En Barranquitas

Un pequeño robo, un gran golpe

Delincuentes rompieron dos puertas anoche para entrar al edificio del Centro de Acción Familiar Nº 13. Sólo se llevaron un radiograbador. Hoy, los chicos del barrio que asistieron a los talleres no pudieron contar con la música.

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Es el tercer saqueo en seis meses que sufre este establecimiento de contención para menores.

 

Joaquín Fidalgo

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El Centro de Acción Familiar Nº 13 está ubicado en pleno barrio Barranquitas, en la zona oeste de nuestra ciudad, más precisamente en la cuadra de calle Bolivia al 3700. Se trata de un establecimiento que depende del gobierno de la provincia, destinado a “proteger, promover y recuperar derechos vulnerados a niños, niñas y adolescentes”, explicó esta mañana su directora, Silvia Ávalos.

A primera hora, el personal que presta servicios en el lugar se encontró con una desagradable sorpresa, cuando se presentó para iniciar la jornada.

Delincuentes habían cortado el candado de la reja del frente y destrozado a patadas la puerta de una de las aulas. En el interior no había desorden. Las sillitas y mesas multicolores para pequeños estaban como las habían dejado el día anterior. También los armarios con los trabajos.

“Es la tercera vez que nos roban en seis meses. Siempre, los ladrones utilizan la misma modalidad. Primero se llevaron un equipo de música más grande, una “chanchita” que pudimos comprar con ayuda de la cooperadora, luego un monitor de la computadora y un televisor. A este último afortunadamente lo pudimos recuperar gracias a la policía”, relató Silvia.

Son varias decenas de chicos de entre 4 y 18 años los que concurren al centro, para asistir a talleres de arte, letras, matemáticas, apoyo escolar y cine, entre otros. “Por nuestros niños, hoy igualmente estamos prestando servicio, mientras arreglamos las puertas. Tenemos que seguir adelante. Es muy triste esto porque es un golpe a los menores del barrio. Además, nosotros tenemos un convenio con educación y por la tarde funciona aquí un centro de alfabetización para adultos. También asisten chicos con capacidades diferentes de la obra del Padre San Pantaleo, para hacer jardinería y costura, por ejemplo”, relató Ávalos.

“Nos duele -agregó- porque esto es de la comunidad. Nosotros somos empleados, que luego de trabajar, retornamos a nuestras casas. El problema es fundamentalmente para los chicos que, por lo ocurrido, hoy no tienen un equipo de música, que es necesario en casi todas las actividades que se realizan aquí”.

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La puerta de una de las aulas fue destrozada por los ladrones.

Foto: Danilo Chiapello