Con el Beto Acosta en el Maracaná

“Me saco el sombrero por Unión”

  • El gran goleador de Arocena, que triunfó en San Lorenzo y marcó 300 goles en su carrera, comenta para la TV de nuestro país y habla con mucho cariño de sus inicios en el fútbol con la rojiblanca.
“Me saco el sombrero por Unión”

Voz autorizada. Alberto Acosta no solamente tuvo un importante paso por la Selección Argentina, sino que fue uno de los grandes goleadores del fútbol nacional. Por eso, su opinión tiene como fundamento la experiencia.

Foto: El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Río de Janeiro)

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Siempre da mucho gusto encontrarse con un santafesino y máxime si es un triunfador como el Beto Acosta. Los 300 goles, los títulos, la imagen óptima que dejó siempre desde su salida de Arocena y los primeros pasos en el fútbol, en Belgrano de Coronda, pasando por aquel debut en Unión que siempre recuerda con tanta presencia y el ascenso vertiginoso que lo llevó a obtener 14 títulos y ser el máximo goleador sudamericano en 1994.

El Beto Acosta está comentando para la televisión argentina, pero su presencia no pasó desapercibida para el enviado de El Litoral en el Centro de Prensa del Maracaná.

—¿Qué significa todo esto que estás viviendo, Beto?

—¡Por fin debuto en un Mundial!... (risas) En parte es así, porque no pude hacerlo como jugador y ahora me toca como comentarista. Yo no soy periodista, simplemente doy una opinión después de tanto tiempo de haber estado adentro de una cancha.

—¿Te sorprendió el esquema que empleó con Bosnia?

—Sí, claro... Por ahí a Sabella se le pasa por la cabeza la idea de que no nos conviertan goles y que el primer partido hay que ganarlo sí o sí. Tenemos a Messi, que es el mejor de todos y al que hay que rodearlo bien.

—¿Te gusta algún “9”?

—Van Persie, Balotelli y el mismo Higuaín son jugadores llamados a consagrarse. Veremos qué pasa. Esto recién empieza y en el caso del Pipita, todavía no está en su plenitud física.

—¿Seguís de cerca a Unión?

—Por supuesto. Yo vivo en Buenos Aires, pero tengo a mi familia en Santa Fe y no puedo olvidarme del club que me permitió ser conocido, porque ahí pasé dos años maravillosos. A mí me cuesta creer que Unión no esté en Primera y que sufra de tantos altibajos. Pero no le pasa solamente a Unión, es un mal generalizado.

—Te retiraste bien y en el lugar en el que te querías retirar. La pregunta es: ¿te hubiese gustado hacerlo en Unión?

—Cuando volví de Portugal, tenía hasta la casa vista para alquilar y quedarme en Santa Fe. Pero me llamó Pellegrini, que me conocía de Chile y había agarrado San Lorenzo. Yo vivía en Buenos Aires y se dio para volver ahí. Además, uno tiene que hacer una planificación familiar, mis chicos ya estaban en la escuela y me tenía que ir a vivir solo a Santa Fe. Yo venía de jugar afuera y se me hacía duro separarme de mi familia porque estuvimos siempre juntos. Pero esto no fue en detrimento de Unión, al contrario. Mi agradecimiento será siempre infinito para toda la gente de Unión.

—¿Y Unión hizo bien los deberes para que vuelvas?

—No tuve muchos llamados pero para nada estoy en contra ni disgustado. Unión sabe cómo se debe manejar, a veces hace las cosas bien y a veces no tanto. A lo mejor no estaba tan metido en ese momento o tan expectante. Yo me saco el sombrero por la gente de Unión, siempre me trataron muy bien, me agradecen a cada momento y eso es lo que rescato. Gracias a Unión fui conocido durante 20 años en el fútbol.

—¿Te tocó jugar en el peor momento del club?

—Sin dudas. Con Leopoldo Luque a la cabeza tuvimos que pagar los platos rotos de muchos años en los que se hicieron mal las cosas. Pero ese golpe duro de irnos al descenso nos hizo muy fuertes a todos los pibes que debutamos en ese entonces, como el Flaco Passet, el Negro Altamirano, el Huevo Toresani, Horacio Humoller, Marcelo López, el Titi Catinot y mucha

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Nuevo rol. Luego de retirarse del fútbol, el “Beto” de Arocena está incursionando en el periodismo deportivo, como comentarista televisivo. Igualmente, confesó que está haciendo el curso de técnico y que podría ser ayudante de campo. Foto: El Litoral

gente que después agarró su camino y pudo triunfar. Tuvimos un buen apuntalamiento en los tipos de experiencia, como Morón, Mario Alberto, el Chango Cárdenas y esa gente que nos ayudó mucho.

—Explicame cómo puede ser que con De Ávila, Acosta y Alí se hayan ido al descenso...

—Sin dudas... Nos acordamos tarde de jugar, teníamos una gran presión y no le encontramos la vuelta. El Turquito y Anthony volaban, pero no nos alcanzó.

—Fuiste héroe en esos últimos partidos porque metiste tres goles en cancha de Ferro y luego un gol con Racing de Córdoba antes de la final en la Bombonera...

—Yo no había vivido la etapa de las inferiores como Passet o Altamirano, que venían juntos desde la novena. Yo llegué a Unión a los 15 años, pero el amor de ellos era tremendo por el club porque nacieron ahí. Nos jugamos la vida ese año.

—¿Cómo fue ese vestuario en la cancha de Boca, la tarde los penales?

—Durísimo. Teníamos entre 18 y 20 años, lo sufrimos demasiado. Irse al descenso no es la muerte para nadie, pero se nos derrumbaba el fútbol para nosotros y en mi caso tuve la suerte de irme rápidamente a San Lorenzo. Fue bravo.

—¿La pasaste mal con tu enfermedad?

—Bastante. Cuando uno escucha la palabra tumor se asusta, porque uno piensa que nunca le va a pasar. Al principio fue duro, pero cuando me interioricé, me tranquilicé y al mes jugaba al fútbol.

—¿Pensaste lo peor?

—Al principio, cuando me lo dijo el doctor, se me cruzó por la cabeza que podía morirme. Con el apoyo de mi familia y mis amigos, la saqué adelante y ahora disfruto de la vida porque uno a veces se hace cada rollo por cosas que no tienen importancia.

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Con la celeste y blanca. La imagen corresponde a la Copa América de 1995 y muestra a Alberto Acosta peleando por el balón con un rival. Su gran deuda es no haber sido convocado para el Mundial de 1994, aunque acepta que peleó el puesto con grandes delanteros.

Foto: Archivo El Litoral

—¿Algún llamado que te sorprendió en ese momento?

—Sería ingrato dar un nombre, pero fue increíble. Hoy con el tema de las redes sociales, te sorprendés, porque la gente de Portugal y de Chile me mandaba mensajes y esas cosas me dieron mucha fuerza, porque uno vive en una burbuja y se cree que cuando se va de un club, muchos se olvidan. Sin embargo, los mensajes y llamados llovían. Eso me dio mucha alegría y fuerza. Ojalá que de mí se acuerden como persona y no por los 300 goles. Me parece que afuera de la cancha me manejé bien, porque eso es lo que me hace sentir la gente, y para mí es un orgullo superior que me quieran por eso y no por los goles.

—¿Por qué periodista y no entrenador?

—Estoy haciendo el curso y es posible que pueda hacerlo como ayudante. Se está gestando algo, un grupo de trabajo, pero no quiero hablar mucho todavía. Por lo pronto, este año seré periodista.

—¿Te quedó la espina clavada de no jugar el Mundial?

—En el ‘94... Me comí las eliminatorias y las Copa América, me hubiese encantado pero no guardo rencor. La luché con delanteros extraordinarios como Balbo, Batistuta, Caniggia, Medina Bello, el propio Maradona... La verdad es que era un sueño el de poder estar, pero también reconozco que había mucha jerarquía en los otros jugadores.

—Jugaste con Maradona y hoy, todos los que están en la selección lo hacen con Messi. ¿Se hace más fácil teniendo a alguien así al lado o es tan bueno que te achica?

—Es fantástico... Mirá, yo no quiero compararlos porque son distintos. Messi no tiene la personalidad de Diego, pero es un jugador increíble. ¿Quién no va a querer jugar con alguien así?, es una maravilla, a mí me deslumbra, me salpica de ganas de estar al lado de él y de tirarle una pared, como lo hizo Higuaín en su gol ante Bosnia. Por más que no gane la Copa del Mundo, es un jugador que va a pasar a la historia. Ojalá nos ayude para que volvamos a levantarla.

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En Unión. Con Altamirano y Abdeneve, en 1988, cuando eran unos pibes que recién surgían de las inferiores y debieron pelear para zafar del descenso, algo que finalmente no pudieron lograr.

Foto: Archivo El Litoral