Pascua de Resurrección

Las virtudes de Jesucristo

1.jpg

“La Resurrección de Cristo”, de Piero della Francesca.

Foto: Archivo El Litoral

 

Daniel Altare (*)

[email protected]

El camino del Calvario había comenzado semanas antes de la Pascua, cuando Jesús con sus discípulos orientó el andar hacia Jerusalén. En esos días, resaltaron sus virtudes, surgidas de su especial carácter, las más dignas de adoptar y practicar en nuestras vidas:

* La firmeza: San Lucas dice que afirmó su rostro como si fuera un pedernal para ir a Jerusalén, en esa Pascua tan especial. Los discípulos quisieron evitarle todo peligro, especialmente Pedro, pero Jesús le respondió: “Apártate de mí, Satanás, porque piensas desde el punto de vista humano y no desde el propósito de Dios”. Admirable su firmeza, sabiendo que había llegado su hora y que debía cumplir el Plan de Redención por el cual vino al mundo.

* La compasión: en su entrada triunfal a Jerusalén frente a una multitud que lo aguardaba proclamándolo rey, en lugar de dar un discurso, lloró silenciosamente y se compadeció de toda la ciudad. Después del acto de purificación de los atrios del templo se dedicó, con silenciosa sensibilidad, a atender y sanar a los enfermos.

* La visión profética: Jesús pronunció sus discursos más trascendentes con un fuerte alcance profético, ya que anunció su muerte y próxima desaparición de la escena terrestre: “Herirán al pastor y las ovejas serán dispersadas”. También anunció las características de los tiempos finales, la desestabilización ecológica, la violencia, la corrupción y la injusticia. “Es necesario que todo esto acontezca pero todavía no será el fin”. Predijo su retorno al planeta Tierra como el Mesías prometido. Los Evangelios de San Mateo y San Juan lo detallan especialmente.

* La humildad: siendo quien era recibió a sus discípulos en el Aposento Alto, con una palangana con agua y les lavó los pies. Luego les transmitió que lo hacía como ejemplo, para que lo hicieran unos con otros.

* La comunión: tomó el pan y dijo: “Esto es mi cuerpo, que por ustedes será entregado, coman de él todos” y también levantó la copa: “Ésta es mi sangre del nuevo pacto que por ustedes se derrama, háganlo en mi memoria”. En 1ª Corintios 11 leemos: “Todas las veces que comemos este pan y bebemos esta copa, anunciamos la muerte del Señor, hasta que venga”.

* La obediencia: en Getsemaní, se postró en tierra y avizorando lo horrible de la cruz, transpiró gotas de sangre clamando: “Padre si es posible pase de mí este vaso sin que yo lo beba, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. San Pablo dice, en Filipenses 2:8, que “Él se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz”.

* El sufrimiento: sentenciado su muerte, Jesús fue despojado de su ropa, golpeado, escupido, burlado e insultado. Le incrustaron una corona de largas y agudas espinas. Cargó la pesada cruz por un largo camino ascendente hasta el Calvario. Allí fue crucificado y exhibido en altura, en un proceso de lento desangrado y deshidratación.

* La victoria: su muerte no fue una derrota, Él lanzó un grito de victoria antes de morir: “consumado es”, así se saldó la deuda por el pecado de la raza humana caída. El Cordero de Dios la pagó por nosotros. “Derrotó por la muerte, al que tenía el imperio de la muerte”. La cruz está vacía, la tumba está vacía, Jesús resucitó y ascendió a los cielos, desde donde un día regresará, como dice la Biblia, como lo repetimos en el Credo.

En esta nueva Pascua, recordamos la gesta gloriosa de Moisés, sacando al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, la noche que pintaron los dinteles de las puertas con la sangre del cordero pascual que comieron en familia.

Como cristianos, recordamos a toda la comunidad israelita en estos días, y renovamos nuestra fe con firmeza, sensibilidad y compasión, con visión profética y humildad, disfrutando la comunión, dispuestos a sufrir contrariedades, aferrándonos al Triunfo del Crucificado y a la Esperanza gloriosa de la eternidad.

(*) Pastor de la Iglesia Evangélica Brazos Abiertos.