Preludio de tango

Sabina Olmos

E20140503.jpg
 

Manuel Adet

Se suicidó el 14 de enero de 1999. Tenía más de ochenta años, estaba sola, sin trabajo, sin un peso y enferma. Las crónicas dicen que se tiró del noveno piso del edificio de departamentos de Pedro García al 5000, en Villa Lugano. Fue a la madrugada y la encontró una vecina, porque el cuerpo cayó en un patio interior. Los diarios le dedicaron algunos renglones compasivos y pronto pasó al olvido. En realidad hacía rato que había entrado en el anonimato, pero esta mujer desvalida, vieja, pobre y depresiva fue en los años treinta y cuarenta una de las grandes estrellas del cine, una cantante respetada y una mujer por la que suspiraban los hombres más apuestos de su tiempo.

Había nacido en el barrio de Balvanera el 3 de febrero de 1913. Se llamaba Rosa Herminia Gómez y, según se cuenta, desde muy niña se destacó en la escuela y en el barrio por sus condiciones vocales y actorales. Sin embargo, la fama no la iba a esperar a la vuelta del camino. Como la mayoría de las muchachas humildes, tuvo que salir a ganarse la vida desde muy joven trabajando en los empleos más modestos. En algún momento ingresó de vendedora a una tienda en donde a nadie le importaba sus condiciones de artista. Fue allí en ese local -ubicado en la esquina de calle Piedras y San Juan- donde la encontró Amanda Ledesma que ya tenía conocimientos de sus virtudes con la garganta. Fue ella la que la convocó a la radio, no para cantar tangos sino folclore. Los directivos dudaron en contratarla, pero las gestiones de los hermanos Acosta-Villafañe fueron decisivas para este primer paso en una carrera que pronto se perfilará como exitosa y en la que dejará atrás el nombre de Rosa Gómez para dar lugar a Sabina Olmos.

Radio Splendid fue su debut, pero pronto se le abrió el camino del cine. Su momento estelar se produjo cuando participó junto con Hugo del Carril en la película dirigida por Manuel Romero, “La vida es un tango”. Allí Sabina canta “Mi noche triste”, “Milonguita”, “Pero hay una melena”, “No me vengas con pavadas”, “Aquel tapado de armiño”, “La payanca”, en dúo con Hugo Del Carril y su éxito más perdurable, el tema que durante años se asoció con su nombre: “La morocha”.

Antes de “La vida es un tango” está presente en un segundo, pero efectivo lugar en películas como “El casamiento de Chichillo”, película dirigida por Isidoro Navarro donde comparte créditos con el cantor Héctor Palacios. A esa época pertenecen títulos como “La rubia del camino”, dirigida por Manuel Romero y la participación de Paulina Singerman”. También merecen destacarse películas como “Mujeres que trabajan” y los “Apuros de Claudina”. Se trata de películas sin demasiadas pretensiones, o, para ser precisos, sin ninguna pretensión, salvo “Así es la vida”, dirigida por Francisco Mujica con la participación de Enrique Muiño y Elías Alippi. En esa película interpreta a Felicia, una tierna y sufrida heroína, personaje que le permitirá revelar singulares condiciones actorales. Precisamente gracias a la interpretación de Felicia obtuvo el Premio Municipal de Cine.

Los años cuarenta son sus años de oro. Multitudes se citan en las salas de cine para verla. Los hombres le piden autógrafos en la calle, recibe cientos de cartas proponiéndole matrimonio. Sabina Olmos para entonces está más cerca de una actriz o una estrella que de una cantante de tangos, aunque ama el tango y sus interpretaciones así lo demuestran. A su fama en la pantalla le suma su presencia en la radio y su protagonismo en las abundantes chismografías de la farándula. Su romance con Fernando Borel, uno de los galanes más renombrados de aquellos años, contribuye a fortalecer su imagen de mujer fatal, bella y caprichosa.

Sin embargo, la cita con el destino recién se producirá en 1940, cuando participe en la película dirigida por Manuel Romero: “Carnaval de antaño”. La novedad en este caso no es la película, ni el argumento, ni el director, sino que en ella actúa Charlo, con quien iniciará un prolongado romance que se extenderá hasta 1969. El final de “Carnaval de antaño” será célebre. Allí ella pronuncia una frase, sacada de un poema del Negro Celedonio Flores, pero que ella retoca y hace suya: “Ya no soy tu Margarita, ahora me dicen Margot”.

Con Charlo, además de compartir amores, comparten giras y grabaciones; giras por diferentes ciudades del mundo y esas doce grabaciones en las que está presente la orquesta que dirige el propio Charlo, con quien realiza algunos interesantes dúos vocales.

A decir verdad, Sabina Olmos no fue una cantante de tango del nivel de Ada Falcón, Mercedes Simone o Libertad Lamarque. Lo suyo estuvo siempre más cerca del cine que de la canción, pero en la mayoría de sus películas ella está presente cantando tangos al lado de personajes célebres. En 1941, por ejemplo, actúa en “Yo quiero ser una bataclana” con Juan Carlos Thorry, una reciente iniciada, Niní Marshall y la orquesta de Juan D’Arienzo. En la ocasión canta “Dime tu amor” y el vals “Tres recuerdos”. También para esa época es convocada por Hugo del Carril para estar presente en su primera película como director. Me refiero a “Historia del 900”, donde canta “Rosa de abril”.

Los reconocimientos en los cuarenta se extienden. En “Historia de una noche”, obtiene el primer premio como actriz de reparto. Con “Albeniz” y “Tierra del Fuego”, le otorgan el primer premio como actriz principal. Los críticos por su parte, aseguran que su mejor interpretación se dio con “Historia de una noche”, película dirigida por Luis Saslavsky con la presencia, entre otros, del actor Pedro López Lagar.

La caída del peronismo en 1955 corta esa racha de éxitos. La alternativa está ahora en las giras por España y América Latina. A principios de los sesenta, Charlo y Sabina regresan a Buenos Aires. Él intenta producir una película con ella, pero el fracaso de taquilla es abrumador. En 1969 se separa de Charlo, su amor de toda la vida, aseguran los que la conocieron.

La declinación se acelera. Los directivos del Canal 11 la designan empleada administrativa, un triste consuelo para quien en sus mejores momentos brillaba con luz de estrella. Armando Bo la llama para participar en la película “Intimidades de una cualquiera”. No es un fracaso, pero está muy lejos de ser un éxito. Su última actuación, ya en el ocaso, es con Jorge Polaco en “Siempre es difícil volver a casa”. Después la pobreza, las enfermedades y la soledad hasta la decisión de quitarse la vida. La velaron en el Teatro Cervantes y está enterrada en la Chacarita.