Cleopatra, entre el mito y la realidad

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Una “Cleopatra Barbie” sobre el modelo de Elizabeth Taylor, que la protagonizó en el cine.
 

Jorge Martínez

(EFE)

La constante pugna entre mito y realidad que ha envuelto durante siglos a la figura de Cleopatra llega a la Pinacoteca de París a través de una exposición que devela cómo la leyenda, a partir de la pintura, la literatura o el cine, se ha apoderado del personaje histórico.

Con una colección integrada por 351 piezas que incluye lienzos, restos arqueológicos, esculturas, vestidos o joyas, “El mito de Cleopatra” aborda las diferencias entre realidad y ficción para intentar reconstruir, una vez más, la biografía de “la reina del Nilo”.

“¿Qué sabemos exactamente de ella, además de que fue una mujer totalmente fuera de lo común?”, se pregunta el director de la Pinacoteca, Marc Restellini, quien matiza las “verdades aceptadas” que existen en torno a la monarca.

“Todo el mundo sabe que Cleopatra fue una mujer muy hermosa a pesar de que nadie sabe con exactitud cómo eran sus rasgos. Ha sido representada con facciones africanas, egipcias o nubias, pero nunca griegas, que es lo que ella era. De Cleopatra ha quedado su belleza y las relaciones que manvo con algunos de los hombres más influyentes de la época, como Julio César o Marco Antonio”.

Los poetas coetáneos la tacharon de “puta”, “reina demente” o “reina meretriz”, una versión que renació con fuerza durante los siglos XIV y XV, de la mano de autores como Giovanni Boccaccio o Dante Alighieri, que la describieron como “la prostituta de los reyes de Oriente”, “criatura lujuriosa” o “devoradora de hombres”.

A partir del siglo XVII, con el redescubrimiento de la obra del biógrafo griego Mestrio Plutarco, el recuerdo nocivo que se tenía de Cleopatra deja paso a la imagen de una mujer más frágil, sacudida por un “destino trágico”.

Hasta que en 1606 William Shakespeare apuntaló la revisión del personaje en la obra Antonio y Cleopatra, basada en la obra de Plutarco Vida de Marco Antonio. Ya a finales del siglo XVIII, al calor de los descubrimientos del egiptólogo francés Jean-François Champollion, escritores y artistas fascinados por el mundo egipcio y por la historia de Cleopatra le conceden a la reina una belleza inigualable y una seducción legendaria.

Integran la muestra desde piezas arqueológicas de la cultura egipcia que datan de 3.000 años antes de Cristo o lienzos creados entre los siglos XV y XIX, hasta los vestidos que lucieron Elizabeth Taylor y Richard Burton en la Cleopatra de Joseph L. Mankiewicz (1963).

Diferente en cada una de sus encarnaciones, alejada siempre de la realidad histórica, si algo se ha cumplido en las múltiples versiones que el arte ha dado de Cleopatra es la continua exageración de sus rasgos y su personalidad. Una tendencia a la hipérbole que cristaliza en la frase del físico francés Blaise Pascal: “Si la nariz de Cleopatra hubiese sido más pequeña toda la faz de la Tierra habría cambiado”.

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“Cleopatra” (1640-1642), de Guido Reni.