“La música tiene que servir al mundo”

Con una interesante trayectoria que la llevó a estudiar y dirigir en distintos lugares del mundo, Alejandra Urrutia ocupa en Santa Fe la primera titularidad como directora de una Orquesta Sinfónica profesional. De su Chile natal trae una sólida formación y años de experiencia, además de su cálida tonada y la convicción expresada en el título de esta nota.

TEXTOS. NANCY BALZA. FOTOS. PABLO AGUIRRE y GUILLERMO DI SALVATORE.

“La música tiene que  servir al mundo”
 

Hace apenas unas horas que Alejandra Urrutia llegó en vuelo desde Santiago luego de dirigir por dos noches consecutivas (el 4 y 5 de abril), y con excelentes comentarios, a la Orquesta Sinfónica de Chile, con la que estará en tres ocasiones más a lo largo del año. Es lunes de diluvio en Santa Fe y ella todavía tiene algunas horas libres antes de comenzar de lleno los ensayos con la agrupación santafesina que la tendrá como líder durante los dos próximos años.

La joven directora chilena fue preseleccionada a fines del año pasado entre 24 postulantes de todo el mundo para conducir un concierto y su desempeño fue sometido, a su vez, a la votación de los músicos de la Orquesta. “Dada su calidez, profesionalismo y trayectoria, resultó elegida para ocupar el podio de la Sinfónica”. Con estas palabras fue presentada el 11 de abril, cuando se inició la temporada de conciertos 2014. Y las cualidades salen a la luz en esta charla con Nosotros.

“Hasta ahora todos han sido muy amables conmigo”, dice cuando se le pregunta cómo fue recibida en la capital santafesina, ciudad a la que arribó en octubre pasado para su audición, volvió en diciembre como finalista y la acogió en febrero como flamante directora, y donde a mediados de mayo piensa estar ya definitivamente asentada. “La idea es tener mi propio departamento para sentirme más en casa”. Su verdadera casa está en Concepción, una ciudad de alrededor de 800 mil habitantes, con un perfil universitario e industrial, y culturalmente muy rica como ella misma describe luego de destacar que también cuenta con una Orquesta Sinfónica. “Crecí allí, es donde inicié mis estudios musicales”.

- ¿Qué fue lo que más te impactó de Santa Fe?

- Cuando vine por primera vez fue un gran desafío porque la obra que me tocó dirigir para mi audición era fantástica: la 5º Sinfonía de Gustav Mahler que es una obra que requiere de una orquesta grande para interpretarla. Fue una sorpresa que me hayan llamado a Chile para contarme que era finalista. Postulé para el cargo y se me olvidó, una está haciendo tantas cosas durante el año... Me llamaron a casa y contestó mi padre. Él no entendía nada porque, en realidad, no le había contado. Dije: “Bueno, vamos a probar”; después me llamó Irene Chaina (subdirectora provincial de Organismos Estables), me contó que era finalista y fue como “¡Bueno, vamos!” Para mí la sorpresa más bonita fue saber que había aquí una orquesta con tanto potencial. Este es un lugar relativamente “pequeño” y tener una orquesta de este tamaño y este nivel fue lo que más me sorprendió.

- ¿Cómo se despertó tu gusto por la música?

- Mi padre es músico, fue contrabajista de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción por muchos años; y tengo un hermano pianista. Mi hermano empezó a estudiar piano antes de que yo empezara con el violín. Mi padre también estudió violín en algún momento y se dedica a la reparación de instrumentos. Había un violín en casa y así empezó. No estoy segura de si elegí el instrumento pero digamos que el violín me eligió a mí.

- ¿Hay un impulso en tu país a las formaciones sinfónicas, a la música clásica?

- En Chile en estos momentos hay un gran “boom” de las orquestas juveniles e infantiles. Siguiendo la tradición de Venezuela, en estos momentos debe haber alrededor de 400 orquestas juveniles. Ha sido un movimiento muy potente musicalmente y de hecho todos los músicos profesionales que están saliendo ahora son debido a estos proyectos de orquestas juveniles. Fui partícipe de uno de estos proyectos en Concepción y aún continúo vinculada al proyecto en la ciudad de Curanilahue, donde dirigí la Orquesta Infantil Bicentenario por casi 6 años. Comencé a tocar el violín en una orquesta juvenil en Concepción. Era una formación pequeña, de cuerdas, y todos terminamos siendo músicos; sólo uno de ellos estudió una carrera distinta. Todos estamos activos en la música y en un nivel muy alto. Siempre dicen que era la orquesta de la edad de oro. Fue un período en el cual se conjugó el talento, el deseo de hacer bien las cosas... todo. Tenía 12 años en ese momento. Luego me fui a los Estados Unidos a estudiar violín, a los 16 y estuve allá por casi diez años.

- ¿Te fuiste sola?

- Me fui sola pero me imagino que es como el deporte: cuando sabes que ésto es lo que quieres, naturalmente se da todo. A mí se me dio, me fui a estudiar, hice un doctorado en violín y volví a Chile sin tener en claro a qué volvía. En ese momento mi director de la orquesta juvenil me dijo: “Alejandra, tienes que ser parte del proyecto en Curanilahue”. Al principio no estaba muy entusiasmada porque yo quería sólo tocar violín, y a los 3 o 4 meses me enamoré de este proyecto. Curanilahue es una localidad que está a una hora y media de Concepción; un pueblo de 35 mil habitantes, aproximadamente. Honestamente me volví a Chile sin nada, pero en ningún momento me preocupó qué iba a pasar. Cuando una es joven, el mundo es un mundo de posibilidades... Cuando empecé este proyecto éramos dos personas enseñando violín y fue muy bonito porque era la tercera generación de músicos y la primera se hizo muy famosa en Chile; tocaron para la asunción del ex presidente Ricardo Lagos y empezaron a tener una mayor presencia en el país. Para la tercera generación se hizo el llamado público para que los niños se inscribieran; esperábamos que hubiese 50 cupos para violín pero llegaron 100 niños y eso era inusual en los proyectos de orquestas juveniles. Tuvimos algunos meses para elegir a los violinistas; finalmente nos quedamos con 60 alumnos y el resto de los chicos se fue a otros instrumentos. Fue precioso, creo que una de las cosas más importantes que me ha pasado como músico, como ser humano, ha sido Curanilahue porque además empecé a darme cuenta de la importancia de la música para la vida; no solamente estar en un escenario, sino qué significa realmente ser un músico y tener un efecto en la gente joven, en el mundo.

- ¿Qué significa para vos la música?

- Con este proceso que viví con Curanilahue y sigo viviendo, siento que la música tiene que servir al mundo; soy un instrumento para algo mayor. No se trata de estar encerrado, estudiando, e irse a un concierto; creo que es mucho más grande de lo que uno se imagina. Aprendí eso con aquellos niños. Sentía que cada vez que estaba con ellos estaba transformando el mundo.

- ¿Seguís vinculada a ese proyecto?

- Sigo vinculada, no físicamente en estos momentos pero tengo una propuesta de trabajo. Ahora empezó la cuarta generación y no me quise vincular mucho porque sabía que mi proceso era otro. Pero sí les estoy dando algunas propuestas para que sigan adelante; van a trabajar con instructores en las distintas familias de los instrumentos. Eso tiene que ver con su desarrollo técnico y con aprender a tocar en conjunto. Nos dimos cuenta de esas eran carencias que habíamos tenido con la tercera generación. No siento que me necesitan ahí todo el tiempo para este tipo de cosas. Hay gente puntual para esa tarea y puedo ir a visitarlos y trabajar con toda la orquesta.

- ¿En qué momento empezaste a trabajar en dirección?

- Cuando estaba en los últimos años de la universidad tenía muchos amigos directores. Y siempre sentía curiosidad. “Jugaba” con la batuta, a pesar de que no era tan chica (risas) y participaba en las clases de Análisis del profesor de Dirección. En ese entonces, tocaba en la orquesta de laboratorio, llamada así porque era para que los directores de la universidad pudiesen trabajar cuestiones específicas y la técnica de dirección orquestal. Siempre estaba ahí, observando y escuchando, y sentía que algo me pasaba cuando veía las clases de dirección. Cuando volví a Chile y empecé a trabajar con este proyecto en Curanilahue, comencé enseñando violín con ellos y para mí fue increíble; fue lo mejor que me pudo haber pasado. Era como un pediatra, conocía sus historias, sabía cómo funcionaba la cabeza de los chicos y lo que necesitaban. Fue súper bueno para mí iniciarlos en el instrumento como también un desafío. Tuve buenos maestros de violín pero tuve que cambiar muchas cosas. Empecé a los 8 años y a los 12 comencé a tomar clases con un maestro espectacular, y tuve que hacer muchos cambios. En esencia cualquiera puede tocar un instrumento; tiene que tener buena guía, disciplina y un talento natural. Y creo que en el talento de la disciplina es donde muchos fallan.

- ¿Qué cambió cuando comenzaste a dirigir?

- Con el proyecto de Curanilahue, mi primera faceta fue enseñar y cuando la persona que estaba dirigiendo se fue, dije: “Yo lo quiero hacer”. Sentía, y lo digo humildemente, que tenía esa capacidad de transmitir algo. Para mí la dirección de orquesta es eso, es como recibir una piedra y convertirla en diamante. Eso es para mí a todo nivel, profesional o no; me llena a pleno. Si algo no está funcionando en un ensayo, tengo que ver qué cambio o qué hago para que esto funcione, porque en el fondo mi trabajo es darle herramientas a los músicos para que ellos saquen lo mejor que puedan. Y si no, tengo que ir cambiando.

- ¿Ésta es la primera vez que dirigís fuera de Chile?

- No, he estado en otros lugares. De hecho una de mis experiencias más bonitas fue en Bahía Blanca, donde gané un concurso. Fue la primera vez que dirigía una orquesta profesional. Luego hice muchos cursos en Estados Unidos, Francia, Canadá.... En Bahía Blanca era un concurso para directores noveles. Recién empezaba a dirigir en 2006 y el concurso, que se llama Simón Blech, fue al año siguiente. Venía de un festival de verano de tres semanas en Estados Unidos y uno de mis guías me motivó a participar. Yo le conté: “Sabe maestro, hay un concurso de dirección orquestal en Bahía Blanca, en Argentina, y me gustaría hacerlo, pero no estoy segura”. Todo el repertorio que pedían lo había hecho en violín así que ya lo conocía. No era música nueva pero nunca la había dirigido. Y él me dijo: “Hazlo, hazlo, es lo mejor que puedes hacer porque no vas a perder nada con la preparación”. Me inscribí, quedé seleccionada y me fui para allá. Éramos 12 directores. Cuando llegué no me estaba esperando nadie, así que preguntaba: “¿Qué habrá pasado?, ¿se habrá suspendido el concurso?”. Al final llegó la persona encargada y me llevaron adonde me tenía que alojar. Era el 1º de octubre, me acuerdo porque al otro día era mi cumpleaños. El jurado nos quería conocer a todos y nos preguntaron: “¿Por qué no nos cuentan cuál fue el último programa que dirigieron?”. Y yo me dije: “¿qué voy a contestar si recién empiezo?” (risas). Dije, bueno: voy a decir el repertorio que estudié en el curso de verano. Nos presentamos todos, y después venía la rifa para el orden del concurso. Número 1 era un español y yo era la número 2. Dije: “Si el español es bueno, estoy frita” (más risas). Comenzó el concurso, dirigió él primero y seguí yo. Estaba nerviosa pero no tanto. Seleccionaron a seis finalistas, los nombraban por orden de aparición y ahí dijeron: “Número 1 Alejandra Urrutia”. Pasamos los 6 para el siguiente día; salí 6º en la rifa y estaba más tranquila. Quedamos tres finalistas: dos argentinos y yo. Y después se dieron los resultados y supe que había ganado el concurso. Fue una experiencia súper motivadora. El premio era en dinero y una presentación como directora invitada para la siguiente temporada, así que en 2008 volví para dirigir allí.

- ¿Cómo definís tu estilo para dirigir?

- No tengo idea de cómo dirijo ahora. Para mí lo importante es cómo sacar lo mejor de los músicos, como sacarle el alma a la orquesta. La dirección tiene muchos procesos: la preparación personal, los ensayos y, luego, el concierto. El proceso de ensayos es el más importante para mí porque es cuando el trabajo sale a la luz. Si algo no está sonando claro, hay que resolverlo y dar herramientas a la orquesta para que después sus integrantes lo resuelvan solos. En ese proceso estamos todavía con la Sinfónica de Santa Fe, conociéndonos.

- ¿Qué impronta le pensás dar a este período al frente de la Sinfónica de Santa Fe?

- Para esta temporada específicamente estamos trabajando las obras de Brahms y un repertorio que pueda abarcar a toda la orquesta. La idea es ir potenciando cada una de las filas de la orquesta, que exista un sonido de los bronces, la madera y las cuerdas, y unificar la versión de cada obra.

- ¿Te queda tiempo para interpretar el violín?

- Muy poco.

- ¿Lo extrañás?

- No tanto, uso el violín para estudiar mi música y ocasionalmente me piden que toque. Le tengo tanto respeto al violín que ahora no es muy fácil decir que sí, porque requiere mucho tiempo de estudio. El año pasado toqué dos veces de solista y por momentos se me hizo complejo porque tienes que pasar muchas horas estudiando. Así lo hacía cuando estaba estudiando violín y era mi vida. Ahora es distinto en ese sentido, pero igual lo toco. Creo que es importante; Daniel Barenboim decía: “¿Cómo puedes pedir sonido si no sabes producirlo?”

- El año pasado fuiste elegida entre las 100 mujeres líderes de Chile.

- Si, recibí ese premio y ni lo pienso... En el 2008 gané un premio como líder de mi región y nunca me había considerado así, jamás. De hecho siento que cuando empecé a dirigir ha salido esa cosa mía de liderazgo, pero jamás lo había pensado de esa manera.

- Sos directora de orquesta y esa función está por encima del género, según me decías. Pero además Chile tiene una presidenta, como también nuestro país y hay otras mujeres en cargos que antes no ocupaban. Eso te pone en otro lugar.

- Tuve esta conversación la semana pasada en Santiago: alguien me preguntó cómo me sentía acá y le conté millones de anécdotas no de Argentina pero sí de otros lugares. Por ejemplo, en un ensayo con orquesta y coro me sucedió una situación específica: le dije algo al coro y me equivoqué. Y el director el coro me dijo: “maestra, es que eso no lo tenemos”, y yo lo reconocí. Entonces, otra persona, una asistente, le dijo: “si un hombre hubiese estado dirigiendo, nunca le habrías dicho que estaba equivocado”. Y esta persona le dijo que esa no era su intención. Luego, otro integrante opinó que la experiencia había sido positiva porque “cuando una mujer está enfrente existe un mundo de posibilidades”. Creo que los hombres naturalmente reaccionan de cierta forma y que las mujeres abrimos un espacio de confianza en el cual cada uno puede opinar lo que siente. Pienso que mi naturaleza es que acepto la crítica y para mí eso es importante.

CORAJE

Alejandra Urrutia confiesa que una cosa “no muy positiva” le sorprendió de la Argentina y es que a veces la respuesta a diferentes conversaciones ha sido: “No, es imposible”, “no se puede hacer”. Y es que en su opinión, “todo es posible, sobre todo con las artes”, afirma sin dudarlo la maestra y reconoce que se ha encontrado en situaciones en las que todo parece ser un problema. “Es como que siempre encuentras un techo, como que nunca se puede. En Chile también es así, pero en menor grado”.

“Pertenezco a un grupo de meditación que también está acá, en la Argentina: Brahma Kumaris. Y, ¿sabes?, creo que el tema a trabajar en estos dos años es el coraje, porque a veces he sentido que lo que pienso se ve amenazado. Ése va a ser mi trabajo personal, tener el coraje para hacer lo que estoy sintiendo y me dice la intuición. Ojalá se pueda lograr el ir más allá de las estructuras que todos tenemos. Todos pensamos de cierta forma pero hay millones de otras formas en que las cosas se pueden hacer, es un mundo de posibilidades”.

“La música tiene que  servir al mundo”

El 11 de abril, la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe abrió la temporada de conciertos 2014, bajo la batuta de Alejandra Urrutia.

LÍDER CULTURAL

“Una de las propuestas que mencioné a los integrantes de la orquesta de Santa Fe cuando tuve que hablar frente a ellos para mi audición fue que para mí es sumamente importante que ésta sea líder cultural en la comunidad, lo que significa que somos todos responsables de lo que pasa aquí, en este caso con la música”, comenta Alejandra Urrutia. Siguiendo este razonamiento, por ejemplo “si no viene gente a los conciertos, no solamente hay que preguntarle a la persona encargada de la publicidad: toda la orquesta es responsable de que el teatro esté lleno; somos todos responsables”.

A partir de mayo, cuando ya piensa estar más establecida en Santa Fe, espera “poder visitar los colegios, tocar, llevar mi violín. Eso es importante como también la forma en que te relacionas con todas las instituciones musicales de la ciudad. No creo que la orquesta sea una entidad apartada del resto. Creo que ése es un error de los músicos, de nadie más. Si mis estudiantes no están viniendo a los conciertos tengo que preguntarme qué está pasando”.

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“Para mí lo importante es cómo sacar lo mejor de los músicos, cómo sacarle el alma a la orquesta”, define la joven directora chilena.

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TRAYECTORIA

- Durante la temporada 2014-2015, hará su debut con la Chicago Sinfonietta (USA) en el Chicago Symphony Hall y la Orquesta de la Academia Orquestal del Teatro Colón, además de continuar una estrecha relación con la Orquesta Sinfónica de Chile, la Orquesta de Cámara de Chile, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de La Serena (CH) y la Orquesta de Cámara de la Universidad Católica de Chile.

- Dirigió el Ensemble Orchestral de París (Francia), la Orquesta del National Arts Centre de Canadá, Cabrillo Festival of Contemporary Music Orchestra (Estados Unidos), Orquesta Sinfónica Provincial de Bahía Blanca (Argentina), Orquesta de Cámara de la Universidad Católica de Chile, Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Chile y la Orquesta de la American Academy of Conducting at Aspen (Estados Unidos).

- En febrero de 2013 grabó un disco para la CRS Artists junto a los New York Chamber Players con obras de compositores norteamericanos, entre ellos, John Schlenck’s Fanfare and Variations for Chamber Orchestra, John Russo’s Three Studies for Clarinet and Orchestra y Giacomo Franci’s Three Variations on a Thema of Michael Levy for Piano and Orchestra.

- En noviembre de 2012, tuvo la oportunidad de trabajar con la compositora estadounidense Gabriela Lena Frank, en el estreno de la Suite Compadre Huashayo, una obra clásica que incluye las raíces de la música Andina y en esta oportunidad presentada junto a la Orquesta de Instrumentos Andinos de Quito, agrupación única en el mundo. Un documental de esta obra está siendo editado para el canal de televisión Estadounidense PBS.

- Grabó un disco junto al guitarrista chileno Carlos Pérez y la Orquesta de la Universidad de Santiago de Chile denominado “Dos Conciertos Latinoamericanos” (2012), con obras de Leo Brouwer y Antonio Lauro.

- Durante el verano 2012, fue invitada por segunda vez a participar en la American Academy of Conducting at Aspen (Estados Unidos). allí estudió con los maestros Robert Spano, Hugh Wolff, además de participar en cursos de los maestros Marin Alsop, Kenneth Kiesler, Gustav Meier, Hans Graf, Larry Radcleff y Murry Sidlin.

- En 2008 recibió el Premio Claudio Arrau, Premio Regional de Música, por su dedicación a la formación de jóvenes músicos en Chile.

- En 2013 fue elegida como una de las 100 Mujeres Líderes de Chile por El Mercurio y Mujeres Empresarias.