Infierno a la madrugada

Violenta “entradera” en Guadalupe

  • Las víctimas fueron dos jóvenes hermanas y su padre. Fueron asaltados en su propio hogar por violentos delincuentes armados, que “trabajaron” con tranquilidad, mientras escuchaban por handy la frecuencia policial.
Violenta “entradera” en Guadalupe

Uno de los ladrones rompió a culatazos la ventanilla y bajó “de los pelos” a una de las muchachas. Foto: Danilo Chiapello

 

Joaquín Fidalgo

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Una familia de Guadalupe vivió una hora de terror este domingo por la mañana, cuando sufrió el ataque de dos violentos delincuentes.

Todo ocurrió en una casa de calle Antonia Godoy al 6200. En la planta superior de la vivienda dormía tranquilamente el propietario, empleado estatal de 56 años. Sus hijas, de 25 y 18 años, habían salido esa noche para participar de una fiesta con amigos. Volvieron cerca de las 7 a bordo del Honda Fit de una de ellas, abrieron el portón y entraron el auto al patio delantero del inmueble. Fue en ese momento que una de las muchachas observó que llegaban corriendo por la vereda dos sujetos. Se apuró y alcanzó a cerrar la pesada abertura que sólo tiene picaporte interno, pero uno de los malvivientes saltó con gran agilidad por encima del alto paredón del frente. Luego, le abrió a su cómplice.

Las jóvenes, desesperadas, sólo atinaron a encerrarse dentro del automóvil. El más violento de los delincuentes usó la culata de su pistola para romper el vidrio de la ventanilla de la conductora. Fueron necesarios cuatro golpes antes de que el cristal se destruya. Luego, tomó a la muchacha del pelo y la obligó a descender. Su hermana miraba aterrada desde el asiento del acompañante, “hecha una bolita”.

Los gritos eran tan fuertes que despertaron al padre. El hombre -que en el apuro, no accionó la alarma- bajó corriendo las escaleras y se abalanzó sobre el individuo que forcejeaba con su hija. “Pensé que las estaban matando”, aseguró hoy.

Detrás del auto, parapetado y apuntando con una pistola calibre 9 milímetros, estaba el otro asaltante. Cuando observó que el papá no tenía ningún arma, rodeó el vehículo, llegó por detrás y le aplicó un culatazo que lo hizo caer al suelo. “Me rompió la cabeza y me hizo desplomar sobre los vidrios que había en el piso. Terminé todo cortado”, relató.

Los delincuentes llevaron a sus tres víctimas hasta el comedor y luego a un pequeño baño que hay en la planta baja. “Uno de ellos se quedó con nosotros, mientras el otro, que era más joven, daba vuelta en la casa. También destrozó después la consola del auto de mi hija, porque trató de sacar el equipo de música que era embutido”.

“Zona liberada”

“Estaban muy tranquilos. Nos decían que tenían la zona liberada por 45 minutos y todo el tiempo que estuvieron en la casa escucharon la frecuencia policial por un handy. Finalmente, nos preguntaron la dirección precisa del domicilio y llamaron a alguien que los pasó a buscar minutos más tarde, seguramente en algún vehículo. Se llevaron una computadora, un televisor que todavía no terminamos de pagar, algunas alhajas y los celulares. Después uno me dijo que sabía que tenía dinero. Me presionó. Entonces lo llevé hasta uno de los cuartos y le entregué todo lo que tenía, 205 pesos”, detalló el hombre. Finalmente, los ladrones se dieron a la fuga y dejaron a las víctimas encerradas en el baño. Una de las muchachas esperó unos minutos y salió por una pequeña ventana para pedir ayuda a la policía.

“Hace ya mucho tiempo -agregó- que el barrio se ha tornado muy inseguro. Mis hijas están muy mal. A una de ellas la arrastraron hace unos meses para robarle un celular. En esa oportunidad, la salvaron algunos vecinos que salieron en su defensa y golpearon al delincuente. Acá los robos son frecuentes. Los estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional sufren arrebatos todos los días. Los autos estacionados en la calle terminan con los vidrios rotos. Es tierra de nadie. Pero esto que nos pasó a nosotros es mucho peor. Pensamos que se trató de un golpe al voleo, porque no tenemos cosas de valor”.