Otra sobre el mundial

El mundial de fútbol que comienza en horas nada más es un estado de nesciencia, ensoñación, un quiebre, un cese, un punto de inflexión. Por lo mismo puede compararse con las grandes cosas del ser humano: enamorarse, el casamiento y la luna de miel, una tragedia importante. Pero, a diferencia de aquellas, el mundial es periódico, pasa cada cuatro años, como un cometa loco. Este hecho astral, llamado mundial, arranca ya mismo.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]). DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

Otra sobre el mundial
 

Antes, cuando querían contarte algo único o gracioso, te decían: ¡es mundial! Con lo que le daban al acontecimiento un carácter de excepcional, que trascendía la mera coyuntura cotidiana y era capaz de situarse en un ámbito global, mundial.

La globalización le quitó misterio a lo mundial. Pero igual, un mundial de fútbol es mundial. ¡Todo el mundo involucrado, y encima por el lado de las pasiones, las naciones, en un deporte que es masivo y global! Ya habrán visto hasta el cansancio (un mundial es también un recuento de lugares comunes) la pelota de fútbol que simula un mundo; o un mundo que simula una pelota.

Los amantes de este deporte (y yo soy de los que miran un partido de la división C de Sri Lanka) saben que están ante una oportunidad única: es como darte una panzada sin objeciones de la comida que más te gusta por un mes entero.

El mundial tiene como virtud anexa que logra inhibir las quejas familiares y convertir incluso a los réprobos, que serán introducidos en la nueva religión sin pudores. En una día normal de semana, incluso en un domingo si tienen la mala suerte de contar con hijos o parejas cargosos o inflexibles, uno, veedor profesional de cuanta pelota ruede por la tele, puede escuchar lo siguiente: ¿vos podrías dejar de ver fútbol todo el tiempo y sacar a pasear al perro? En un mundial eso no pasa: que se hamaque el perro, los chicos y vos también otaria de miércoles, amarga ...

Hay una patoteada viril y machista (felizmente hoy replicada generosamente por las chicas: las hay muy futboleras, tanto o más que los hombres) que depone cualquier queja porque, se sabe, un mundial es un mundial, así se topen el país ignoto de África con el país ignoto del Asia.

El mundial es una etapa de la vida tan especial que te convierte en un pavote capaz de salir de última a conseguir entrada y pasaje para allá y verlo en vivo, qué tanto. O salir igualmente tonto a adquirir un televisor nuevo que no necesitás, pero que igual te da la ilusión de cercanía, aunque te enchufen un modelo viejo, o algo demasiado nuevo cuya tecnología te excede.

El mundial transforma en especialista al que difícilmente pueda ser especialista de algo en la vida cotidiana. Pero hay tipos que de golpe ya saben que el cuatro de Irán es un motorcito por derecha y que lo quiere el Newcastle. Y que hay que tener cuidado con el 3D (no el televisor: el tres dedos, chanfle que le dicen) del siete de Japón. De golpe hay gente que se sabe todas las formaciones, o te recita cada grupo con sus dificultades, o te anticipa con fundamentos quién va a estar en la final, posta posta.

El mundial es sinónimo de trabajo canchereado, como si se tratara de la semana previa a la Navidad, sólo que acá son cuatro semanas. Hay un televisor encendido en algún lugar, en todos los lugares. El mundial pondrá en estado de desesperación o furia a los que no aman, ni siguen, ni les gusta el fútbol. Existe gente así. Yo conozco algunos. Son seres extraviados, arrojados a este valle de lágrimas, abandonados por la mano de Dios que, para ellos, no es ni Maradona ni Messi. Gente extraña hay en todas partes.

Este mundial, se me apunta mientras voy escribiendo rapidito, tendrá la particularidad de que albergará al único periodista, mi amigo Panchi, que todavía usa grabador con casette.

En este mundial, como en los anteriores, vas a gastar fortunas comprando figuritas para el álbum de tu pibe (con tu participación activa) y vas a conseguir y guardar en la billetera el fixture completo. Y nos vamos yendo nomás. Me temo que los próximos Toco y Me Voy serán de archivo. Dentro de un mes charlamos. Puede que recién ahí les dé pelota.