al mArgen de la crónica

Modas

Ahora cualquiera puede ser “cool”. Al menos, cualquiera que vista como lo haría cualquiera, es decir, con calzado deportivo, jeans y camiseta. Desde el mismísimo Karl Lagerfeld -que envió a sus modelos en zapatillas para su último desfile de Chanel en París- hasta el criollo Marcelo Tinelli han adoptado esta nueva tendencia en boca de todos se llama “normcore”: vestir de un modo aparentemente despreocupado. Aparentemente.

El “Normcore”, que surge de la combinación entre “normal” y “hardcore”, no se trata sólo de ponerse unos simples jeans, sino de entender el proceso de diferenciación desde una perspectiva no lineal.

“Había una vez en que la gente nacía en comunidades y tenía que encontrar su individualidad. Ahora, la gente nace como individuo y tiene que encontrar su comunidad”. Por eso el “normcore” apuesta por la adaptabilidad, no la exclusividad. Y rematan afirmando que, para ser verdaderamente “normcore”, uno necesita entender “que no existe eso de ser normal”.

Al rastreador de tendencias Peter Wippermann no le sorprende esta tendencia. “Cuando la situación económica vaya bien, volveremos a pavonearnos”. En su opinión, actualmente estamos en una fase basada en la idea de que “la calidad de vida es más importante que el dinero”. Esta forma de pensar y la tendencia que conlleva en la moda podría ampliarse si la situación económica se mantiene estable, añade.

El “normcore” no despegó hasta que la periodista Fiona Duncan cayó en que muchos neoyorquinos parecían turistas con sus jeans de aspecto envejecido, suéters con cremallera y cómodas “sneakers”. De ahí nació el artículo “Normcore: moda para quienes saben que son uno entre siete millones”, publicado en “New York Magazine”.

Con todo, no deja de ser una entre muchas modas y, aunque haya relegado las camisas a cuadros hipster al fondo del armario, hay quienes ya la dan por superada. “Olvide el Normcore, ahora estamos centrándonos en el florcore”, tuiteaba “Vogue” a comienzos de mes. Así las cosas, estén atentos a las flores.