Capítulo 1 1

El mundo da para todo

Enrique Cruz ( h) (Enviado Especial a Belo Horizonte)

Alguna vez tenía que pasar. El tema es cuando pasa y no hay ninguna manera de que la cuestión se revierta. Ninguna. No sé comparable con qué. Es como haber visto los últimos quince minutos del partido con Colombia en el ‘93 en la cancha de River (el 5 a 0), pensando en que si Argentina descontaba podía quedar alguna chance de empatar 5 a 5. Un verdadero imposible, un disparate.

Ya les dije que no es fácil sostener una charla con alguien que habla portugués, pero se puede. La comunicación no será fluida ni fácil, pero se intenta y algo sale. Después, puede aparecer un italiano y se lo entiende; o alguien que habla inglés y algo también se puede sacar en claro. Al menos lo básico, nada de pensar en una entrevista ni tampoco en un coloquio en el que analicemos la importancia del Teorema de Pitágoras o que hablemos de pintura o arte contemporáneo. Pero si me pregunta si juega Mascherano, creo que puedo llegar a entenderle.

Pues bien. Estábamos en el Centro de Prensa, luego de la conferencia de Sabella, charlando con algunos colegas hasta que llega otro que enseguida nos dimos cuenta de que no era argentino. Grande fue la sorpresa cuando le miramos la credencial que colgaba de su cuello y allí supimos que el colega era... ¡de Bangladesh!

Lo peor es que el tipo quiso entablar una charla. Alcanzamos a entenderle que algo quería saber de Maradona. Pensamos que preguntaba si era posible hacer una nota, pero no era eso. Después pensamos que nos quería preguntar si nosotros alguna vez le hicimos una nota, pero tampoco era eso. Hasta que la charla, amigable, se fue transformando en tan insoportable para nosotros como para él.

El colega Clivati me miró de la misma manera que lo hizo cuando un día le dije: “¿Te diste cuenta de la cantidad de pequeñas peluquerías que hay en esta ciudad?”... Tiene pocos pelos en la cabeza Néstor, así que me miró como preguntándome: “¿y para qué quiero yo una peluquería?”... Bah, creo que se acordó de todo mi árbol genealógico en ese gesto, como preguntando: “¿qué es lo que me está preguntando este tipo?”. Igual que el de Bangladesh.