Abejas silvestres y abejorros

Socios de las flores y del productor

  • El uso de insectos para mejorar la polinización de cultivos es una realidad en Europa y un objetivo cercano en América del Sur. En Brasil se desarrolló con éxito un sistema para la producción de frutilla. En Santa Fe una investigadora local avanza en un planteo similar para la producción hortícola.
Socios de las flores y del productor

A campo. En Brasil, Embrapa comprobó incrementos de hasta 30% en la producción de frutilla bajo invernadero, mientras comienzan a desarrollar el sistema al aire libre. Foto: Katia S. Malagoli Braga

 
 

Juan Manuel Fernández

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Se sabe que la producción vegetal depende, entre otros factores, del proceso de polinización a partir del cual se fecundan y fructifican los cultivos. Y suele darse por hecho que es el viento el encargado de transportar el polen. Pero no es el único: los insectos también actúan como vectores de diseminación. Incluso pueden ser más importantes, especialmente en plantas con flores muy cerradas o en planteos bajo cubierta con mínima circulación de aire. Con esa ayuda no sólo se logran cosechas más abundantes, sino que mejora la calidad de los frutos.

Este aspecto ha impulsado el interés de los productores y disparó investigaciones y desarrollos para satisfacerlos. En Europa ya existen empresas de control biológico que proveen paquetes de insectos -abejorros y moscas- para polinización de frutas y hortalizas. Mientras en América empiezan a ensayarse variantes en base a insectos nativos, sobre todo con “abejas sin aguijón”. La Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), por ejemplo, tiene avanzado un trabajo sobre polinización en frutilla con varias de estas abejas. Y en Argentina investigadores de la UNL y el Conicet ya comenzaron la búsqueda para detectar insectos capaces de mejorar la producción en las quintas.

Colmenas polinizadoras

Durante la edición 2014 de Agrishow -la expo agropecuaria más importante de Brasil- la investigadora de Embrapa Katia S. Malagoli Braga fue la encarga de informar a los visitantes sobre el proyecto “Biofábrica de abejas sin aguijón para uso comercial en polinización agrícola”. La iniciativa -en sociedad con la empresa Promip de manejo integrado de plagas- busca contrarrestar la disminución de polinizadores naturales, producto del uso de agroquímicos y el avance del monocultivo. Para ello plantean un programa de multiplicación de la especie Scaptotrigona depilis, conocida popularmente como Mandaguari, que incluye la reproducción de reinas in vitro y la formación de mini colonias.

Braga comentó a Campolitoral que la idea surgió porque un empresario que trabaja en control biológico detectó demanda en producción de frutilla y tomate de insectos polinizadores. “Los agricultores -dijo- las pedían para usarlas en sus cultivos”. Además, en Brasil no pueden usar abejas melíferas porque el clima tropical favoreció la africanización y son extremadamente peligrosas para las personas.

La primera investigación se hizo con otra especie, conocida como Jataí (Tetragonisca angustula), que confirmó muy buenos resultados. “Tanto en campo como en invernadero, la frutilla la necesita para formar bien el fruto, principalmente los más grandes, porque sólo con la propagación del polen no alcanza; y, además, se consiguen frutos más pesados y por lo tanto aumenta la producción en una misma área”, explicó la investigadora. Un primer estudio determinó que un invernadero con 1.500 plantas de frutilla (cepas californianas) puede ser polinizada con una colmena con 2.500 ejemplares y, según la variedad del cultivo, pueden mejorar hasta 30% el rendimiento, “que es bastante”. Sin embargo este insecto presenta algunas limitantes: “es una abeja más exigente, delicada para hacer multiplicación, y cuesta que las nuevas colmenas se desarrollen”.

De ahí que se optó por enfocar el proyecto con Mandaguari, “una abeja rústica, más fácil de dividir y reproducir”. Hasta el momento se testeó en invernadero y el paso siguiente será -en el Estado de Sao Paulo- probarlas a campo (también en tomate) para ver si eligen el cultivo u optan por otras plantas. “Tenemos que hacer esa adaptación y evaluar cuanto está aumentando la producción”. Los pasos siguientes serán determinar con qué productos fitosanitarios son compatibles para elaborar un paquete tecnológico completo. Y, finalmente, establecer el efecto directo en la producción (cantidad, calidad) y el beneficio para el productor, además de un protocolo de manejo.

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Defecto a corregir. Las flores polinizadas ineficazmente dan lugar a fruta mal formada que se penaliza en el mercado.

Foto: Katia S. Malagoli Braga

Manejo bajo cubierta

Braga también brindó detalles del comportamiento de estos polinizadores. En el invernadero, por la reducción de la luminosidad, “trabajan menos que a campo” pero lo suficiente para beneficiar al cultivo. “Salen más tarde y vuelven más temprano; o también paran para ventilar cuando la temperatura excede los 38/39º”.

Bajo cubierta, las colonias se instalan en el centro para no quedar cerca de los laterales, que son más bajos. “Y hay que proveerles agua y resina, porque es el material que usan para la construcción del nido”, dijo, e indicó que con ese fin se las provee de propóleos de abejas comunes o se instalan pinos u otras especies ricas en resina. “Incluso se vio que usan la cola de las trampas para plagas como resina”, agregó.

Para incorporarlas al invernadero, señaló que primero debe dejarse la colmena cerrada 5 a 7 días para que las obreras pierdan la memoria y no intenten volver a las flores que venían visitando en el campo. Sin este proceso, “se van para el techo y no prestan atención al cultivo rastrero, se desorientan y les lleva un tiempo mayor adaptarse”.

La especialista también comentó que lo ideal es que la colmena acompañe el ciclo del cultivo el mayor tiempo posible, pero depende de las condiciones ambientales. Por ejemplo en el estado de Sao Paulo a partir de septiembre las temperaturas se elevan tanto que las abejas ya no pueden trabajar dentro del invernadero. “Pero durante el invierno no tienen problema”.

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Jataí o Rubito. Tetragonisca angustula es una abeja sin aguijón con probada capacidad polinizadora y melífera. Se encuentra en Brasil y en el norte Argentino, incluso fotografiada en el chaco santafesino por el naturalista Andrés Pautasso del Museo Florentino Ameghino.

Foto: Katia S. Malagoli Braga

Made in El Pozo

Al igual que en Brasil, en Argentina por el momento no hay productos desarrollados para la polinización natural de cultivos. Pero la ciencia ya puso el ojo en la cuestión, y se avanza en la investigación de especies con potencial.

La santafesina Milagros Dalmazzo, doctora en biología y becaria del Conicet, trabaja actualmente en el proyecto “Utilización de redes mutualistas para la detección de especies de abejas silvestres potencialmente manejables como polinizadores de cultivos”, en el marco de su investigación posdoctoral en la Facultad de Humanidades y Ciencias-UNL. El objetivo es identificar especies de abejas silvestres asociadas a la producción hortícola para determinar las condiciones favorables para su uso en los cultivos de interés.

El trabajo comenzó con su tesis doctoral, en la cual consiguió criar en cautiverio dos especies de la familia Halictidae presentes en el cinturón verde santafesino: Augochlora amphitrite y Augochlora phoemonoe. “Las dos aparecen en cultivos de cucurbitáceas como zuchini y zapallo brasilero”, indicó a Campolitoral. También comentó que el interés en el uso de polinizadores naturales se incrementó en el país desde que Senasa cerró la importación en 2004 de los insectos que se utilizaban para la producción de semilla de alfalfa.

Las tareas a campo comprendió visitas a establecimientos con prácticas convencionales, orgánicos certificados y prácticas agro-ecológicas de las localidades Santa Rosa de Calchines, Monte Vera y Angel Gallardo para observar el comportamiento natural de insectos polinizadores. El resultado fue la detección de una importante diversidad de abejas silvestres, potenciales polinizadores de los cultivos monitoreados, así como abejorros, abejas carpinteras, Augochlorinos (recuerdan a moscas por su color metalizado) y Eucerinos (similares a abeja de la miel en su forma y coloración), presentes en chaucha, tomate, berenjena, zapallito verde y otras cucurbitáceas.

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Por las quintas. La bióloga Milagros Dalmazzo monitoreó el cinturón verde santafesino y halló varias especies útiles para la polinización. Abejas silvestres visitan flores de zapallito y el abejorro Xylocopa sp prefiere la de la chaucha de metro.

Foto: Milagros Dalmazzo

Según Dalmazzo, “la vegetación que crece espontáneamente y las prácticas agro-ecológicas favorecen la permanencia de estos polinizadores”, sin perjuicio de que “serían deseables la permanencia de nidos artificiales de abejas nativas en nuestras huertas”. El desafío -agregó- consiste en mantener estas especies en los cultivos y perfeccionar y desarrollar técnicas de cría para especies que aún no están manejadas artificialmente en la región, como los abejorros y las abejas sin aguijón.

El paso siguiente será llevar al campo las colonias de Augochlora para analizar el efecto sobre los cultivos. El proyecto también se integraría a otro que se desarrolla con incentivo de la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia de Santa Fe (SECTeI) para el desarrollo de la Meliponicultura (cría de abejas sin aguijón para producción de miel, propóleos o polen). “En una etapa posterior llevaremos nidos a campo junto con los de meliponinos”, explicó Dalmazzo, quien detectó dos especies con potencial melífero: Tetragonisca sp (la misma Jataí de Brasil, que en Santa Fe fue vista en Villa Minetti y se la conoce con varios nombres vulgares como Rubito o Rubiecito) y Plebeia catamarcensis, identificada por la especialista en el centro provincial.

El dato

Abejorros a trabajar

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A partir de la confirmación científica, a fines de los 80, de la importancia que tienen los abejorros para la polinización del tomate, la firma holandesa Koppert desarrolló la producción de distintas variedades para atender la demanda en todo el mundo. Mientras en Europa y Asia se utilizan Bombus terrestris, en América se usan Bombus impatients.

El producto consiste en una colmena de cartón en la que se incluyen especímenes adultos, pupas, huevos y larvas, más una solución azucarada para alimentar la colonia. Pensadas para uso en invernadero o al aire libre, el diseño permite controlar el tránsito de los insectos y “encerrarlos” cuando sea preciso hacer algún tratamiento sanitario en el cultivo.

Los resultados que se obtienen son: ahorro de los costos de trabajo, mejoras en la calidad del fruto, aumento de la producción, polinización menos dependiente de las condiciones climáticas o de los polinizadores nativos. Y, en los invernaderos, la reducción de la cantidad de polen proporciona un mejor ambiente de trabajo.

 
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"Tanto en campo como en invernadero, la frutilla la necesita para formar bien el fruto, principalmente los más grandes, porque sólo con la propagación del polen no alcanza”

Katia S. Malagoli Braga

Investigadora de Embrapa