa en un nuevo círculo virtuoso como del que disfrutó en distintos momentos a lo largo de la última década.

Sin embargo, las apariencias suelen ser engañosas. De hecho, la inflación continúa carcomiendo los bolsillos de los argentinos y, mientras el problema de la escalada de precios no sea atacado por el gobierno desde sus raíces, pronto la paridad cambiaria deberá ser corregida otra vez.

El gobierno nacional y el Banco Central respiran por el momento con algo de alivio, gracias a la liquidación de exportaciones de la cosecha gruesa que contribuye a frenar la caída de reservas luego de meses de sangría constante. Sin embargo, la liquidación de la cosecha no durará para siempre y el gobierno lo sabe.

Por ese motivo, el ministro de Economía, Axel Kicillof viajó a la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional para acercar posiciones y abrir la posibilidad de que el país pueda volver a recibir dólares de los mercados de crédito.

Mientras tanto, la economía real siente el impacto de tantos desaciertos. En este contexto, el Observatorio del Centro Comercial de Santa Fe acaba de dar a conocer las conclusiones de un relevamiento que realizó durante el mes de marzo en la ciudad.

Según dicho estudio, la actividad del comercio continúa retrayéndose. Tanto es así, que durante el mes pasado el 55 por ciento de los comerciantes manifestó que sus ventas cayeron con relación al mes anterior, más allá de algunos repuntes puntuales como, por ejemplo, el correspondiente al rubro Alimentos y Bebidas.

Debido a la inflación y a la imposibilidad de planificar a largo plazo, los propietarios de pequeños negocios comienzan a sentir el peso de las dificultades para obtener financiamiento. A la hora de reponer mercaderías, suelen verse obligados a pagar en efectivo.

Además de los mayores costos de reposición de productos, deben hacer frente a la creciente presión tributaria que soporta no sólo la actividad comercial, sino todos los ciudadanos. Finalmente, surgen dificultades para reunir el dinero necesario para cumplir con los aumentos registrados en el costo de los servicios (teléfono, luz, gas y agua), alquileres y gastos en personal.

Según el Centro Comercial, se reduce el financiamiento directo de los proveedores y muchos comerciantes, a pesar de las altas tasas de interés, se vieron obligados a recurrir al financiamiento bancario, ya sea a través del crédito o mediante el uso del descubierto, ambas vías con tasas muy altas.

Ante las dificultades que se han presentado en el aprovisionamiento de mercaderías, los comerciantes de la ciudad debieron buscar productos alternativos. Algunos cambiaron de proveedores; otros optaron por recurrir a otras marcas.

A todo esto, se agregan las dificultades planteadas por los elevados precios de los alquileres, sobre todo en las zonas céntricas y en grandes avenidas.

Lo que ocurra con el comercio adquiere relevancia en una ciudad como Santa Fe, ya que este sector genera casi el 30% de los puestos de trabajo y representa el 60% de la actividad económica.

Los propietarios de pequeños negocios comienzan a sentir el peso de las dificultades para obtener financiamiento.