Gino Bogani, un creador argentino

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Dentro de la moda argentina Bogani es, sin lugar a dudas, sinónimo de glamour y creador de un verdadero “touch” de distinción. Hombre decidido, de mucho carácter, detesta los excesos y está permanentemente atento a las últimas tendencias que marcan el rumbo de lo que pueden llevar las elegantes argentinas.

TEXTO. ANA MARÍA ZANCADA.

 

La mujer vestida por Gino Bogani es glamorosa, original y ultra femenina: “Lo que llama la atención no es lo extravagante sino lo diferente”, dixit.

Nació un 6 de octubre de 1942 en Trípoli, pero sus primeros años transcurrieron en Florencia. A Buenos Aires llegó cuando tenía seis años. El buen gusto, la educación estética y su espíritu libre para la creación los heredó -confiesa- de su madre. Desde el primer momento fue un creador nato, un perfeccionista. Él mismo diseña cada accesorio que acompaña la ropa, controla el peinado y hasta los temas musicales que acompañan cada presentación.

En 1956 hizo su primer desfile. Eran blusas que resumían intensos flechazos de color, toda una novedad para el momento.

La década del ‘80 fue la de mayor esplendor para Bogani. En julio de 1987 realizó un glamoroso desfile en el Alvear Palace Hotel donde se destacaron abrigos reversibles de mohair mandarina y malva, tapado capa de línea oval con pliegues en la espalda y cuello anillo desbocado; tailleurs de vicuña espigada con chales triangulares bordeados de visón, y sedas estampadas con los arabescos del encaje chantilly. Sus preferidos siempre fueron los colores brillantes, flores barrocas y bijouterie diseñada también por él.

“La moda es el resultado de todo tipo de hechos y circunstancias. La política, la situación económica, los movimientos culturales, influyen sobre lo que la gente se pone. El dinero no compra la elegancia, pero ayuda. La elegancia tiene que ver con vivir en armonía con la imagen”, es una de las frases que lo definen.

ELEGANCIA ATEMPORAL

Verdadero exponente de su fuerte y decidido genio creativo es la audacia en la paleta de los colores utilizados: colorado, naranja, azul y verde iluminan los cortes audaces y perfectos de las blusas-túnicas en muselina plissé-soleil que hacen soñar a las mujeres al combinarlas con un pantalón rojo fuego. O un strapless en seda labrada con un gran chal-capa en seda oro negro.

Admira a Ives Saint-Laurent, Valentino, Lacroix y Gianfranco Ferré; también la transgresión de Jean Paul Gautier: “La gente me trata como a un divo, pero yo sólo soy un hombre que trabaja. Sí, soy vanidoso de lo que hago, pero tampoco soy tan necio de creerme un genio”.

Fundamentalmente es fiel a sí mismo: “Uso los colores porque los siento, no porque se usen”. Su espíritu es libre para la creación: “Con el tiempo uno crece y se depura. A través de tantos años dedicados al trabajo puedo asegurar algo: no digo que soy el mejor pero sé que soy diferente. Tengo un estilo que varía con los años, lógicamente, pero que siempre se reconoce. Una mujer con un vestido mío se siente diferente”. (Clarín 9-09-1992).

Sus conceptos son rotundos: “Algunas mujeres se miran pero no se ven. El buen gusto nace con uno. Está ligado a la ética y la estética. No tiene que ver sólo con el vestirse o la posición social. El dinero no compra la elegancia pero puede ayudar”.

Es plenamente consciente de lo que es la industria de la moda, las cifras que mueve y sobre todo la gente que trabaja en ella. “Son muchas cosas que se ponen en marcha cuando se hace moda. Pero hay países como Francia e Italia para quienes la moda es importante dentro de su balanza comercial”. Periódicamente recorre los grandes centros: París, Milán, Roma, Gstaad y también Nueva York: “Tengo un estilo que varía con los años, lógicamente, pero que siempre se reconoce. Una mujer con un vestido mío se siente diferente porque mis vestidos están hechos con una energía diferente. Hasta el más simple de todos”. (Clarín 9-09-1992)-

En su casa taller se confecciona todo, desde la ropa hasta la bijouterie, los sombreros y por supuesto allí nace la inspiración para sus soberbias creaciones; asegura no basarse en lo que está de moda sino seguir su libre espíritu creativo: “Mis creaciones son atemporales... La mujer siempre será sensible, seductora y gustará lucir un escote insinuante. Introduje muchos cambios en la moda argentina. Hice transparencias cuando no existían, utilicé materiales diferentes y pailletes cuando parecía una cosa imposible”.

Y no duda cuando afirma: “En materia de moda, la Argentina no existe. Acá no sucede como en Italia, Francia y ahora también España en que la moda está subvencionada. Los diseñadores son protegidos y respetados porque representan al país. Acá nunca fueron considerados. (La Nación 2-11-1997).

NOVIAS Y BALLET

Dentro de su deseo de crear hay dos gustos puntuales que se destacan. Por un lado las novias, que confiesa son su debilidad, ya que le permiten dar vuelo a su fantasía: “He casado a una misma novia hasta dos y tres veces: Las novias son mi mejor fuente de inspiración y a lo largo de mi carrera me llevaron por ese camino al altar”. Tanto le entusiasman que decidió cambiar el look del espacio que les dedica en la planta baja de su casona de principios de siglo.

Y hace dos años fue su debut como vestuarista. Desde chico fue un enamorado de la ópera. Tanto es así que su abono en el Colón ha conservado los mismos asientos en la primera fila que ocupaba cuando, de niño, iba con sus padres. Siempre soñó con hacer un vestuario de ópera o ballet y su sueño se concretó en 2012 al ser llamado por Sergio Renán y Emilio Basaldúa para la producción de “La Cenerentola”, de Rossini. “Siempre soñé con hacer un vestuario de ópera o ballet pero hasta ahora no había resultado. Trabajar con ellos fue una responsabilidad enorme que me honra. Además pude desarrollar fantasías de gran vuelo, porque en los cuentos de hadas, todo puede pasar. He trabajado muy bien con los talleres del Teatro Colón. Me encantó recorrer el interior de los talleres y quedarme el día entero compartiendo la adrenalina de la producción con artistas y artesanos. Es el mejor regalo que me ha dado la vida”.

Exigente buscador de la perfección, sostiene que la elegancia no se adquiere con dinero sino que es una actitud. Él mismo es un claro ejemplo de lo que afirma. Audaz en sus creaciones, ama su profesión. Su firme personalidad es el sello distintivo que lo ha convertido en uno de los preferidos de la mujer argentina. Ha sabido interpretar ese espíritu creando una marca registrada, ubicándolo en el cenit de la preferencia de un público fiel que respeta y admira a un Bogani hacedor, indiscutido de un estilo único e inconfundible.

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“De Gino Bogani al diseño de autor”, muestra que, entre julio y agosto del año pasado, recorrió la trayectoria del reconocido diseñador, en el Centro Cultural Recoleta.

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el diseñador en su atelier. foto: rodrigo néspolo (la nación)