Al que lo ocupa, siempre algo le pasa...

Ese “maldito” tercer lugar

Es el puesto de ascenso por el que todos pelean, ya que Defensa y Banfield no se caen y difícilmente esto ocurra. Los que lo ocuparon, no pudieron mantenerse.

Ese “maldito” tercer lugar

El equipo de la victoria clave ante la Gloria. De pie: Vella, Salinas, Sánchez, Bertochi y Castro. Agachados: Palacios, Bruna, Alemán, Caballero, Brítez y Maidana. Ante Patronato, volverá Gerlo. Habrá que esperar lo que pasa con Bruna y si se mantiene a Caballero como volante por derecha.

Foto: Manuel Fabatía

 

Enrique Cruz (h)

Si Independiente le gana mañana a Crucero del Norte, en Misiones, volverá a la tercera posición; y si el triunfador es Crucero, igualará a Instituto. Sólo el empate favorece a los cordobeses en el afán de mantener la posición de ascenso. Indirectamente, le vendría bárbaro a Unión también —el empate en terreno mesopotámico— porque quedaría a cuatro puntos del ascenso. Un equipo de Madelón favorecido además por el empate de San Martín de San Juan con Gimnasia de Jujuy y la derrota de Atlético Tucumán. Pero volviendo al tercer puesto, no le fue bien a aquéllos que lo ocuparon ya que mientras Defensa y Banfield se establecieron en el primero y segundo lugar sin caerse jamás, el tercer puesto tuvo ocupantes ocasionales que no gozaron de la necesaria regularidad para mantenerse.

Le pasó a Unión, que a esta altura del torneo pasado estaba en ese puesto y tras ganarle a Instituto no pudo hacerlo más en los nueve partidos siguientes que disputó (contando el postergado ante Independiente) hasta el final de la primera rueda. También estuvo Crucero del Norte, pero sufrió altibajos y a ese lugar lo perdió Independiente, que terminó la primera rueda en el tercer puesto, trajo un refuerzo de jerarquía como Insúa y ahora está cuarto y sigue sumergido en una prolongada crisis económica, deportiva e institucional.

Ese “maldecido” tercer lugar es el que aspira un Unión que ha cambiado la imagen. Madelón encontró el equipo, consiguió solidez y funcionamiento. Potenció jugadores. Pidió un “8” porque el equipo no lo tenía (con Sava, terminó jugando Moreno en ese lugar) y lo trajo a Gagliardi. Pero enseguida encontró a Caballero con una buena respuesta. Apostaba a la experiencia de Zapata para jugar de doble cinco, probó con Alemán y volvió a poner en carrera a Bertochi, sostenida “figura” en casi todos los partidos. Alemán “no quería” jugar por el carril y el esquema no daba para que juegue de enganche; Madelón lo puso de doble cinco y luego lo colocó en el lugar al que el uruguayo le escapaba y ahora le cumple. Se le fue Correa, todo un símbolo, pero trajo a Leo Sánchez y ahora nadie extraña aquel portazo intempestivo del Coto. Castro es un arquero correcto, Maidana cumple, Vella aporta desde lo temperamental, desde la marca y también en la proyección. Y como si todo esto fuera poco, confió en Bruna, lo puso por Martínez luego de aquel estupendo trabajo del santotomesino en el primer partido, lo bancó y también lo recuperó. Ahora, la lesión seguramente lo marginará —a Bruna— por algún partido.

Falta gol y quedó muy en evidencia con la catarata de situaciones que el equipo desperdició ante Instituto. “Son rachas”, se podrá decir. Es lo que está faltando para que el equipo logre una armonía justa para pelear con aspiraciones. De aquella noche ante Gimnasia de Jujuy a lo que se vio en el atardecer del viernes santo en la avenida, la diferencia es abismal.

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Diego García entró muy bien y fue imparable para la frágil defensa cordobesa.

Foto: Manuel Fabatía