mesa de café

De Sabella a Griesa

Remo Erdosain

La mañana es fría y soleada. Da gusto estar en el bar con los amigos acompañado de una taza de café. El local está adornado con banderas y banderines de color celeste y blanco. Quito nos cuenta que el televisor está prendido todo el día pasando partidos de fútbol. De vez en cuando algún informativo cuenta lo de los fondos buitres -explica Quito- pero el tema del fútbol es el preferido.

—A mí, me gustaría saber cómo sigue el tema de Boudou -dispara Abel.

—No hay demasiadas novedades -suspira Marcial- a este tipo el Mundial le vino al pelo.

—Por eso se presentó a la indagatoria antes de que empezara el campeonato -subrayo-, hay que admitir que fue una buena jugada.

—Lo habrán hecho sin darse cuenta -comenta Marcial.

—Yo les aconsejaría que no se dejen llevar por su consabida mala fe contra el gobierno. Lo que nos hicieron en Estados Unidos fue una afrenta contra todos los argentinos, pero así y todo la compañera Cristina ha dicho que no va a sacar los pies del plato y que vamos a negociar y nos vamos a portar bien.

—Se van a portar bien a la fuerza -comenta Marcial.

—Yo, por el contrario -acentúa Abel-, creo que se están portando demasiado bien. Creo que estamos ante un gobierno que en estos temas hace guiños a la izquierda y después gira a la derecha.

—Como hacía uno que yo sé -murmura Marcial.

—A ustedes no hay nada que les venga bien, ni siquiera con la selección nacional están de acuerdo.

—No tengo por qué ponerme de acuerdo con gente que no tiene nada que ver conmigo -exclama Marcial.

—Yo hincho por la Argentina -aclaro- pero el partido con Bosnia no me gustó nada. Nos regalaron un gol en contra y estuvimos alambrando hasta el final.

—Y eso que se dijo que a Bosnia la íbamos a pasar por arriba.

—No hay partidos fáciles -enfatiza José.

—Sin embargo -digo- Alemania le ganó a Portugal 4 a 0.

—Así se comporta un campeón del mundo -acota Abel-, sale a la cancha a llevarse por delante al rival y no se pone a especular con estrategias defensivas perdedoras.

—Portugal tiene un fútbol inferior a Bosnia.

—Como Argentina tiene un fútbol inferior a Alemania -agrega Marcial.

—Vos, como siempre, opinás en contra de la patria.

—Mi mejor manera de ser argentino es estar en contra de las estupideces de algunos argentinos.

—Esas estupideces de las que te burlás -contesta José- son compartidas por millones de argentinos.

—En ciertos temas, estar solo es un honor -replica Marcial.

—Yo no tengo problemas con el fútbol -digo-, es más, a los partidos de la Argentina los voy a ver a todos y si ando con tiempo libre también veré jugar a Brasil, Alemania, Holanda e Italia, pero lo que no creo es que la patria se juegue en un campeonato de fútbol. Por el contrario, creo que el destino de la patria está más comprometido con el fallo del juez Griesa que con una copa de mundo.

—Son cosas diferentes -reconoce Abel.

—Nosotros ya tendremos tiempo de arreglar cuentas con los usureros internacionales y sus cómplices de adentro.

—Espero que no tengan tiempo -suspira Marcial.

—¿Se puede saber por qué decís eso?

—Porque cada vez que se quisieron hacer los guapos perdimos como en la guerra.

—Es más -agrego-, si a la señora no se le hubiera ido la lengua hablando para la hinchada seguramente nos habría ido mejor.

—Arrodillándonos ante el imperio nunca se gana nada.

—Nadie nos pide que nos arrodillemos -responde Marcial-, lo que nos piden es que garpemos lo que debemos.

—Yo pondría en discusión si debemos lo que dicen que debemos -aclara Abel-, pero en cualquier caso, estas cosas se arreglan hablando y no haciendo proclamas revolucionarias en las que nadie cree.

—Yo lo puedo entender -señalo- a Fidel Castro proclamando la segunda declaración de La Habana con el apoyo de la URSS y los fusiles de sus milicianos, pero hacernos los guapos con un cortaplumas por el gusto de ganar el aplauso fácil de los distraídos no sirve para nada.

—Según me contó un pajarito -apunto-, Griesa estaba decidido a bancarnos, pero la señora prefirió irse de boca y ladrarle a la luna diciendo que no íbamos a pagar un mango ni a reconocer los fallos judiciales del imperialismo, motivo por el cual el hombre se enojó y nos dio por la cabeza.

—Yo creo que la cosa es un poco más compleja -advierte José.

—La palabra “complejidad” para ustedes no existe -sentencia Marcial- tampoco existe la palabra “matiz” o la palabra “moderado”.

—Volviendo al tema del Mundial -dice Abel-, lo que me pareció desopilante es que Sabella decida plantear un partido a la defensiva con un equipo al que teníamos que salir a atropellarlo.

—Admitamos que después corrigió en el segundo tiempo -observa José.

—Porque seguramente en el vestuario lo ardieron a puteadas -respondo.

—Para que Messi -recuerda Abel- se haya decidido a hablar es porque están hartos con Sabella.

—A mí lo que me tiene harto de Sabella es su alcahuetería -susurra Marcial.

—¿Alcahuetería con quién? -pregunta José.

—Con la señora, con el gobierno. Sabella debe ser el único director técnico que reivindica su militancia juvenil en la juventud peronista -interviene Abel.

—Como si a alguien le importara o fuera un motivo de honor -comenta Marcial en voz baja.

—Más grave que eso -digo- es la foto con la presidente; no recuerdo un director técnico que haya hecho algo parecido.

—Están tan preocupados por no arrodillarse ante Griesa, que se olvidan de que una persona de honor no se arrodilla ante nadie -enfatizo.

—Menos los peronistas -agrega Marcial- para quienes arrodillarse ante el poder de turno del líder es un acto de fe.

—Lo que yo no termino de entender -se pregunta Abel- es qué pasa por la cabeza de un técnico que toma una decisión estratégica que hasta mi suegra -que no sabe cómo se juega al fútbol- consideraría descabellada.

—Lo que yo no entiendo -remarca Marcial- es para qué hacen falta los directores técnicos.

—En 1950, por ejemplo -recuerdo- Uruguay le ganó a Brasil en Maracaná desobedeciendo al director técnico. También se dice que en 1958, Brasil salió campeón del mundo desobedeciéndolo a Feola, que los mandaba jugar a la defensiva.

—Ya lo tengo decidido -manifiesto- en la próxima reencarnación elijo ser director técnico, una excelente y popular manera de hacerse millonario sin hacerse cargo de nada.

—Yo -interviene Marcial- optaría por ser lo que eligió ser la hija de una amiga.

—¿Y que eligió ser?

—Peronista.

—¿Y se puede saber por qué?

—La nena dijo que ella quiere ser peronista para pasarse la vida tomando cerveza, tocando el bombo y sin trabajar.

—No comparto -concluye José.

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