En precario equilibrio

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Por Raúl Fedele

“La mujer de Guatemala”, de V.S. Pritchett. Traducción de Teresa Arijón. La Bestia Equilátera. Buenos Aires, 2014.

Los personajes de los cuentos de V.S. Pritchet reunidos en La mujer de Guatemala son seres encerrados en sí mismos, quizás una pizca más de lo que lo estamos todos. De hecho, son casi todos solitarios: un peluquero solterón de Londres recluido para sus vacaciones en una zona escarpada de la costa; una viuda que llega a vaciar el caserón campestre en el que se crió y que acaba de heredar; un joven inglés aprendiz de escritor, tímido y virgen, que es el objeto de burla de sus compañeros de trabajo en París; un editor misántropo, famoso por sus escritos y conferencias humanistas.

Y de repente aparece alguien que descalabra el precario equilibrio de estos personajes: una vecina entrometida del peluquero, a quien él asistió en el momento de la muerte de su esposo, surge en el árido y desolado paraje de sus vacaciones; una madame severa pero chispeante que visita la oficina en la que trabaja el tímido joven inglés en busca de literatura en París le ofrece su cuerpo y la ocasión de inventar quizás su primera historia; un ayudante que consigue la mujer que llega para vaciar el caserón natal resulta ser un fanático ministro evangélico que le revela haber dejado una vida disoluta merced a un milagro; una mujer (la “mujer de Guatemala” que da título a esta antología) comienza a perseguir y hostigar al famoso editor humanista con el argumento zalamero de que él ha hecho mucho por las mujeres de Guatemala, sometidas a un feroz machismo.

Y estos desencuentros, siempre narrados desde el punto de vista de estos solitarios acosados, acaban con una vuelta de tuerca que, para bien o para mal, terminan por descalabrar aquel precario equilibrio: el peluquero de vacaciones descubre con inesperado pavor que su desagradable vecina tiene un pretendiente y probablemente termine mudándose (“y comenzó a sentir bajo sus pies el aire gélido de un departamento vacío”). El joven a merced de la temeraria madame parisina pasa a ser un héroe para sus compañeros y un motivo de inquietud para la mujer. Tras vaciar la villa natal que pondrá en venta, la heredera oye en el templo la voz del ministro que aúlla sobre cómo se convirtió y quemó a las adúlteras en el fuego sagrado, lo cual merece un pensamiento mordaz de la mujer, que recuerda sus esfuerzos para rechazar los avances eróticos del hombre. La mujer de Guatemala comprende finalmente que el editor a quien adoraba como un salvador sólo se ama a sí mismo y lo abandona a un vacío que el hombre recién ahora descubre.

Extraordinarios personajes e historias presentados con distanciamiento, sin despliegues manidos, en situaciones y con diálogos cotidianos: un antecedente del minimalismo que supera ampliamente a tantos actuales emuladores. Todo acontece en la superficie, sin señales ni subrayados en el presente, pero, como sucede en “Una chica maravillosa”, un memorable cuento de amor, si dos personajes se miran, puede que se haga necesario acotar que “hay miradas que son colisiones, que hacen trizas el aire como si fuera un vidrio”.

V.S. Pritchett nació en 1900 en Inglaterra. Fue propagandista a favor de los aliados durante la guerra, consultor preferido de Alfred Hitchcock, y autor de narrativa y ensayos (sobre Balzac y Chéjov). Murió en 1997.