Diseñando la vida a medida, a través de una vocación

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El diseñador malagueño Carlos Aguirre, de la firma Montesco, disfruta en Málaga de la amistad, del trabajo y del amor hacia una vocación que lo ha convertido en uno de los más grandes exponentes de la alta costura de su ciudad.

TEXTO. FLAVIA CATELLA ZANCADA. FOTO. AGUSTÍN VARRONE.

 

Muchas veces tengo tendencia a exagerar los conceptos. En realidad doy fe de que lo hago, pero si no tuviera la sensibilidad suficiente para percibir de manera exagerada las situaciones, no sería escritora. Y es en ese momento cuando lo agradezco.

Por ese motivo, en ocasiones me reitero en mis defectos, justificándolos bajo el escaparate de “virtudes”. Y abuso de ellos.

Málaga se presta para ostentar ese tipo de cualidades y poseerlas en una ciudad como ésta es contar con una ventaja extra a la hora de apreciar el sabio engranaje de su historia, de sus calles bordeadas de flores y de semáforos, y de la particularidad de su gente.

Y si los días transcurren en un despertar constante de novedades e informaciones a través de sus aceras y plazas, compartir la ciudad bajo el manto húmedo de sus noches y de las luces de sus bares y monumentos más emblemáticos puede resultar aún más atractivo.

Cuando vives en una ciudad tan grande, en la inquietud de conocer a fondo sus ofrecimientos y te mezclas con su gente, es inevitable que surjan amistades que se transformarán, con el paso del tiempo, en protagonistas imprescindibles de tu vida.

Gracias a esta costumbre de compartir vivencias a través de estas páginas para aquella lejana orilla de mis recuerdos, y a una imparable necesidad de edificar mi trabajo a través del crecimiento de quienes admiro, he llegado a fraguar esas amistades. A muchas las busco y planifico las visitas de acuerdo al horario disponible y a las necesidades. Sin embargo, hay otras que surgen sin querer, dentro de una amistad que se afianza a través de compromisos en común, admiración mutua e, incluso, en el transcurso de largos encuentros de conversaciones y copas bajo el amparo húmedo y perfumado de las esquinas ancestrales de la noche malagueña.

MONTESCO

A Carlos Aguirre lo conocí una mañana, hace prácticamente dos años, en su precioso taller de la calle Salvago del centro de Málaga, unos días después de la presentación de una de sus colecciones en la Pasarela Larios Fashion Week.

Me habían seducido sus diseños y la diferencia de la que había hecho ostentación en la gala de aquella noche, y fue entonces cuando mi curiosidad me llevó a alterar en una mañana, que no sería la única, la disciplina laboral de su majestuoso espacio de trabajo.

En numerosas ocasiones he escrito sobre él y sobre los brazos fuertes con los que constituye el equipo de Alta Costura Montesco: Mario Camino, Chelín Orduña y Antonio Delgado. Juntos llevan adelante, y desde hace más de veinte años, una empresa que se solidifica año tras año gracias al respeto mutuo de sus responsables, a la continuidad de un esfuerzo macerado hasta la perfección y a la necesidad que tienen uno de la capacidad técnica o creativa del otro, lo que constituye esa barrera indestructible de arte y calidad humana que se empeñan en destacar a través de sus creaciones y de los eventos en los que participan. De esta manera lo han hecho, y por segundo año consecutivo, en la alfombra roja del Festival de Cine de Málaga, en el cual aportaron de manera soberbia la elegancia de su alta costura vistiendo a la actriz Beatriz Rico, protagonista de la película de Fran Kapilla, Las hijas de Danao, largometraje que encumbra sus escenas con trajes de Montesco, en un privilegio compartido entre grandes y ambiciosos artistas.

EL DISEÑADOR

Carlos es una persona de una fuerza imbatible. Su firmeza a la hora de trabajar y afrontar las responsabilidades lo convierte en un profesional muy destacado en Málaga, una ciudad de la que está ardientemente enamorado y volcado profesionalmente casi en exclusividad y que lo reconoce por su trayectoria, siendo tanto su presencia, como la del resto del equipo, invitados indiscutidos de los eventos de moda en la ciudad.

Comenzó a labrarse su futuro al descuido, siguiendo los instintos de una vocación que comenzaba a dar señales en la adolescencia cuando, y como suele pasarle a muchos artistas, se distraía en clase dibujando siluetas y diseños que terminaban en manos de la directora del Instituto, quien hubo decidido, finalmente, influenciar sobre su madre a la hora de aprobar la decisión de su hijo de elegir la carrera para la cual, con obviedad demostrada, había nacido.

A los veintidós años de edad ya impartía clases de diseño, historia del traje, sociología de la moda y técnicas de dibujo, en un sueño cumplido que a través de mucho sacrificio, de un empecinamiento constante y de la inestimable ayuda de su madre, culminó en la constitución de un equipo de trabajo que con el paso de los años se hubo convertido en una verdadera familia con la que comparte la satisfacción de llevar adelante dos firmas ampliamente consolidadas en Málaga: Alta Costura Montesco y Marioteo, cuyos ositos de finas telas y estampados diseñados por Mario Camino, sus singulares chaquetas de grandes escudos y sus complementos, ya son un referente entre las tiendas de moda masculina.

Sin embargo, y muy a pesar de una trayectoria que habla de una ingente cantidad de clientas y pasarelas, Carlos Aguirre hace alarde de una medida sobriedad a la hora de describir su trabajo: “No soy perfecto, puedo equivocarme en lo que a mi profesión se refiere, pero si no fuese así significaría que me estaría conformando con lo conocido, en lugar de avanzar. Los errores son parte del aprendizaje y nunca debemos dejar de aprender. Quien piense que lo sabe todo nunca será un buen profesional”.

Es muy atractivo escucharlo mientras relata, con su tan característica gracia verbal malagueña de particulares dejes, esas anécdotas que lo han llevado hasta la posición social de la que hoy disfruta. Las horas que pasamos compartiéndolas me proveen de una singular satisfacción que se empeña en absorber siempre lo mejor, en un entorno de moda que me seduce hasta la abstracción y en una amistad que valoro como uno de los legados más preciados con los que Málaga me obsequia en afecto y en riqueza cultural que se traducen en el cariño y en la valiosa compañía de sus mejores artistas.

 

diseño de montesco. foto: málaga crea eventos.

“¿Sabía yo lo que es amor?

Ojos jurad que no. Porque nunca había visto una belleza así.”

(“Romeo y Julieta”- William Shakespeare)

Hoy estuve allí.

Donde las ilusiones se bosquejan

bajo una luz de piedras transparentes;

donde la femineidad busca acojo de princesa

y se consagra como reina;

donde las figuras reflejadas en altísimos espejos

se mudan en sueños cumplidos;

donde los abrazos eclipsan las inseguridades

y las sonrisas preceden a capacidades excepcionales.

Hoy, prácticamente,

he acariciado el cielo

y les aseguro que sabía a Montesco...

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